FERRERA DE MONCAYO
FERRERA DE MONCAYO
Castillo emplazado al SE del Moncayo, fue empeñado junto con otros, por Jaime I el Conquistador a Sancho el Fuerte, en 1231, como garantía de un préstamo que le hizo el monarca navarro. Al año siguiente, el aragonés le hizo donación firme de dichas fortalezas fronterizas. En 1276, Lope Ximénez de Agón prestó homenaje a la reina doña Juana por los castillos de Ferrera y Peña Redonda, en manos del condestable de Francia Imberto de Belpuch.
En 1290 era alcaide Martín Pérez de Zuazu, que percibía una retenencia de 15 libras y 75 cahíces de trigo. Ese mismo año se hizo un “carrillo” para subir las provisiones al castillo, por haber deshecho el viento el que había. En los primeros años del siglo XIV se reparaban los techos de las casas del recinto. Juan González de Monteagudo aparece al cargo de la fortaleza en 1328, con la retenencia ya indicada. Reinando ya Carlos II, en 1358, se emprendieron obras de cierta consideración, siendo a la sazón alcaide Juan Álvarez de Baquedano.
En 1360 se le compensó por los daños que había recibido con ocasión de la guerra entre Castilla y Aragón, debido a su situación en frontera. En 1369, Carlos II Evreux y Pedro IV de Aragón suscribieron un tratado de paz, por el cual Navarra entregaba al aragonés los castillos de Salvatierra y El Real, y a cambio le era restituido el de Ferrera, situado en la falda del Moncayo. Hacia 1375 era alcaide Martín de Urra. En 1380, el rey confió la guarda de este castillo y el de Peña Redonda a Juan Díaz de Ezperu que lo tuvo a su cargo hasta la muerte del monarca. Parece que en el reinado de Carlos III el Noble quedó abandonado, sin retenencia ni guarnición.