SANCHO GARCÉS II, ABARCA
SANCHO GARCÉS II, Abarca
Rey de Pamplona (970-994), hijo de García Sánchez I y Andregoto de Aragón. En vida de su padre, había regido (desde el 958) el territorio del antiguo condado aragonés. Frente al auge del califato cordobés no debió de considerar suficientes las ayudas que podía esperar de los demás príncipes hispano-cristianos, solidarios también por los mutuos vínculos de parentesco: de su prima Elvira, que ejercía la tutela de Ramiro III de León, menor de edad todavía; y del nuevo conde castellano García Fernández, también primo carnal suyo. Optó, pues, en un principio por las negociaciones y envió a la corte de Al-Hakam I como emisarios suyos al abad Bassal y a Velasco, “juez” o teniente de Nájera (agosto del 971) y, al mes siguiente, a su primo hermano Jimeno Garcés, éste como rehén de la tregua que sin duda se acababa de acordar; dos años después aún mandó una nueva embajada. Sin embargo, colaboró luego en el frustrado asedio de Gormaz que había organizado el conde de Castilla (975); sus caballeros fueron derrotados en el regreso por Abd al-Rahman al-Tuyibi, ante el cual tuvo que batirse además en retirada su hermano Ramiro Garcés junto al lugar de Estercuel. Bajo el régimen de Almanzor la amenaza musulmana se iba a hacer aún más agobiante. A una primera expedición contra los dominios de Sancho Abarca (978) se añadieron los sucesivos descalabros cristianos en la batalla de Torrevicente (981), en la campaña de las “Tres Naciones” (982) y en el encuentro de Rueda (Valladolid, 983), donde las tropas pamplonesas se habían sumado a los ejércitos castellanos y leoneses. Para evitar el castigo en su propia tierra, el monarca entregó como esposa a Almanzor a una de sus hijas, que se convirtió al Islam y tomó el nombre de ´Abda; de ella iba a nacer ´Abd al-Rahman “Sanchuelo*”. Las treguas iban a durar ahora más de dos lustros; para renovarlas se presentó en Córdoba con grandes obsequios el propio Sancho Abarca (992) y al año siguiente envió como embajador a su hijo Gonzalo.
No obstante sus reveses militares y sus humillaciones ante las autoridades del Islam, bajo su reinado se refuerza la imagen mental de la monarquía pamplonesa. Florecen los monasterios de San Martín de Albelda San Millán de la Cogolla, se compran en ellos los textos representativos de la tradición hispano-visigoda: el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo, los cánones conciliares y otras obras de carácter religioso y cultural, y se elaboran las primeras muestras de una historiografía de cuño pamplonés. En una de las miniaturas del Códice Vigiliano el soberano Sancho Abarca centra el argumento como rey justo, situado significativamente bajo las efigies de sus presuntos antecesores, los soberanos legisladores Chindasvinto, Recesvinto y Egica. Frecuentó su corte el conde de Gascuña Guillermo Sancho, marido de su hermana Urraca. De su matrimonio con Urraca, hija del conde castellano Fernán González, tuvo a García Sánchez II*, su sucesor, Ramiro y Gonzalo*. Junto con su esposa hizo labrar una cruz de oro y piedras preciosas destinada presumiblemente para el panteón familiar de San Esteban (Monjardín).