ELECCIONES
El marco cronológico especialmente reseñable es el comprendido entre 1886 y 1987. La primera de estas fechas corresponde a las últimas elecciones convocadas en Navarra y en el resto de España mediante un censo electoral restringido, antes de la reimplantación del sufragio universal masculino. La segunda se refiere a las elecciones que se celebraron en el mes de junio para renovar los ayuntamientos y designar a los diputados para el Parlamento de Navarra y el Parlamento Europeo.
Se distinguen tres grandes ciclos electorales dentro e este cuadro general: Restauración (1886-1923), Segunda República (1931-1936) y Monarquía democrática (1976-1987). Entre el primero y el segundo período se sitúan los años de la Dictadura de Primo de Rivera, y entre las elecciones de 1936 y el Referéndum para la Reforma Política de 1976 transcurren los cuarenta años de gobierno autoritario del general Franco y el primer año del reinado de don Juan Carlos, no investido aún de una legalidad democrática. Son obvios los motivos que excluyen del estudio las llamadas a las urnas en estos intervalos.
Antes de acometer el análisis de estas tres unidades cronológicas convendrá desarrollar algunas breves reflexiones teóricas que permitan entender las sucesivas recomposiciones de los sistemas de partidos que se operan en este tiempo.
Legislación electoral
Las leyes por las que se rigen los procesos electorales abarcados en estos límites temporales y sus principales características son:
Ley de 1878, que limitaba el derecho al voto a los varones mayores de veinticinco años que pagasen una cuota mínima al Tesoro Público;
Ley de 1890, por la que se restableció el sufragio universal para varones que hubieran alcanzado los veinticinco años;
Ley de 1907: destacamos de ella sólo la peculiaridad de su artículo 29, que preveía la designación automática de los candidatos cuando su número no excediera al de plazas que debían ser cubiertas. Este artículo facilitó pactos entre los partidos para repartirse áreas de influencia y hurtó con frecuencia al cuerpo electoral la posibilidad de manifestar sus preferencias, sobre todo en poblaciones pequeñas;
Decreto de 1931: sustituía los distritos electorales uninominales -un solo diputado encarnaba su representación- por circunscripciones provinciales; rebajó la edad de los electores a 23 años; establecía un sistema mayoritario, pero se preveía la representación de las minorías mediante un mecanismo de listas de alternativas limitadas, que concedía los puestos restantes a la formación que se clasificara en segundo lugar en Navarra quedaban para la minoría dos de los siete escaños); y suprimía el artículo 29 de la ley de 1907.
Ley, de 1933, que permitió el acceso al voto de la mujer y reforzó el carácter mayoritario del sistema electoral;
Decreto-ley de 1977: fue un compromiso entre la preocupación por frenar la fragmentación del sistema de partidos y las demandas de las formaciones políticas implicadas en el proceso constituyente que, lógicamente, se resistían a ser excluidas; determinaba que la distribución de escaños se realizaría de acuerdo con la regla “D´Hondt” y fijaba en un 3% de los votos emitidos en la circunscripción el tope por debajo del cual las listas de candidatos quedarían excluidas de la atribución de escaños;
Real Decreto de 1979 sobre elecciones locales y ordenación de las Instituciones Forales de Navarra, que fijaba en setenta los miembros del Parlamento Foral, designados por seis demarcaciones electorales: cada una de las merindades constituía un distrito electoral, salvo la de Pamplona que quedó dividida en dos (el término municipal de la capital y el resto de la merindad);
Ley de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra de 1982: el número de diputados en el Parlamento de Navarra quedaba establecido genéricamente entre un máximo de sesenta y un mínimo de cuarenta. Además, la Comunidad Foral quedaba configurada como única circunscripción electoral;
Ley Orgánica de 1985: representaba sustancialmente la continuidad con respecto a la precedente normativa sobre elecciones. Al reconocer el derecho al sufragio a los españoles mayores de edad, quedaba sancionada la capacidad de ejercer el voto para los ciudadanos con más de dieciocho años, que eran los fijados por el código constitucional para el acceso a la mayoría de edad (aunque de hecho ya en las elecciones de 1979 votaron los jóvenes con más de dieciocho años). La ley detallaba los criterios que debían inspirar la utilización de medios de comunicación de titularidad pública;
Ley Foral de 1986, que fijaba en cincuenta el número de parlamentarios forales.
Fiabilidad de los resultados electorales
Es conocida la tergiversación producida durante la Restauración por las influencias caciquiles y por procedimientos tales como el encasillado y la compra de votos. Este cuadro general se ha de matizar en el caso de Navarra, donde no faltaron manipulaciones en los procesos electorales -sobre todo en el ámbito rural-, pero hubo una relativa sinceridad en las urnas, como lo sugiere el elevado número de diputados antiliberales elegidos durante esos años.
