AMÉSCOA ALTA
Valle histórico de la Merindad y Tierra de Estella. Limita al N con Urbasa y el monte Limitaciones de las Améscoas, al E con el valle-municipio de Améscoa Baja; al S con la sierra de Santiago de Lóquiz y al O con el valle de Arana (Álava). A mediados del siglo XIX, a raíz de la nueva organización político-administrativa de España, se disgregó en los municipios actuales de Larraona*, Aranarache* y Eulate*. Los tres ayuntamiento participan en el monte Limitaciones, en Santiago de Lóquiz y en otras facerías más pequeñas. La superficie total del valle es 2.674 Ha de las cuales 1.475 (56,6%) pertenecen a la propiedad comunal y en su casi totalidad están catalogadas de monte maderable.
Tres unidades geomorfológicas se distinguen en Améscoa Alta:
el escarpe meridional de la meseta de Urbasa (Isluce, 1.063 m y Peña Ancha, 1.021 m), formado por dolomías y calizas del Paleoceno;
el fondo del valle, tapizado con una franja de aluviones producidos por gelivación cuaternaria e incluso actual; y
el flanco septentrional del pliegue anticlinal de la sierra de Santiago de Lóquiz, formado por margas y margo-calizas del Cretácico superior y por el que discurre encajado el río Viarra o Uiarra.
El clima es, en general, submediterráneo, salvo en las montañas del S y sobre todo del N, donde se hace subatlántico. Las principales variables meteorológicas medias anuales son: 8° – 10° C de temperatura, 1.000-1.400 mm de precipitaciones caídas en 120-140 días, y 550-600 mm de evapotranspiración potencial. Hayas, y sobre todo, robles y quejigos, formarían, según la orientación y altitud de los relieves, la cubierta vegetal originaria, y aún cubren importantes extensiones del territorio, tanto en los municipios como en los terrenos faceros.
Los amescoanos vivieron y viven principalmente del ganado y la explotación forestal, y secundariamente de la agricultura. La ganadería es hoy menos importante que a finales del siglo XIX y en los primeros decenios del siglo XX. En 1982 sólo había 243 cabezas de ganado bovino, preferentemente dedicado a la producción de carne, mientras que en 1891 había 155 bueyes, 128 vacas de cría y labor, 229 novillos y 320 vacas de raza indígena, y en 1961, 236, 62, 238 y 210, respectivamente,y 23 vacas de raza frisona y pardoalpina. El lanar asciende hoy a 1.444 ovejas lachas, mientras que en 1891 había 3.016 churras y 1.546 lachas y en 1961, 131 y 6.260, respectivamente. Las 1.691 cabras que hubo en 1906 quedaron reducidas, en 1982, a 30. El caballar ha perdido importancia en conjunto, aunque varía el rebaño total, según las coyunturas; se trata de yeguas y caballos pirenaicos que pastan semilibres en el monte. El mular y asnal se hallan en trance de desaparición. La tierra de labor de secano alcanza desde finales del siglo XIX, en torno a 600-700 Ha. Cereales y patata son los cultivos preferidos en este valle, de clima contrario a las plantas mediterráneas, como la vid y el olivo. Tradicionalmente los amescoanos fueron también carboneros. En 1892 había 52 tractores, dos motocultores, otras tantas cosechadoras autopropulsadas, de cereales, 24 arrancadoras de patata, etc. La concentración parcelaria se hizo en los años 1968 y 1969 y afectó a 609 Ha y 172 propietarios; las 1.812 parcelas entonces existentes quedaron reducias a 272. La superficie comunal equivale a 1.475 Ha, el 56,6% de la total del valle, que es 2.604 Ha.
Aunque oscilante, la población absoluta de la Améscoa Alta conoce tres etapas recientes: de ascenso en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX; de estancamiento en torno a los 950-1.000 hab desde 1910 hasta 1965; y de disminución a partir de esta última fecha. Las cifras correspondientes a los modernos censos oficiales de población son: 786 habitantes en 1860; 754 en 1877; 829 en 1887; 851 en 1900; 955 en 1910; 957 en 1920; 938 en 1930; 942 en 1940; 1.013 en 1950; 971 en 1960; 931 en 1965; 883 en 1970; 819 en 1975; 772 en 1981 y 750 en 1986.
