MOBILIARIO POPULAR
La artesanía tradicional ha perdido la primera razón de ser; su utilidad práctica ha sido sustituida por un interés decorativo.
Los muebles más antiguos de la casa rural son los arcones, arcas, bancos y zizillus, ampliamente difundidos en la Edad Media. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII se introducen las sillas, armarios, mesas y vajilleros. En el siglo XIX, el armario ropero desbancará definitivamente al arcón y al arca, no en el uso (que ha llegado hasta nuestros días), sino en su producción. Esta somera reseña debe tomarse como tal y teniendo en cuenta que trata de sintetizar (a partir de lo poco que se conoce de nuestro mobiliario popular) para poder referirse a toda Navarra, toda vez que la variedad y calidad del mueble tradicional son muy variadas, según las zonas y épocas.
Los arcones y arcas son los muebles más ornamentados, con mayor calidad y variedad de técnicas. En cuanto a diseño, los vajilleros rústicos son los que ofrecen un mayor sentido estético y soluciones originales más ingeniosas. Los motivos más generalizados son los geométricos, siguiéndoles en importancia, los astrológicos, florales, animales y humanos. Las técnicas son variadas según el tipo de mueble y época: talla a gubia, moldurado, recorte, bajorelieve, incrustación, pintura, policromía, panelado, torneado, grabado y punteado.
La madera es la materia prima del mobiliario popular, habiéndose utilizado todas las autóctonas. Atendiendo siempre a las disponibilidades de las zonas, los más utilizados han sido el roble, castaño, nogal, pino y chopo, en los muebles de calidad (sobre todo las tres primeras) encontrándose otros tipos como haya, fresno o álamo, en sillas, bancos o taburetes de sencilla o rústica construcción.
El hierro forjado ha sido la base de los elementos auxiliares como bisagras, clavos, goznes, pestillos, picaportes, tiradores, cerraduras, llaves, cubrellaves, etc, en ocasiones tienen gran importancia, incluso como elementos base de la decoración. En cada grupo mobiliar se señalan más detallosamente el papel de estos elementos.
Puertas y ventanas
Se distinguen a primera vista dos tipos, atendiendo a su modo de construcción; de bastidor, con ensamblaje a mortesa-espiga-clavija y cuarterones o platabanda o superpuestos; éstos suelen tener relieves con aristas biseladas o molduradas solamente por un lado y en ocasiones pueden estar tallados, recortados en diferentes formas o siguiendo el contorno del bastidor. Es frecuente la utilización de dos tipos de madera, de suerte que el pino se emplee en el bastidor y el roble o nogal en los cuarterones. Este tipo ha sido el característico de las “casas pudientes” en contraposición a las de travesaños, más rurales o populares, menos influenciadas de las modas y corrientes artísticas. De travesaños: se conforman de dos o más tablas ensambladas a media madera o machiembra con refuerzo en una cara, de travesaños (tres normalmente) clavados con puntas de forja remachadas. Es corriente que los bordes de la machiembra estén moldurados para disimular lo mejor posible la junta de las piezas.
Las ventanas (de una o dos hojas) suelen tener un ventanillo que gira por bisagras, o por corredera sobre travesaños. Los portalones de entrada suelen ser de una o dos hojas, con un fuerte bastidor que recibe tablas ensambladas o machiembra y clavadas. Una de las hojas suele estar dividida en dos, a modo de ventanillo, aunque en el sur de la Zona Media y en la Ribera se encuentra un tipo de portón amplio con una puerta más pequeña intercalada en el centro, que sirve para el tránsito de personas, abriéndose el conjunto para el paso de caballerías y carruajes. Es en estos portones de entrada donde ciertos elementos auxiliares como bisagras, cubrellaves y, sobre todo, picaportes y clavos, tienen una gran importancia, asumiendo un papel solamente funcional, sino netamente decorativo (clavos, bisagras y cubrellaves) y artístico (picaportes y aldabas).
Mesas
Existen dos tipos según sea el lugar de la Casa donde estén ubicadas. Así aparecen las grandes mesas de celebraciones y banquetes alojadas en las entradas, pasillo superior o dependencia-comedor. Ya en la Baja Edad Media debieron utilizarse siendo de grandes dimensiones. En los siglos XVI, XVII, XVIII se consolidó un tipo de mesa con dos patas ensambladas entre sí por ligaduras de hierro forjado y al tablero por travesaño a cola de milano, corrida y en cono. Es frecuente que en estos modelos el tablero sea de una sola pieza y que las patas tengan recortes decorativos y tallas en los cajones.
En el siglo XIX, está plenamente introducido este tipo de mesa en la casa rural y aparecen con abundancia las patas torneadas con bastidor de unión, corrido al tablero, que se sujeta por clavijas de madera o clavos de forja. Generalmente son rectangulares y su tamaño 2,20 x 0,80 m. Los recortes y los biselados suelen ser las técnicas ornamentales más abundantes, perdiéndose la talla.
