PASCUAL VISCOR, ÁNGEL MARÍA
PASCUAL VISCOR, Ángel María
(Pamplona, 1911-1947). Escritor y periodista. Cursó estudios de derecho y se doctoró en Filosofía y letras. También realizó estudios de Magisterio y de solfeo y piano hasta adquirir el grado de profesor. Dominaba varias lenguas y poseía una sólida formación religiosa y humanística que se refleja en su obra, junto con una gran curiosidad intelectual orientada hacia los campos más diversos del saber y de la creación artística.
En 1925 comenzó a colaborar en el “Diario de Navarra” de la mano de su mentor Fermín Yzurdiaga* en unas secciones que llevaban por títulos “Cymbalum Mundi” y “Tijerefonemas”, entre otros. “Hacían, dice Rafael García Serrano, una página no sé si semanal, decenal o quincenal muy bien compuesta de texto y con nuevos gustos tipográficos, más influidos por “Cruz y Raya”. Pero su colaboración más importante fue la sección “Silva curiosa de historias” que con una periodicidad diversa publicó de 1931 a 1937.
Se afilió tempranamente a Falange Española y al comienzo de la guerra civil, tras una brevísima estancia en los frentes de combate, fue cofundador, con F. Yzurdiaga, del diario “Arriba España” del que sería director y luego redactor jefe hasta su muerte. Así mismo fue el editor y artífice de la revista “Jerarquía“*.
Además de su trabajo diario en “Arriba España”, colaboró en “El Español”, con sus Cartas de Cosmosia, breves artículos de actualidad vistos y tratados desde el prisma de una pequeña capital de provincia, en “Juventud”, “La estafeta literaria”, “Vida Vasca”, “Vértice”, “Santo y Seña” y “La Voz de España” de Santiago de Chile, entre otras.
Desempeñó los cargos de delegado Provincial de Educación Nacional de Navarra, jefe Provincial del Sindicato del Papel, Prensa y Artes Gráficas, presidente de la Asociación de la Prensa de Pamplona, director de “La Hoja del Lunes”, concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Pamplona.
A su muerte, Eugenio D´Ors, de quien había sido un fervoroso discípulo, le dedicó unas emocionantes glosas; una de las cuales terminaba diciendo: “¡Solitarios del mundo, uníos!”.
La influencia del pensamiento y de la estética de Eugenio D´Ors en A. M. Pascual, primero a través de Yzurdiaga y más tarde a través del trato personal con el propio D´Ors, se refleja tanto en su estilo literario, mezcla de clasicismo y barroco, como en la preocupación moral por la obra bien hecha que animó todos sus trabajos.
Este doble magisterio lo reconoce el propio Pascual en las respuestas a un cuestionario de la revista “La Estafeta Literaria” (número 25, abril de 1945). Las preguntas eran: “¿Cuándo, cómo y por qué comenzó a dedicarse a la literatura?”. Las respuestas de Pascual fueron: “Creo necesaria antes una confesión. Estas palabras solemnes: literatura, cultura, sabiduría y arte, me asustan mucho. Yo veo la literatura a través de los oficios humildes y gloriosos de la tipografía y del periodismo que imprimen su carácter artesano, violento, ofensivo, actual y tendencioso a todo lo que sus siervos podamos lanzar por otros caminos de las letras. Después, la respuesta a ¿Cuándo?, en 1929, a los diecisiete años, siendo todavía estudiante. ¿Cómo?, escribiendo artículos sobre política internacional, sobre artes viejas y nuevas, y sobre humildes, inéditas y antiguas historias de Pamplona, que lleno entonces de ilusiones casi medievales, soñaba que fuesen para mi ciudad, una sombra de ´istorie florentine´. ¿Por qué?, por las lecciones diarias de inquietud y buen gusto que recibía de don Fermín Yzurdiaga, y porque en su mesa de trabajo abrí por primera vez unos meses antes, ´La Gaceta Literaria´ de Ernesto Giménez Caballero y los volúmenes del Glosario de Eugenio D´Ors.” Este texto resume bastante bien el mundo literario de Pascual.
Quienes le trataron, entre ellos Ernesto Giménez Caballero, señalaron también esa influencia orsiana: “Todo el teoricismo de don Eugenio sobre lo sindicalista. ´Las formas que vuelan, la categoría y la anécdota artesanal´ Ángel María logró aplicarlo en la confección de la revista ´Jerarquía´ y en sus propios escritos”. Y no sólo ahí, también en la superación del provincianismo, en la apertura de miras, en ese ni secar fuentes ni abandonarse a torrentes del que trató D´Ors en su Glosario pamplonés, en el esfuerzo por el trabajo gustoso que también son características de las empresas llevadas a cabo por Pascual. Fue Ángel María Pascual quien desde las páginas de “Arriba España” y de las de la revista “Jerarquía”, lanzó llamadas a D´Ors y aplaudió su llegada a Pamplona.