Las notas mas destacadas de cada uno de los ciclos electorales son las siguientes:
Período 1886-1923
A raíz de la implantación del sufragio universal se produce la entrada en escena de carlistas e integristas que, después de la transición al nuevo siglo, parecían admitir la vía pacífica y legalista. Esto originó la pérdida del monopolio que hasta entonces habían ejercido los partidos del turno, que se verían obligados en lo sucesivo a pactos electorales con las demás formaciones políticas: estos acuerdos serían frecuentes particularmente entre conservadores y carlistas. Carlistas e integristas llegaron casi a absorber la representación política de Navarra entre 1901 y 1916. A partir de este año se advierte una inflexión en el predominio carlo-integrista.
Los conservadores, alineados mucho más a la derecha que sus correligionarios del resto de España, supieron resistir esa fuerte competencia, gracias sobre todo a sus alianzas electorales con los carlistas: se alejaba así el riesgo de que un enfrentamiento en las urnas entre las derechas pudiera beneficiar a partidos situados a la izquierda. En cambio, no fue éste el caso del partido liberal-fusionista, que acabó por perder todas sus bazas en la región ya desde finales del siglo XIX, por el escaso arraigo de su ideología en Navarra y por su desunión interna.
Nacionalistas vascos, socialistas y republicanos representaban fuerzas residuales. Los primeros supieron beneficiarse de coyunturales alianzas electorales con el carlismo (por ejemplo, la Alianza Foral de 1921). Los republicanos, en cambio, se hallaban en retroceso desde finales del siglo XIX, en parte por su retraimiento en algunas convocatorias electorales: el cambio de siglo coincidió con la fase más aguda de su crisis.
Período 1931-1936
Las fuerzas de la derecha -carlistas, Unión Navarra y sectores sociales de carácter conservador- acapararon la representación de Navarra en el Congreso desde 1933 a través de la práctica del “copo” electoral, que consistía en presentar tantos candidatos como escaños estaban en juego, tanto por la mayoría como por la minoría. Antes, en 1931, carlistas y católicos independientes habían compartido esa representación con la coalición republicano-socialista, que consiguió los puestos de la minoría.
La alianza electoral que en las constituyentes de 1931 unió a las derechas con los nacionalistas vascos empezó a cuartearse con el paso de los meses, y se rompió definitivamente en el verano de 1932. Principal causa de la rotura fue la actitud de la Comunión Tradicionalista, que se desenganchó del apoyo al estatuto vasco-navarro en la asamblea de ayuntamientos que, para decidir sobre la aceptación del tipo de estatuto (vasco-navarro o navarro) o sobre la misma conveniencia de dotar a Navarra de un estatuto autonómico, se celebró en el mes de junio. A la vista de la diversidad de opiniones registradas en el seno de la Comunión se optó por conceder libertad de voto a los concejales carlistas. Desde entonces el PNV, aislado de coaliciones electorales con otros partidos, obtendría unos resultados muy mediocres, inferiores siempre al 10% de los votos.
Republicanos de izquierda y socialistas, que unieron sus fuerzas en 1931 para asegurar la designación de dos diputados de la candidatura republicano-socialista, experimentaron un desastre electoral en 1933 al desperdigarse el voto de izquierda entre las tres candidaturas de esa significación -Partido Socialista, Partido Republicano Radical Socialista, Partido Comunista-, y recompusieron en parte sus posiciones en las elecciones del Frente Popular, aunque apenas si acertaron a captar una quinta parte de los votos de Navarra.
Los republicanos radicales, minoritarios en Navarra, tuvieron cierto protagonismo en su vida política gracias a su influencia en los gobiernos desde noviembre de 1933 hasta finales de 1935, lo que les permitió estar presentes en algunas Diputaciones gestoras provinciales y en puestos de designación gubernativa.
Período 1976-1987
El Referéndum sobre la Reforma Política de 1976 y el constitucional de 1978 pusieron de manifiesto la profunda división política de Navarra, constatable por los contrastes entre los índices de abstención y las adhesiones o rechazos de las cuestiones sometidas a plebiscito: los municipios de la Ribera y, en general, los situados por debajo de la línea Viana-Sangüesa (de un comportamiento electoral bastante homogéneo) registraron una participación y unos porcentajes de “síes” llamativamente superiores a los arrojados en otros lugares de la geografía navarra.
