CARLOS III EL NOBLE
CARLOS III EL NOBLE
(Nantes, 22.7.1361-Olite, 8.9.1425). Rey de Navarra (desde 1387), primogénito de Carlos II y de Juana de Francia. Su reinado presenta un llamativo contraste con el de su padre. A las tensiones y tortuosas combinaciones diplomáticas de aquél, suceden años de pacíficas relaciones con los reinos vecinos. Este radical cambio de panorama se explica desde luego por el talante del rey Noble, pacífico y conciliador por naturaleza, pero escarmentado sin duda, por otra parte, del saldo desastroso de la política exterior paterna. De todos modos, también las circunstancias posibilitaron el pacifismo de Carlos III, cuando a la anterior fase de paroxismo bélico sucedió en Occidente otra de relativo apaciguamiento. Gracias en particular a las excelentes relaciones que venía manteniendo, ya desde infante, con su cuñado Juan I de Castilla (1379-1390), obtuvo de éste la devolución de las fortalezas navarras entregadas en la paz de Briones*. Ni siquiera los desequilibrios nerviosos de Leonor de Trastámara, que se retiró a Castilla en 1388 negándose a regresar cerca de su esposo, enturbiaron las relaciones amistosas entre ambas cortes. Más tarde, Enrique III el Doliente (1390-1406) comprendió también que de aquellas discrepancias maritales era responsable la neurastenia crónica de su tía, a la que hizo regresar a Navarra (1395). Tras la muerte del Doliente, Carlos III mantuvo buenas relaciones con el regente Fernando de Antequera, en cuyas campañas contra los musulmanes granadinos tomaron parte algunos caballeros navarros. Bajo el mismo signo del leal entendimiento se desarrollaron las relaciones con Aragón. En 1402 se concertó el matrimonio entre Blanca*, hija del navarro, y Martín el Joven, rey de Sicilia e hijo de Martín el Humano, rey de Aragón. Al instalarse en este reino la dinastía castellana de Trastámara tras el compromiso de Caspe, Carlos III mantuvo idéntica política de buena vecindad. Fruto de ella fue en 1420 el matrimonio del infante Juan, hijo de Fernando de Antequera, con Blanca, viuda de Martín el Joven.
También con talante conciliador enfrentó Carlos III las relaciones con Francia. A través de pacientes negociaciones con la corte de Carlos VI zanjó definitivamente las viejas querellas pendientes desde los tiempos de su padre. Renunció a reivindicar los dominios normandos, cuya recuperación era inviable, y entregando la estratégica plaza de Cherburgo, valiosa sólo si soñaba en reanudar la alianza inglesa contra Francia, recibió a cambio las nada desdeñables rentas del llamado ducado de Nemours* (1404). En la cuestión del Cisma, consecuente con su alienación política, se acomodó a la actitud franco-castellana. A partir de 1390 reconoció como legítimo al papa Clemente VII de Aviñón, cuyo legado en España, el cardenal Pedro de Luna, que ese mismo año ofició en la ceremonia de coronación del rey en Pamplona, le sucedería con el nombre de Benedicto XIII. Mantuvo la obediencia de su reino a este pontífice hasta que en el Concilio de Constanza, al que envió embajadores, se sumó a la postura de Francia y de los demás reinos españoles; retiró su obediencia al papa Luna (1417) y reconoció a Martín V. En la misma línea de búsqueda de soluciones negociadas para los conflictos se inscribe el Privilegio de la Unión (1423) que promulgó para fundir en un único municipio los tres núcleos urbanos de Pamplona. Tal vez se le puede achacar una excesiva condescendencia con las ambiciones de grandes linajes aristocráticos, cuyo poderío contribuyó a consolidar y que en la siguiente generación arrastrarían al país a la guerra civil. Concedió en efecto los primeros grandes títulos nobiliarios, haciendo conde de Lerín a Luis de Beaumont y casándolo con su hija bastarda Juana. A su medio hermano Leonel, bastardo de Carlos II, lo elevó a vizconde de Muruzábal en 1407, y a su propio hijo bastardo Godofre le dio el título de conde de Cortes (1413), y le enriqueció con importantes señoríos. De su matrimonio con Leonor de Trastámara, hija de Enrique II, nacieron Juana, casada (1402) con Juan, conde de Foix; María, que murió soltera; Blanca, que casó primero con Martín de Sicilia y contrajo luego segundas nupcias con Juan (II) de Aragón; Beatriz, esposa de Jacques de Bourbon, conde de la Marche; Isabel, a la que primero se pensó en casar con Juan (II) de Aragón, pero que finalmente lo hizo con Juan, conde de Armagnac; la infanta Margarita murió niña. También fallecieron prematuramente los dos hijos varones: Carlos y Luis. De los hijos bastardos, Lancelot, destinado a la carrera eclesiástica, llegó a ser administrador apostólico de la diócesis de Pamplona. Godofre fue mariscal del reino. Tuvo también otros dos hijos bastardos varones: Francisco, que murió todavía niño en 1421 y Pascual. Las hijas bastardas fueron dos, ambas de nombre Juana. Una casó, como ya se ha indicado, con Luis de Beaumont, nieto por línea bastarda del infante Luis, hermano de Carlos II. Carlos III fue enterrado junto a su esposa en la catedral de Pamplona, bajo un espléndido mausoleo de estilo borgoñón.
Bibliografía
J. R. Castro, Carlos III el Noble, rey de Navarra, Pamplona, 1967; J. M. Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, III, Pamplona, 1973, págs 161-229.