ENSANCHE
ENSANCHE
Terreno dedicado a nuevas edificaciones en las afueras de una población y conjunto de los edificios que en ese terreno se han construido, fruto de una determinada política urbanística. Solo a partir de los siglos XIX y XX se puede hablar de una planificación sistemática del espacio urbano.
En Navarra destaca la realizada en Pamplona en la centuria anterior. Como otras ciudades, en el siglo XIX experimentó un cierto crecimiento demográfico (los censos le atribuyen 14.066 habitantes en 1786, 22.896 en 1860 y 28.886 en 1900). El aumento de población, a causa de la llegada de emigrantes, la conversión de la capital en centro administrativo y el desarrollo económico en los años siguientes a la última guerra carlista (1872-1876) impulsaron la creación del “ensanche”.
El nuevo urbanismo resaltaba la importancia de los espacios vanos, calles anchas y viviendas capaces. Su carácter estratégico suponía un problema. En el siglo XVI se habían construido las fortalezas que la convertían en ciudadela militar difícilmente expugnable y la legislación del XIX prohibía la construcción de edificios que no fueran endebles, menores y distantes fuera del recinto amurallado, en las denominadas “zonas polémicas”. En agosto de 1884, aprovechando el paso por Pamplona de Alfonso XIII, el ayuntamiento logró una leve suavización de las restricciones. Entonces existía la opinión generalizada de que mientras no se consiguiese el derribo de las murallas no podría disponer de buenas condiciones de salubridad.
El derribo de las murallas suponía cierto abandono del carácter militar del recinto. Y de ahí que la consiguiente presión, sobre los gobiernos de Madrid, para que lo autorizasen conllevara los mismos recelos y las mismas dilaciones que se dieron en el resto de España, pese a que la evolución de la artillería hacía poco útiles las viejas defensas. Desde 1864, los gobiernos venían promulgando leyes que declaraban de utilidad pública las obras de ensanche que se hicieran. Pero las murallas en Barcelona sólo habían comenzado a derribarse en 1854 y la demolición de las de Valencia comenzó en 1865, en tanto las de Cádiz -otra ciudad singularmente militar- se retrasaría hasta los últimos años del siglo.
En 1888, el ayuntamiento de la capital navarra conseguía la primera medida legal (la real orden del 22 de agosto) que permitía el derribo de una parte de los baluartes y la permuta de esos y otros terrenos militares; aunque habría de taparse el vano con un lienzo de muralla que mantuviera cerrado el recinto. Las obras se prolongaron durante todo el resto del siglo y dieron lugar al pequeño desahogo de lo que desde 1922 daría en denominarse el “Ensanche viejo”, que resolvió muy pocos problemas. “Se construyeron sólo cinco manzanas de casas para gente acomodada, el palacio de Justicia, y en una de las manzanas se utilizó la mayor parte para construir la Alhóndiga, Academia de Música, Escuela de Artes y Oficios, y Tránsito Municipal”. La aglomeración, unida a las precarias condiciones higiénicas, bajo nivel económico y cultural, provocó un alza elevadísima en la mortalidad, que alcanzó la escalofriante cifra del cuarenta por ciento.
La solución, no obstante, se retrasó de manera notable. Sendas reales órdenes de 1900 y 1901 autorizaron la construcción de casas de dieciséis metros de altura como máximo en la Rochapea, la Magadalena y la Estación (casas que había de ser en buena parte viviendas económicas). Las gestiones para que se permitiese derribar las murallas se prolongaron desde 1902 hasta 1914, en que el gobierno cedió un primer tramo. Se construyó la actual zona de Navas de Tolosa, Padre Moret, Paseo de Pablo Sarasate, Audiencia Territorial, Recoletas, etc.
Posteriormente, el 26 de mayo de 1920 otra real orden autorizó el “Ensanche nuevo” o Segundo Ensanche, de forma que se desarrolló toda la parte de Carlos III y calles adyacentes. Años más tarde, el Estado aprobó en 1963 el Tercer Ensanche, circunscrito al barrio de San Juan. Finalmente, entre la década de los 70 y 80 se planificaron otras zonas de Pamplona que pueden considerarse como verdades ensanches (Iturrama, Azpilagaña, Mendebaldea, etc.).
Bibliografía
J. J. Arazuri, Pamplona, calles y barrios (Pamplona, 1979), “Ensanches”.