BERNARDO DE FOLCAUT
BERNARDO DE FOLCAUT
(Pamplona, 1315 – Anagni, Italia, 7.7.1377). Miembro de una acaudalada familia de la burguesía pamplonesa y licenciado en decretos, supo ganarse la confianza del obispo Arnaldo de Barbazán*, en cuya ausencia (1344-1347) se encargó del gobierno de la diócesis como vicario general. Fue luego oficial principal de la curia episcopal y los papas aviñonenses le concedieron las dotaciones correspondientes a los títulos de canónigo de Tudela, deán de Tarazona (1349), canónigo de Lérida (1355), arcediano de Santa Engracia de Huesca y prepósito de Lérida (1355).
Sirvió al infante Luis, gobernador del reino navarro, gestionando, por ejemplo, en Aviñón y París la liberación de Carlos II (1357). Desempeñó después (1361) en Aviñón las funciones de auditor apostólico hasta su designación como obispo de Huesca, cuya sede apenas ocupó durante dos años. Nombrado por el papa Urbano y obispo de Pamplona (24 enero 1364), presidió la embajada navarra que negoció en París la tregua con Francia (6 marzo 1365). Se posesionó finalmente de la diócesis, cuyo gobierno había desempeñado durante año y medio como vicario García Sánchez de Ibilcieta, y promovió una reforma del cabildo, formulada mediante el oportuno concordato (1368), que supuso un cierto recorte de las prerrogativas episcopales. No tardó, sin embargo, en enfrentarse con los capitulares con ocasión del reparto del espolio del cardenal Pedro de Montemayor, titular del arcedianato de la cámara de la catedral de Pamplona (1369). Procedió a continuación con mandato pontificio a la reforma del hospital de Roncesvalles, corroborando (1371) su carácter de comunidad de canónigos regulares de San Agustín y fijando en 16 el número de estos últimos. Carlos II, que declinó en favor de la mitra sus pretendidos derechos sobre el palacio episcopal de San Pedro de Pamplona, aunque siguió frecuentándolo según su conveniencia, dejó en su ausencia (1370-1372) al prelado y a Juan Cruzat, deán de Tudela, como consejeros de la reina Juana. Enojado a su regreso por la debilidad mostrada en las negociaciones con Castilla, el monarca abrió una investigación cuyos resultados no aguardaron los inculpados y, aunque Juan Cruzat fue capturado y muerto en su huída, el obispo logró ponerse a salvo en Aviñon (1373). Poco antes había congregado un sínodo diocesano (8 marzo 1373); su única constitución conservada se refiere a la salvaguarda de los bienes muebles de las casas parroquiales y beneficiales. La enemistad del rey quizá se había desatado por la negativa del clero a contribuir a la ayuda extraordinaria otorgada por las Cortes de Pamplona (4 marzo 1373). En todo caso, los bienes del prelado fueron confiscados y su familiar García Sánchez de Ibilcieta fue exonerado como tesorero del reino. Durante su destierro. Bernardo presidió la legación pontificia que negoció en Brujas (1374) con los representantes del rey de Inglaterra un concordato sobre el censo que este último debía a la Santa Sede; sirvió, por otra parte, en la Curia de Aviñón como auditor. En su obligada ausencia rigió la diócesis pamplonesa por medio de vicarios de su confianza, como García Sánchez de Ibilcieta, el tesorero García Martínez de Larraga, el tesorero Bartolomé Folcaut, Guillén de Broa, arcediano de Usún, y Pedro de Rosas. Le sucedió como obispo su paisano Martín de Zalba.
Bibliografía
J. Goñi, Historia de los obispos de Pamplona, II, (Pamplona, 1979) p. 229-265.