ENFERMERÍA TAURINA
ENFERMERÍA TAURINA
El torear siempre resultó arriesgadísimo y, salvo el presumir de Pedro Romero diestro que afirmó que nunca le hicieron sangre los miles de toros que mató, todos los toreros sufrieron percances, más o menos importantes, si sus actuaciones profesionales en los cosos duraron largas temporadas. Cabe asegurar que en pasados siglos, si se quiere hasta que se construyeron plazas de toros fijas, no existían en las fiestas taurinas de Navarra, ni facultativos ni locales dispuestos para atender y curar a quien resultase herido o magullado en el ruedo del coso o fuera de él; se registran citas de ser trasladados en camillas dispuestas al efecto al hospital, donde los había, o bien quedaban al arbitrio y cuidado de sus compañeros en el arte. Lo único que se constata cuando algún toreador quedaba herido por las astas de los toros, era norma frecuente no obligatoria, añadir alguna gratificación por parte del municipio como “ayuda” al estipendio preestablecido por haber resultado “cogido”. Pudieran servir como avales de que fuera de Navarra tampoco se prestaba asistencia programada a los toreros, algunas representaciones pictóricas donde se observa al diestro herido y tendido en la entrevalla auxiliado por otros toreros, al igual que referencias sobre corridas célebres donde el lidiador herido era atendido y curado en el palco de determinada duquesa, que asistía al espectáculo con su médico particular, quién sabe si previendo tal posibilidad. Cuando se construyen edificios con la específica misión de celebrar corridas de toros, al gozar de espacio sobrado, pero sin obligaciones legales, suele destinarse un apartamento, con frecuencia con varios usos, donde se asiste a los contusionados y heridos; parece humanizarse progresivamente la fiesta respecto a la asistencia a los toreros y, en las poblaciones de Navarra de cierta importancia, se constatan noticias, en los roldes, de las medicinas de que se dispuso y de la contrata a médicos y sus ayudantes; su lectura, con citas de elementos concretos, causa pena y es preferible no valorar tales dependencias, útiles quirúrgicos y medicinas que se emplean.