A pesar de la dispersión del voto en las elecciones generales de 1977 apuntaban ya dos fuerzas predominantes, en torno a las cuales acabarían por articularse dos alternativas de gobierno: un centro-derecha, entonces representado por UCD -y que desde 1982 sería ocupado por UPN, en coalición o no con otros partidos menores-, y un centro-izquierda socialista que en 1982 experimentó un fortísimo estirón que le permitiría configurarse como el primer partido de Navarra: situación que revalidaría, aunque con menor ventaja, cuatro años más tarde.
Los partidos vascos comparecieron en las elecciones de 1977 agrupados en la Unión Autonomista Navarra, integrada por el Partido Nacionalista Vasco, Euskal Sozialistak Biltzarrea y Acción Nacionalista Vasca, y se revelaron como la quinta fuerza política de Navarra. De entre las formaciones vasquistas sería Herri Batasuna la que con el tiempo se revelaría más poderosa y experimentaría una continua ascensión que le permitió configurarse en las elecciones generales de 1986 como la tercera fuerza de Navarra después del PSOE y de UPN-CP. El desarrollo de HB coincide con la agudizada crisis del histórico PNV, desbancado por la creciente radicalización ideológica de los sectores “abertzales”.
El carlismo, presente en las primeras confrontaciones electorales del período -Agrupación Montejurra, Partido Carlista- era a todas luces una fuerza en retroceso, como lo revelaron los pobres resultados cosechados en las elecciones al Parlamento de Navarra de 1983. No parece aventurado atribuir al menos parte de esa quiebra al giro ideológico protagonizado por algunas de las figuras más representativas de la Comunión Tradicionalista.
Sociología electoral
En los 10 primeros años de democracia en navarra (1977-1987) se han celebrado diversas convocatorias electorales.
Para las elecciones generales, 4 han sido las convocatorias: la primera constituyente (1977) y las otras 3 al Parlamento Constitucional (1979, 1982 y 1986). Para elegir los representantes al Parlamento de Navarra se han convocado 3 comicios: el primero según el sistema de Merindades (1979) y los otros 2 con distrito único (1983 y 1987). Por su parte, las elecciones municipales han coincidido con las autonómicas (1979, 1983 y 1987). Además, los electores navarros han votado el referéndum constitucional de 1978, el referéndum en relación con la Alianza Atlántica de 1986 y las elecciones al Parlamento Europeo de 1987 y 1989. En total, 13 votaciones en 9 fechas diferentes.
Estos 10 años de democracia han tenido dos períodos claramente diferenciados en cuanto a la composición del mapa político: de 1977 a 1979 (años 70) y de 1982 a 1987 (años 80). En los años 77 a 79, dos han sido las principales fuerzas políticas en Navarra: UCD, como partido líder, con un porcentaje de votos entre el 27 y el 29% y el PSOE, que obtuvo un resultado entre el 19 y el 21% de los votos.
A estos dos partidos, habría que añadir fuerzas políticas con incidencia en los años 80 que ya despuntaban en los 70, como UPN (16% en las autonómicas 1979) y las fuerzas nacionalistas, alrededor del PNV unas, como los nacionalistas vascos (8,4% en las generales 1979), y de HB otras (11% en las autonómicas 1979). Las fuerzas nacionalistas junto con las Agrupaciones electorales de su entorno sumaron 61.000 votos en las autonómicas del 79, es decir, un 24,5% de los votos a candidaturas.
En los años 80, el mapa político en Navarra, influido por la dinámica política en el conjunto de España, cambió a partir del debilitamiento y posterior desaparición de UCD.
En estos años, el PSOE se constituyó en partido líder con el 38% de los votos en las generales de 1982, 36% en las generales de 1986 e idéntico porcentaje en las autonómicas de 1983. Fuerza mayoritaria fue también en las autonómicas de 1987, si bien con menor número de votos (28%).
El segundo partido es UPN. Este partido se ha presentado en solitario en las elecciones autonómicas, con un resultado de 23,5% en 1983 y 24,8% en 1987. Mayor resultado ha obtenido en las elecciones generales al presentarse con Coalición Popular: 25,8% en 1982 y 29,9% en 1986.
Los coaligados con UPN en las elecciones generales -AP-PDP-UL-fueron en las autonómicas de 1983 la tercera fuerza con el 14,2% de los votos, mientras que en 1987 se subdividieron en AP por un lado (4,3%) y UDF por otro (6,3%).
Salvo en las citadas autonómicas de 1983, la tercera fuerza política de los años 80 ha sido HB, con dos etapas diferenciadas: los años 82 y 83, con un porcentaje del 11,7% en el 82 y del 10,6% en el 83, y los años 86 y 87, donde el porcentaje ha sido del 14% y del 13,6%, respectivamente.
