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PRERROMÁNICO

PRERROMÁNICO

Su concreta posición geográfica ha hecho de Navarra, desde la Edad del Bronce, zona de penetración de las rutas europeas y cruce de los caminos que comunican con el Valle del Ebro y la Meseta. Esta circunstancia, unida asimismo a factores de índole histórica, ha determinado la presencia de los diferentes estilos artísticos. Los siglos inmediatamente anteriores a la eclosión del románico no tienen por qué ser una excepción de tal constante.

De forma reiterada se viene afirmando la inexistencia de arte prerrománico en Navarra: hoy los estudios de Francisco Íñiguez han ampliado las perspectivas, desbaratando tal formulación. Así, las excavaciones de Leire avalan una arquitectura relacionada con lo carolingio. Los elementos estructurales aparecidos pertenecerían a la iglesia del monasterio que visitó en el año 848 el preconizado obispo de Córdoba San Eulogio, quien, por cierto, quedó admirado del número de monjes, de su religiosidad y de su bien dotada biblioteca. También parece poder relacionarse con aquel estilo parte de la cabecera del santuario de San Miguel de Aralar, datable a fines del siglo X, con ábside principal exteriormente poligonal y ultrasemicircular al interior.

El hórreo de Iracheta, fechable en el siglo X, se relaciona por su aparejo con el arte asturiano y constituye un insólito ejemplar de arquitectura utilitaria.

No es impropio incluir dentro del prerrománico navarro la parte mozárabe del monasterio de San Millán de Suso, en la Cogolla, porque en el siglo X fluctuó entre el reino de Pamplona y el condado de Castilla: precisamente, las dos consagraciones conocidas se celebraron en los momentos de Sancho Garcés I (929) y Sancho Garcés II Abarca (984).

Dentro del término municipal de Puente la Reina se localiza la ermita de Gomacin, que requiere un estudio detallado de estructuras y aparejo del que pudiera seguirse su adscripción a la misma centuria y su proximidad con el arte de la “Repoblación”.

Un torreón integrado en el conjunto de las dependencias claustrales de la catedral de Pamplona e inmediato a la cillería presenta, a criterio de F. Iñiguez Almech, elementos prerrománicos.

El capítulo de la escultura en la práctica se limita a los toscos relieves de San Miguel de Villatuerta, hoy en el Museo de Navarra, realizados entre 971 y 979, con evocaciones formales de lo anglosajón y preanuncios de románico.

La pintura mozárabe está representada por los códices Vigilano y Emilianense. El primero, llamado también Albeldense (hoy en el monasterio de El Escorial) fue acabado en 976 por el escriba Vigila: recoge cánones de concilios con otros textos y presenta una curiosa galería de retratos reales, entre los que se cuentan los de monarcas de la casa pamplonesa: Sancho Garcés II Abarca, su esposa la reina Urraca y su hermano Ramiro, “rey” de Viguera; sobre ellos, las supuestas efigies de los soberanos hispanovisigodos, “legisladores”, Chindasvinto, Recesvinto y Égica; y en el plano inferior, el autor del códice y sus dos colaboradores. Del scriptorium del monasterio de San Millán surgió en 994 el otro “codex”, firmado por Velasco, donde se copian las ilustraciones del Vigilano.

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    Relieves de San Miguel de Villatuerta ()

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