Director y redactor jefe de “Arriba España”, el trabajo de Pascual en este periódico fue diario desde su fundación. A su cuidado, sobre todo en los primeros años de vida del periódico, estuvieron su aspecto gráfico, sus ilustraciones, la disposición tipográfica y el diseño. Las colaboraciones de Pascual en “Arriba España”, con o sin firma, consistieron en artículos doctrinarios y políticos, de una inusitada dureza o de un raro rigor frente a todo lo que consideraba socialmente inútil: el caciquismo, el señoritismo, la ramplonería del provincianismo y los políticos en busca de prebendas, coyunturales o literarios. Su sección Gaceta y Grande Teatro del Mundo acogerá indistintamente este tipo de artículos, lo mismo que la titulada Brújula y otras varias.
También colaboró con unas extraordinarias viñetas que ilustraban bien sus propios escritos, bien acontecimientos cotidianos o bien artículos ajenos. Resultan especialmente llamativos los que ilustraban sus artículos de Silva Curiosa de Historias. La importancia del grafismo de Ángel María Pascual ha sido señalada por todos los que se han ocupado de su obra. Giménez Caballero llegó a decir que introdujo un nuevo estilo gráfico en España.
Podría achacársele a Pascual, lo mismo que a Yzurdiaga, que bajo la influencia de D´Ors, cargara sus artículos de una retórica ampulosa, y fraseología neobarroca. Esto puede ser cierto sólo en parte. Hay otras influencias en su prosa, otro estilo mucho más rico que el de su mentor Yzurdiaga en cuanto a referencias culturales, personales e imaginativas.
En “Arriba España”, aparecieron de sus Glosas a la ciudad, que por haber visto la luz en forma de libro son más apreciadas que otras no de estricta temática ciudadana que permanecen entre las páginas del periódico y que son de una extraordinaria calidad literaria, como por ejemplo su “Deploración sobre un navío que acaba de morir” que anuncia un nuevo género de artículos y de narraciones que más tarde escribirían Cunqueiro o José María Castro-Viejo. Los motivos de los escritos literarios de Pascual son los hechos más anodinos de la realidad cotidiana, los más intrascendentes o los más relevantes, mostrados siempre desde su cara oculta.
Para entender los artículos políticos de Ángel María Pascual, en particular sus Cartas de Cosmosia publicadas en “El Español” es preciso tener en cuenta cuál fue su actitud hacia la política nacional y hacia el nuevo régimen desde su posición de militante falangista ortodoxo. A la luz de sus escritos, entre 1936 y 1945, queda claro que Pascual fue el entusiasmo al desengaño. Pascual creyó firmemente en los presupuestos más incómodos, más difíciles, de la ideología falangista, creyó asimismo en la posibilidad de una auténtica revolución nacional de ideología joseantoniana; pero la realidad fue muy otra. Y esta decepción, esta conciencia de una supuesta oportunidad perdida, es un tema recurrente de sus escritos. No hay más que leer el último poema, Envío. Capital de tercer orden. La obra publicada por Ángel María Pascual es la siguiente: Amadís (Madrid. 1943); Don Tritonel de España (Madrid, 1944). Póstumamente aparecieron Capital de tercer orden (Pamplona, 1947); Catilina, una ficha política (Madrid, 1948); San Jorge o la política del dragón (Madrid, 1949), su traducción del tratado de Dante De Monarchia (Madrid, 1947), la recopilación de sus Glosas a la ciudad (Pamplona. 1963) y la de Silva Curiosa de Historias (Pamplona, 1987).
Amadís es una fantasía literaria en la que Pascual recrea el personaje del caballero Amadís de Gaula trasportándolo al mundo contemporáneo o más concretamente a la época que le tocó vivir a su autor, la guerra civil y la posguerra en sus aspectos políticos. Es un relato épico, de libro de caballerías; pero con diálogos teatrales, Pascual introduce personales contemporáneos (D´Ors Azorín, Sánchez Mazas, Luys Santamarina, Díaz Plaja) que son otros tantos homenajes a sus autores más queridos y trata de comunicar el mensaje de la Falange. No se trate de una biografía, ni de una novela ni de una recreación estrictamente histórica. Dejando a un lado la evidente originalidad de la estructura de la obra, entre la novela, el poema y el teatro, lo que trató Pascual, con su personal y rico estilo, fue dar a lo contemporáneo lo que él creía que era su contenido permanente; el ejemplario, “aquello que se repite, a lo largo de los siglos, en situaciones paralelas”, en palabras de Tomás Borrás.
Don Tritonel de España, obra brevísima, es de parecida estructura y similar contenido que la anterior, aunque su mensaje político sea mucho más claro y preciso sin que aje la calidad de la prosa. En esta obra, Pascual habla del amor del disgusto a España, amor del desengaño por el sueño truncado de una España mejor, de la vida como milicia, del ideal caballeresco, del caudillo, el orden nuevo y la unidad de destino, para terminar con un “por el imperio hacia Dios”.
