SÁNCHEZ MAZAS, RAFAEL
SÁNCHEZ MAZAS, Rafael
(Madrid 1894-1966). De familia bilbaína, estudió Leyes en la Universidad agustina de El Escorial. Destacó como periodista en 1921 en el Rif, enviado por “El Pueblo Vasco” -periódico al que estaba muy ligada la tertulia bilbaína de Lyon d´Or, de la que formaba parte junto con Ramón de Basterra, Lequerica, Eguillor, Zuazagoitia, entre otros- y más tarde como corresponsal de “ABC” en Roma, donde se relacionó con los fascistas italianos y dio testimonio de su golpe de Estado en unas crónicas tituladas Italia a paso gentil. También en Italia, escribió un libro, España-Vaticano, publicado bajo el nombre de “Persiles”, que hizo recoger la jerarquía Eclesiástica. Fue colaborador, entre otras, de las revistas Hermes, de Bilbao, en la que publicó sus Siete sonetos ante el retrato de la condesa de Noailles, “Cruz y Raya”, “Acción Española”, “Vida Vasca” y “Esfera”.
Intervino activamente en la política nacional; fue uno de los fundadores -carnet número 4 de la organización- de Falange Española y, al término de la guerra civil, ministro sin cartera (1939-1940), así como miembro del Consejo Nacional del Movimiento. En 1940 fue nombrado miembro de la Real Academia Española.
Cultivó el periodismo -una gran parte de su obra ha quedado dispersa en periódicos de España y América-, el ensayo, la poesía lírica, la narración corta y la novela. Su obra publicada es la siguiente: Pequeñas memorias de Tarín, relato (1915); Quince sonetos para quince esculturas de Moisés Huerta (1944); La nueva vida de Pedrito de Andía (1951); Cuatro lances de boda, (1951); Las tres edades de la política, ensayos, (1955); Las aguas de Arbeloa, narraciones (1956); Fundación, Hermandad y Destino, ensayo (1957); Vaga memoria de cien años (1940) y el texto Apología de Bilbao que apareció por primera vez, de forma anónima, en el “Libro del centenario del banco de Bilbao” (1957). En 1932, con el seudónimo “Xavier de Izaro” publicó Sánchez Mazas un folletón de “El Sol” titulado El contraste de las temperaturas. Póstumamente aparecieron Sonetos de un verano antiguo (1972) y su novela Rosa Kruger (1984).
Además de sus colaboraciones esporádicas en el diario “Arriba España” de Pamplona, donde publicó artículos políticos, Navarra aparece en su obra como una perdida Arcadia o como el escenario de sus evocaciones literarias. Y esto, es una de las características fundamentales de su obra: la evocación nostálgica de mundos desaparecidos irremediablemente.
Le interesaba un mundo, una Navarra, que difícilmente existía en otra parte que en su imaginación: una economía estable y junto a ella el dato pintoresco del buhonero, las memorias familiares, la infancia y la adolescencia perdidas y reconquistadas.
En cualquier caso, Navarra, o más concretamente Pamplona, aparece por primera vez en la obra de Sánchez Mazas en 1929, en una conferencia pronunciada en San Sebastián y publicada en el número correspondiente a los meses de octubre-diciembre de la “Revista Internacional de Estudios Vascos” de aquel año. Esta narración breve, más que una conferencia, lleva por título La famosa noche de Robinson Crusoe en Pamplona, precedente de la narrativa fantástica española que empezó a publicarse en la inmediata posguerra y que ha dado figuras como la de Álvaro Cunqueiro y la de Juan Perucho. Narrativa en la que tienen un papel dominante los datos de rara erudición, debidos muchas veces a la imaginación del autor, el viaje al pasado y la fantasía histórica.
En esta narración, mostró su erudición, su gusto por la Italia renacentista y por el mundo clásico, así como una escritura rica en matices, enjundiosa, características de su prosa. El dato del que parte para construir su relato es un brevísimo episodio del libro XVI del Robinson Crusoe de Daniel Defoe titulado Fortuna de Robinson. Camino de Francia, Robinson debe detenerse en Pamplona a causa de la nieve durante veintiún días. Corre el mes de noviembre de 1687. Pero poco o nada de lo que pudo ser esa Pamplona de la España de Carlos II el Hechizado aparece en la narración de Sánchez Mazas. Todo lo demás es una hermosa fantasía, la recreación plástica del interior de una posada en la que se encuentran y confrontan el séquito de Robinson Crusoe con sus arreos del Pacífico y el de Cosme III de Médicis. La ciudad, e incluso la realidad de la época no son más que un decorado de segundo plano, un pretexto.