Las mesas de cocina han sido levadizas en general, pudiendo estar adosadas a la pared o al escaño (zizillu): el giro se puede efectuar por bisagras o por pernio de madera. El estilo y tamaño varían enormemente en los dos tipos señalados, según las zonas y épocas. También ha existido un tipo de mesa muy rústica, utilizada por pastores, leñadores y carboneros consistente en cuatro estacas clavadas en la tierra de la chabola y un tablero confeccionado por ramas de avellano, cepa de castaño, fresno, arramo, etc., trenzadas al modo de las espuertas*
Asientos
Para las mesas de comedor, los bancos han sido las piezas fundamentales; de dos patas, con ensamble a tabla-asiento y respaldo por cola de milano corrida y reforzada por clavos de forja o clavijas de madera: las aristas biseladas, redondeadas o molduradas y en los travesaños de las patas hay recortes realizados a gubia e incluso tallas de “uña” o “cordón”. Los taburetes suelen ser de tres o cuatro patas, unidas en cono a la rústica taba que sirve de asiento, por presión con refuerzo de cuñas de madera.
Armarios
Por el modo de construcción existen tres tipos:
Empotrados, de una, dos o cuatro puertas, que giran por medio de bisagras, estando sujetas a un bastidor encastrado en la pared. El resto de variantes son las mismas que en los demás armarios, según sean rurales o influenciados por corrientes artísticas diversas.
Rústicos: Las laterales son de una sola pieza de madera, con trasera maciza.
De bastidor: armados sobre cuatro pilastras pueden tener múltiples ensambles, pero siempre a mortesa-espiga-clavija. Los mejores ejemplares son los roperos, normalmente de dos puertas, con cajón interior o exterior. Es frecuente ver las aristas, tanto del bastidor como de los cuarterones, molduradas; tallas en el cajón y travesaños frontales con motivos animales y florales, a menudo inspirados en los estilos provenientes de Francia. La época de esplendor de este mueble abarca los siglos XVIII y XIX.
Las técnicas decorativas más usuales son el moldurado, recorte (en los travesaños inferiores), bajorelieve, talla (en las patas y travesaños frontales), pintado, policromado e incrustación. El bastidor de las puertas en sí puede ser un elemento ornamental con formas curvilíneas muy diversas.
Vajilleros y aparadores
Existen cuatro tipos fundamentales:
De obra: En las cocinas, hechos a base de ladrillo y completamente recubiertos de yeso; pintados con colores minerales o cal viva. El único detalle ornamental que en ocasiones aparece es ondulado de los laterales y cortinas en la parte inferior (destinada a vasijas para agua, aceite o embutidos).
Rústicos: Construidos al estilo de los armarios del mismo tipo, siendo relativamente abundante el ensamble a mortesa-espiga y clavija saliente. La zona de baldas es la más importante y no suele tener trasera.
En los valles de Odieta y Ultzama aparecen unos vajilleros con la techumbre en forma de tejado con vertiente a dos aguas, al estilo de las arcas góticas tan extendidas por toda Europa.
De bastidor: Pueden ser de uno o dos cuerpos; éstos últimos, a su vez, pueden estar armados en una pieza o formados por dos piezas. El cuerpo bajo, siempre tiene trasera y cajones; el cuerpo superior, destinados a baladas, a veces también tiene en los extremos, pequeños armaritos y la trasera puede ser maciza o al aire.
Este tipo de vajillero, inspirado en la credenza italiana, sustituyó probablemente a los aparadores de obra, siendo sus zonas más ricas los valles de Erro, Aézkoa, Salazar, Baja Navarra y Baztán y su época floreciente desde el último tercio del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XX, en que fueron sustituidos los vajilleros acristalados, mucho más estrechos.
Camas, mesillas y cómodas
La cama no ha sido un elemento mobiliar importante dentro del ámbito popular, ya que fue el rústico catre de fuerte armazón, con jergón de hojas de maíz, el lecho más generalizado. A pesar de que existen camas de gran solera como las policromadas (con o sin dosel), es muy difícil encontrar otros tipos, ya que en el siglo XIX, la aparición de la cama de hierro y las llamadas “de barco”, arrinconaron o mandaron a la hoguera la mayor parte de las precedentes. No obstante, en las policromadas, de rústico dibujo y ejecución, se aprecia un digno sentido de la composición y combinación de colores, junto a motivos decorativos florales, astrológicos y animales.
Las mesillas y cómodas no aparecieron en la Casa rural hasta finales del siglo XIX y no se aprecian caracteres de construcción ni diseño, de índole popular.