AGUSTINAS
Adoptada la regla de San Agustín en la Edad Media por numerosas comunidades de religiosas, no todas ellas se incorporaron a la Unión general de La Orden (1256). Fue el caso de la de San Pedro de Ribas de Pamplona, cuyo origen se debía al obispo Pedro Jiménez de Gazólaz, que aplicó aquella regla (1244) a unas “dueñas” instaladas en Acella y trasladadas poco después (1247) al monasterio de San Pedro, bajo la inmediata dependencia del diocesano.
La rama femenina de la Orden de San Agustín se introdujo en Navarra en el siglo XVII con la fundación de un convento de recoletas en Pamplona por concesión de Felipe IV (VI de Navarra) hecha en 1624 a su secretario de Estado, Juan de Ciriza, marqués de Montejaso, aunque la clausura no pudo imponerse hasta 1634, una vez terminadas las obras principales de construcción de los edificios. La fundación se hizo a costa de Juan de Ciriza* y de su mujer Catalina de Alvarado y la primera comunidad se formó con monjas del monasterio de Eibar, dirigidas por la madre Mariana de San José. En vísperas de la desamortización era el más rico de los mendicantes (36 edificios, 1.758 robadas de tierra y 2.121.513 reales de capital sensal).
Existe un convento de agustinas ermitañas en Aldaz (1891) y otro en Lodosa.