Destaca, sin embargo, la referencia a un pastor navarro de los que Sánchez Mazas tenía, al igual que de los almadieros, una idea absolutamente literaria e idílica. Es el pastor que emplea sus horas de ocio o de soledad en tallar en un palo rosas y estrellas o que, si es muy diestro, labra la imagen del Arcángel San Miguel de Excelsis, patrón de las montañas, y que le sirve como contrapunto para trazar un retrato de Robinson tallador de muescas a espaldas de Dios, algo excesivo.
En “Las aguas de Arbeloa”, conjunto de narraciones breves, prosas eruditas y notas de viajes, aparecen dos capítulos dedicados a Navarra: S. M. Don Francisco de Asís en baños de Fitero y Los almadieros, en Sangüesa. La visita que Sánchez Mazas realizó a los baños de Fitero le dio pie para la evocación de la visita de don Francisco de Asís y para una disgresión sobre el origen de los Borbones y su vinculación a las aguas termales. Divagación erudita y pintoresca, que también ha sido señalada como una de las características de la prosa periodística -del columnismo- del autor. El relato de los almadieros en Sangüesa, su estancia en la posada del Mozo Coches, la preparación de las almadías, sus hábitos alimentarios, quedará como un curioso testimonio literario de un oficio desaparecido y poco más.
Su interés por los almadieros navarros es superficial; sólo parece ver en ellos una anécdota perteneciente a un mundo arcádico.
En el diario “Arriba España”, y más tarde en la revista “HAZ”, apareció otro texto de Sánchez Mazas dedicado a Navarra. Se trata también de una curiosa divagación histórica, con sus alardes de erudición, y de una interpretación literaria de la historia del Príncipe de Viana, Carlos, y de su padre Don Juan II de Aragón y Cataluña. Pero no pasa de ser un artículo literario, excesivamente literario como suavemente se lo reprochaba Ángel María Pascual* en “Amadís” con pretensiones de análisis de las figuras de esos dos personajes de la Historia Navarra.
Para Sánchez Mazas “el tema de la lucha del padre y el hijo -Navarra y la lucha del padre y el hijo se titula el texto- se ha repetido muchas veces, desde las leyendas y documentos más remotos, en las ficciones de la poesía y en la realidad de la historia. De esta infinita variedad puede sacarse un esquema ideal completo, que probablemente se acercaría en su estructura a combinar con la tragedia griega el poema cristiano medieval. Este esquema no se encuentra, como parecería natural, en ninguna obra literaria y en cambio se encuentra con precisión asombrosa en la Historia del Reino de Navarra y en la vida del Príncipe de Viana”. Desde Pompeyo frente a su padre Estrabón, a Carlos de Viana frente a Juan II, pasando por Carlos VII y el infante Don Jaime, Sánchez Mazas evoca los mundos que pudieron ser y no fueron. Frente a las precariedades políticas de su padre, Carlos de Viana representa lo nuevo, la idea moderna de su tiempo, la vuelta a los clásicos, el gusto por la poesía toscana, el nuevo concepto de la vida y la política. Todo lo que fue el modelo de vida y de sociedad en el que creyó Sánchez Mazas. Frente al realismo del padre, la fantasía del hijo, el orden nuevo. O el mundo viejo acaba con el nuevo o es este el que acabará con el viejo. Es discutible que el motor de la historia de Navarra sea la pugna entre estos dos personajes, entre estos dos mundos por ellos representados, aunque sí puede servir como metáfora de las aspiraciones políticas de Falange Española en los años treinta y cuarenta.
En definitiva, Navarra aparece como una tierra idílica en la que perviven amables tradiciones, una tierra y unas gentes apacibles y nobles, con un honroso pasado, y como un pretexto para sus divagaciones históricas y literarias.
Bibliografía
J. C. Mainer, La edad de Plata (Madrid, 1974); J. C. Mainer, Falange y Literatura, (Barcelona, 1971); G. Torrente Ballester, Panorama de la Literatura Española Contemporánea (Madrid, 1965); J. M.ª Alfaro, J. M.ª de Areilza, L. Calvo y otros, en los trabajos que encabezan el libro de Sánchez Mazas Apología de Bilbao (Bilbao, Biblioteca Vascongada Villar, 1969); G. Morán, Los españoles que dejaron de serlo (Barcelona, 1982).