MEGALITISMO
MEGALITISMO
Navarra recibe el impacto del fenómeno megalítico, que afecta a casi toda Europa Occidental, a lo largo del IIIer milenio a. C. Por tradición se vienen incluyendo dentro de la denominación “cultura megalítica” una variada serie de monumentos no siempre construidos con grandes piedras, como los dólmenes* (en bretón “mesa de piedra”), los túmulos* (montículos artificiales de tierra y piedra que no encierran estructuras megalíticas), los cronlechs* (círculos delimitados por mojones de piedra) y los menhires* (en bretón “Piedra larga”, hitos de piedra que destacan en el paisaje).
Si bien se sabe que la motivación de dólmenes, túmulos y cronlechs fue funeraria, no ocurre lo mismo con los menhires, cuya finalidad exacta se desconoce. Los elementos que caracterizan a cada una de estas manifestaciones arqueológicas son diversos. Un dolmen consta de una cámara sepulcral delimitada y cubierta por grandes losas y que, por motivos constructivos o rituales, suele estar dotada de un túmulo que inicialmente la cubría. La erosión ha hecho que desaparezca el túmulo, dejando visible la cámara, casi siempre desprovista de cubierta. En la clasificación más generalizada de monumentos dolménicos, atendiendo a su planta y capacidad, se identifican tres tipos primarios y numerosas variantes. Son el dolmen simple, el sepulcro de corredor y las galerías cubiertas, pero la deficiente conservación dificulta su estudio.
En Navarra, de los casi trescientos dólmenes catalogados no llegan a una cuarta parte los que conservan una traza segura, los restantes o se han desplomado o les han sido arrancadas losas, con lo que su planta primitiva resulta muy hipotética. El tipo dominante es el “dolmen simple abierto”, con su cámara de tres lados y superficie interna superior a 1 m2 (Ejemplo: “Miruatza“* en Echarri-Aranaz) Siempre queda la duda de si se trata de un dolmen de cuatro lados, “dolmen simple cerrado” que ha perdido uno de sus lados, o si era un “sepulcro corredor”. Este tipo se caracteriza por estar dotado de una cámara y un pasillo diferenciado de lajas más pequeñas en ocasiones sin cubierta (ejemplo: “Arte´ko Saro*” en Urbasa); pasillo que ha podido desplomarse dando la impresión de que se trata del mismo túmulo. También se conocen algunas “galerías cubiertas” con su planta rectangular y su túmulo ovalado como la de “Arrako*” en Roncal. Como ejemplares únicos, a caballo entre el “sepulcro de corredor” y las “galerías cubiertas” deben citarse los monumentos de Artajona, con las puertas perforadas para facilitar la reutilización, que los relacionan con tradiciones de la Cuenca de París o de la región andaluza.
Es habitual la utilización de materiales que ofrece el medio en que se levantan: areniscas en Artajona y Echarri-Aranaz, calizas en Aralar y Roncal. El carácter de panteón familiar de los monumentos dolménicos lo confirman el número de individuos depositados en cada dolmen y los ajuares que les acompañan, que indican la vigencia de su empleo durante casi dos milenios en algunos casos. De las otras manifestaciones megalíticas se conocen menos datos. Los túmulos y cronlechs excavados en Navarra son muy escasos para poder conocer las normas constructivas, tipología, ritual e incluso cronología. Una catalogación minuciosa de los ya conocidos, alrededor de un centenar, y la prospección sistemática y posterior excavación rigurosa son tareas urgentes. Pudieran tratarse de monumentos sepulcrales propios de la Edad del Bronce y Hierro, vinculados al ritual de la incineración. Sin embargo, algunos de Baja Navarra excavados por Blot, no contenían ni siquiera un puñado de huesos calcinados o cenizas que confirmaran tal rito, lo que los convierte más en cenotafios que en verdaderas sepulturas.
Por último los “menhires”, catalogados por Peñalver, con tipología variada, resultan de difícil atribución cultural por carecer de contexto arqueológico. La memoria popular en muchos casos les ha rodeado de leyendas como al de Ata o “Erroldan Arriya” en la Sierra de Aralar, primer monumento de esta naturaleza descubierto en Navarra por Iturralde y Suit en 1894. Acerca de él cuenta la tradición que lo lanzó Roldán desde el Santuario de San Miguel contra los habitantes de Madoz, quedando a medio camino por habérsele enredado en el manto en el momento del disparo.
Las estaciones megalíticas se concentran en la montaña con pequeños islotes como Artajona, o los menhires de Javier Los Arcos en la Navarra media. (Sector dolménico*, dolmen*, cronlech, menhir*).