Capital de tercer orden es un claro precedente, según Dámaso Santos, de la poesía social española que gozaría de su mayor fortuna unos años más tarde. Es una obra llena de desolación, de melancolía, de desengaño; pero a la vez de rebelión contra el mundo del aburrimiento pardo provinciano, de la brutalidad, de la ramplonería de unas vidas llenas de tedio. Ahí está su fuerza, y la utilización del lenguaje coloquial y el tono narrativo de los poemas no vienen sino a subrayarla.
Catilina, una ficha política acaso sea su obra más acabada. Al igual que en Amadís o en Don Tritonel, no se trata estrictamente de una biografía del rebelde Catilina o de una mera reconstrucción de la época de la conjuración contra la aristocracia romana. Pascual utilizó y se refirió en esta obra a las fuentes clásicas: Salustio, Cicerón, Plutarco, pero el resultado va más allá incluso de la pretendida reivindicación histórica de la figura de Catilina como luchador por el pueblo. Se trata, una vez más de la interpretación del personaje y de su entorno, a la luz de las circunstancias de la época concreta en que vivió Pascual y de su ideología falangista.
“Como no soy historiador, sino periodista -dice Pascual-, he escrito un libro tendencioso, subjetivo y apasionado, con la rabia de los teletipos en la cabeza y con la palpitación de la actualidad en las cuartillas. Así ha brotado día tras día la historia total e inédita de una desilusión”.
Para Pascual, Catilina representaba la justicia social, el oponer frente a corrupción, desidia y tradiciones sin valor, la plebe y la juventud, la lucha contra un régimen político caduco, el intento de crear un orden social nuevo y de conseguir un mando único, presupuestos todos ellos de la ideología en la que creía firmemente el autor de esta singular obra de interpretación histórica que termina con un lamento por el orden que no pudo ser.
Lo dicho para Amadís y Don Tritonel es válido en lo fundamental para San Jorge y la política del dragón: anacronismos voluntarios, referencias a la política de su época y a sus contemporáneos, y claro mensaje político disfrazado de fantasía literaria escrita con un lenguaje muy rico.
En 1963, con el patrocinio del Ayuntamiento de Pamplona, se publicaron recogidas en un volumen una selección de las Glosas a la ciudad que habían aparecido diariamente en Arriba España entre 1945 y 1947. Todo lo que en sus primeros artículos e incluso en su Amadís era una mezcla de clasicismo y barroco, con mayor predominio de este segundo, se transforma en sencillez en las glosas; una sencillez que no renuncia a la riqueza del lenguaje, a la descripción exacta, al detalle minucioso y a un lirismo nada banal, alcanzando la intensidad del poema en prosa.
Pecarán a veces, si se quiere, de una nostalgia complaciente hacia un mundo amable, mucho más amable que la época concreta en que estas glosas fueron escritas; pero también expresan el deseo de una ciudad mejor, de una sociedad mejor. Podrá mostrarse irónico, humorístico, mordaz o melancólico o entusiasmado hacia las cosas y las gentes de su ciudad; pero al fondo, como en los grabados de Duero, como en el paisaje que describe en su San Jorge y la política del dragón, siempre está la Capital de tercer orden que Pascual quiso mejorar.
En 1987, se publicó una selección de Silva Curiosa de Historias. Se trata, como el mismo Pascual dijo, en la entrevista ya citada de La Estafeta Litetaria, de la recreación de historias “inéditas y antiguas”, de Pamplona, de los siglos XVI al XIX, que componen un mosaico de los oficios, las devociones, los afanes, las diversiones, los grandes y pequeños acontecimientos que dejaron su huella en los legajos, los personajes de primer y segundo orden, los hechos de armas de la ciudad, unas viñetas escritas en un estilo voluntariamente anacrónico, paródico de un lenguaje arcaico y llenas de humor.
Bibliografía
J. Aparicio, Españoles con clave (Barcelona, 1945). T. Borrás, Retratoteca (Madrid, 1972). A. Clavería, “Ángel María Pascual”, “Alcalá”, núm. 57 (1954). J. del Burgo, Conspiración y Guerra Civil (Madrid, 1970) R. García Serrano, La gran esperanza (Barcelona, 1983). E. Giménez Caballero, Memorias de un dictador (Barcelona, 1981). P. Laín Entralgo, Descargo de conciencia, Barral editores (Barcelona, 1976). J.C. Mainer, Falange y Literatura (Madrid, 1971). J. Onrubia, Escritores Falangistas, T. II (Madrid, 1982). J.M. Pérez Salazar, “A los XXV años de la muerte de Ángel María Pascual”, “El Pensamiento Navarro” (Pamplona, 30.4.72). D. Ridruejo, Casi unas memorias (Barcelona, 1976). D. Ridruejo, Sombras y bultos (Barcelona ,1977). D. Santos, Generaciones juntas (Madrid, 1962) y D. Santos en el Prólogo a Conversaciones con Guillermo Díaz Plaja (Madrid, 1972).