También en los años 80 hicieron su aparición dos fuerzas que alteraron la composición del mapa político navarro. La primera de ellas fue el CDS, que se convirtió en los comicios del 86 y 87 en la cuarta fuerza política en Navarra, con el 9,7% de los votos en 1986 y el 7,5% en 1987. Por su parte, EA -como escisión del PNV- recogió la mayor parte de los votos de éste, convirtiéndose en 1987 en la quinta fuerza políticas, a poca distancia del CDS (7,1%). Ello llevó al PNV a su práctica desaparición de la escena navarra (1%).
Por último, hay que destacar la desaparición de fuerzas políticas entre las elecciones de los años 77-79 y las de los 82-87, que contaban con importantes respaldos electorales por encima del 5% de los votos (UNAI -9,5% en el año 77-, Partido Carlista -7,7% en 1979- y el ya mencionado UCD, Auzolan, etc) que también han modificado la estructura del voto de Navarra.
Son el conjunto de fuerzas políticas en el que se desenvuelve un conjunto determinado de electores. Cada espacio político está compuesto por una o varias fuerzas y posee un perfil político determinado, un conjunto de imágenes y principios que hacen que el elector se ubique políticamente. Ello no significa que los Espacios Políticos sean rígidos y estables, ya que, de hecho, se producen cambios del electorado entre los espacios cercanos; movimientos de electores debidos a corrimientos políticos de los propios partidos, a la imagen que presentan y a la aparición de nuevas fuerzas.
Así, en Navarra existen 3 Espacios Políticos principales: el de la izquierda -liderado por el PSOE-, el de Centro-Derecha -liderado por UPN y en el que se incluyen AP (actualmente PP) y CDS- y el Nacionalista Vasco -liderado por HB y compuesto, además por EA y EE-.
El Espacio de Centro Derecha
Es el que ha contado con más efectivos en todas las elecciones, salvo en las autonómicas 1983, Oscila entre el 37,7% de los votos en las citadas elecciones, hasta el 45,7% en Junio del 77. En las últimas elecciones (autonómicas 87) ha cosechado el 43%.
Está liderado por UPN desde los años 80 y ha contado con UCD, AP, PDP, UDF y CDS -este último desde el 82-. A partir del 83, desaparece UCD.
Este espacio de Centro y Derecha, aun siendo el espacio más votado (salvo en el 83), no ha obtenido mayoría parlamentaria por su segmentación en 2, 3 ó 4 candidaturas.
En este espacio, existe un núcleo principal (UPN y AP-PDP -actualmente PP-) más claramente de Derecha, y un partido CDS que limita con el espacio de Izquierda, por un lado, y con el Nacionalista, por otro (EA).
El espacio de Izquierda
Está ocupado por el PSOE, en su mayor parte, y por otros partidos, como IU (PCE). Antes de 1982, existieron otros partidos y candidaturas con peso específico como ORT, P. Carlista, ANIZ.
Este espacio ha oscilado entre el 33% de las autonómicas del 79, hasta el 39% del 82, 83 y 86. Sin embargo, en la actualidad (87), se encuentra en el 30%.
Con ser inferior al espacio de Derecha, sin embargo, obtiene mayoría por tener concentrados sus votos en el PSOE.
El sector de Izquierda limita con el de Centro-Derecha en el CDS y en algún sector de UPN, y con el Nacionalismo vasco en EA y EE.
El Espacio Nacionalista Vasco
Si bien en este espacio existen partidos de diversas ideologías, se puede afirmar que hay un voto pro-Euskadi en Navarra.
Este espacio aparece más claramente definido en los años 80, debido a la polémica sobre la integración Navarra-Euskadi, y se ha fortalecido al recibir la mayor parte de los votos de los partidarios de esta vía.
El líder de este espacio es HB. Forman parte de él también EA, EE, PNV y Batzarre y han formado parte de él coaliciones como UNAI, NV, Agrupaciones de Merindades y Auzolan.
El peso de este espacio se sitúa entre el 16,6% del 77 hasta el 27,2% de las elecciones del 87, máxima cota alcanzada.
Este espacio, al estar compuesto por varias tendencias ideológicas, limita por un lado en EE con PSOE, y, por otro, en EA con CDS.
En conclusión, y a falta todavía de un mayor asentamiento de los partidos políticos, el electorado navarro se mueve en 3 ejes fundamentales: el factor izquierda/derecha -común al resto de España-, el factor regionalismo navarro, capitalizado por el Centro Derecha, y el factor Nacionalismo Vasco.
De la dinámica evolutiva de estos factores dependerá, en el futuro, el comportamiento del electorado navarro.