Anteriormente al siglo XVI se denominaba valle de Arana*, comunidad de señorío realengo. Aunque sus tres villas rendían pecha a la corona por separado, constituyeron un solo concejo. Hasta su segregación como municipios. Junto con Améscoa Baja obtuvo que el monarca reconociera (1411) a sus habitantes el uso privativo de una parte de la sierra de Urbasa, las denominadas Limitaciones, privilegio confirmado y ampliado (1665) a las Limitaciones Nuevas.
En 1802 los tres pueblos que componían la Alta (Aranache, Eulate y Larraona) “forman comunidad o universidad, y por sus comisionados eligen un alcalde pedáneo, que lo es de todo el valle (de Améscoa Alta), pero el electo debe ser siempre de Eulate; las justicias ordinarias son a nombramiento de cada pueblo”. La primacía de Eulate se relacionaba seguramente con la importancia del palacio del linaje que recogió el nombre del pueblo, el de los Álvarez de Eulate. Del palacio de Eulate se habla en 1641 como de uno “de los más calificados y antiguos de Navarra” y su señor -a la sazón Juan de Eulate- “tiene los mismos acortamientos que los marqueses de Cortes”. Un hijo suyo. Juan de Alvarez de Eulate, se tituló en 1612 alférez mayor y en 1620 gobernador de Nuevo Méjico; en 1641 ingresaría en la orden de Santiago. Poco después, en 1644, a Juan de Eulate le concedió el rey asiento en Cortes por el brazo militar y un acostamiento de 25.000 maravedieses. Su nieto Juan Álvarez de Eulate y Ruiz de Luzuriaga ingresaba asimismo en la orden de Santiago en 1666. Y al mismo linaje pertencían Lope Álvarez de Eulate, prior de la orden de San Juan en Navarra; Juan José de Eulate e Itúrbide, colegial de San Bartolomé en la Universidad de Salamanca, oidor de las reales chancillerías de Mallorca y de Barcelona, del Consejo de Su Majestad, caballero de la real orden de Carlos III y diputado general de Guipúzcoa en 1753; Ramón Álvarez de Eulate y Tovía (Madrid, 1781), caballero de San Juan de Jerusalén y capitán de fragata; su nieto Antonio de Eulate Ferry, almirante de la armada y, antes, Juan de Eulate y Santa Cruz (Salvatierra, 1705), inquisidor de la Suprema, colegial de San Ildefonso de Alcalá de Henares y obispo de Málaga.
Aquel primer Juan Alvarez de Eulate, del siglo XVII, casó con María de Albuzu, que seguramente pertenecía al linaje de otro palacio de cabo de armería del valle, el de Aranarache, clasificado al menos como tal en 1723 por el Tribunal de Comptos. Sus dueños habían pleiteado durante el siglo XVII contra el concejo y los vecinos en defensa de su derecho de “preferir en el asiento de la iglesia, y en el ofrecer, etc., a todos los enlutados y enlutadas en el entierro, y en el noveno, y en el cabo de año, y a todas las parientas que durante el año fueran con ofrendas”.
El valle producía en 1802 trigo, habas, cebada, avena, lentejas, jirón, arvejas, arvejuelas, alholvas, garbanzos, lino, cáñamo, lana y alguna fruta. Las sierras del entorno servían de guarida a muchos lobos y animales que ocasionanban perjuicios a los ganados, y caza. A sus pastos llegaban los rebaños de la Ribera, además de los propios del valle.
La Améscoa Alta puede considerarse desaparecida como unidad administrativa con la reforma liberal de los años treinta del siglo XIX, en que sus tres pueblos quedan convertidos en otros tantos Ayuntamientos independientes (1846).