GAINZA, GABINO
GAINZA, Gabino
(Pamplona, 1754-Méjico, ca. 1822). Militar de noble linaje. Sus orígenes no son bien conocidos, ya que frecuentemente se le ha atribuido nacimiento guipuzcoano. Ingresó muy joven en el ejército (1768). Sirvió sucesivamente en la guarnición de Orán, América (1780) -durante la guerra de la independencia de las Trece Colonias en que tomó parte con las tropas españolas que apoyaron a los insurrectos-, Perú (1784), España -como inspector general del ejército- y otra vez en Perú, donde dirigió la defensa de Trujillo frente a los ataques corsarios, generalmente británicos. Allí permaneció hasta el estallido de las guerras de Emancipación, en las cuales acabó por verse envuelto y por luchar a favor de la independencia respecto de España.
En 1801 era coronel, y caballero de la orden de Malta; había entroncado con la rica burguesía criolla de Guayaquil al contraer matrimonio con Gregoria Rocafuerte, hermana del futuro presidente del Ecuador Vicente Rocafuerte. Alcanzó el grado de brigadier en 1811.
En 1814, el virrey del Perú -Abascal- lo nombró jefe el ejército realista que luchaba contra los autonomistas chilenos. Sostuvo contra ellos una desigual campaña, que abocó al tratado de Lircay, en virtud del cual el gobierno patriota chileno reconocía como rey a Fernando VII (III de Navarra) y se comprometía a enviar diputados a las Cortes españolas (de las que Gaínza y sus contendientes no tenían noticia de que se habían ya disuelto, ni mucho menos que habían dado paso a la reimposición del absolutismo por el rey Fernando). En realidad, Gaínza no tuvo intención de cumplir el tratado sino de ganar tiempo. Pero sus secretas intenciones ni fueron conocidas por el virrey ni de hecho le permitieron acabar -como Abascal deseaba- con el gobierno autónomo de Santiago, así que el propio Abascal envió otro ejército, al mando de Mariano Osorío, e hizo regresar a Gaínza, que fue procesado y arrestado en Lima, donde permaneció hasta 1816.
Vuelto a España, se le designó subinspector del ejército en Guatemala, adonde llegó a principios de 1820, y donde, en 1821, el capitán general Carlos de Urrutia -criollo de origen al parecer vizcaino- le delegó el mando militar y civil. Los independentistas guatemaltecos creyeron ver en Gainza -y acertaron- un posible apoyo a sus propósitos separatistas; aceptó y, todavía en 1821, se constituyó una Junta provisional consultiva, cuya presidencia -que equivalía a la jefatura del Estado que así nacía- se confió al propio Gainza, con el título de capitán general.
Para comprender esta evolución hay que tener en cuenta las circunstancias que se daban en aquellos días en la metrópoli, donde discurría el llamado Trienio constitucional. Las actitudes de Gaínza ante las doctrinas liberales no se conocen con seguridad y sus actuaciones al respecto -desde 1812 a 1821- tampoco lo aclaran, porque resultan en cierto grado contradictorias. En todo caso es obvio que en su decisión pesó, por una parte, la convicción de que la metrópoli tenía ya poco que hacer -entre otras razones, por la misma división de los gobernantes y militares españoles entre absolutistas y constitucionales, que fue lo que debilitó definitivamente la capacidad de resistencia de España en América- y, por otra, el ejemplo de lo que simultáneamente hizo en el virreinato de Nueva España otro oriundo de familia navarra, Agustín de Iturbide*, quien, por defender el poder absoluto de Fernando VII (III), empezó por negar obediencia a las autoridades españolas del Trienio constitucional y acabó por proclamarse emperador de Méjico.
Gainza se declaró partidario de unir Guatemala a Méjico, manteniendo el conjunto como monarquía, y, de acuerdo con Iturbide -que envió tropas con ese mismo fin-, logró que en 1822 la América central se incorporase efectivamente -aunque de forma efímera- al Imperio mejicano. Pese a ello, Iturbide no confiaba en él y, todavía en 1822, lo relevó de la presidencia de la Diputación provincial que el mismo Gaínza había formado para institucionalizar la supeditación al Imperio. El pamplonés pasó a Méjico y allí debió de morir, según unos en el mismo año 1822, aunque el dato no parece suficientemente claro.