DONO
DONO
Donaciones, bien en dinero o en especie (cereal, caballos, joyas, vestimentas, etc) que hacía el monarca, tanto a gentes de su corte como a otros ajenos a su hostal. Según la regularidad o eventualidad con que eran asignados, los había de varias clases. Muy raras veces se hacían ad perpetuum, a percibir por el beneficiarlo y su descendencia, anualmente por siempre; ad vitam, se concedían al beneficiario hasta su muerte; ad voluntatem, se otorgaban por un período variable de años, según la voluntad del rey; finalmente, los donos semel (“a una vez”) eran los concedidos, como su nombre indica, por una sola vez. Entre los beneficiarios ajenos al hostal real, los monasterios y conventos percibían con regularidad donos. En 1340, por ejemplo, oscilaban entre las cien libras para los canónigos de Roncesvalles y los 10 sueldos a las monjas de San Cristóbal de Pamplona. Entre estas donaciones a establecimientos religiosos, unas eran “en almosna (limosna) pura, por amor de Dios”, pero otras se destinaban específicamente a sufragios por los monarcas difuntos y misas por la salud de los reinantes. También reciben a veces donos con motivo de la reunión de capítulo provincial las órdenes mendicantes de Navarra. Las monjas de Marcilla recibían cada año 60 sueldos para su “pitanza” del día de San Nicolás, desde que así lo había dispuesto Teobaldo II. Los monarcas de la dinastía de Evreux concedían también donos, de vez en cuando, para que los conventos del reino tuviesen para calzado y vestido de sus frailes. En ocasiones los reyes sufragaban los gastos de viaje de los eclesiásticos que se trasladaban a realizar estudios en el extranjero, obsequiaban a algún misa-cantano, etc. Además de los eclesiásticos, se beneficiaban de las ocasional generosidad de los soberanos otros súbditos corrientes (disminuidos físicos, hijos de quien ha sido asesinado en presencia del rey, etc) e incluso extranjeros de paso por el reino, tras ser liberados del cautiverio entre los moros, etc. Pero los destinatarios más frecuentes de los donos reales eran las gentes de su hostal, con diversos motivos: casamiento, viaje fuera del reino, reparación de su vivienda o compra de una nueva, desempeño de objetos de valor; como subsidio de enfermedad, vejez e invalidez, o como indemnización por la pérdida o robo de objetos estando en viaje por encargo del monarca, etc. Hay que añadir las distribuciones generales de donos a favor de los miembros y servidores del hostal en las fiestas más señaladas del calendario o con ocasión de otras señaladas celebraciones de la corte (bodas, bautizos, etc).