CHAMPAÑA
CHAMPAÑA
En francés Champagne, del latín Campania. Región histórica francesa coincidente más o menos con los actuales departamentos de Marne, Haute Marne, Aube y Ardennes. Su nombre se aplicó desde comienzos del siglo XIII a un conjunto de señoríos feudales que, con el rango facticio de condado, gobernó un linaje nobiliario derivado por línea femenina del conde Herberto de Vermandois (m. 943), descendiente directo de Carlomagno. El núcleo originario de los dominios champañeses fueron los anteriores condados de Meaux (Bria) y Troyes, poseído este último mediante homenaje a los duques de Borgoña. A este bloque patrimonial se habían unido a comienzos del siglo XI los condados de Blois y Chartres. No obstante diferentes fraccionamientos sucesorios, aquel gran conglomerado de señoríos dispersos, pervivió durante más de dos siglos. Posesionado del reino de Navarra, Teobaldo I (IV como conde de Champaña) tuvo que transferir al rey de Francia (1234) los derechos que conservaba sobre sus parientes y vasallos los condes de Blois y Chartres. Su madre, Blanca, hija del soberano navarro Sancho VII el Fuerte y viuda (1202) del conde Teobaldo III, había desempeñado la regencia del condado durante veinte años. Tanto Teobaldo I de Navarra (1234-1253) como sus hijos Teobaldo II (1253-1270) y Enrique I (1270-1274) gobernaron simultáneamente su pequeño reino hispano y el gran condado champañés, por el cual debían vasallaje al rey de Francia. A su título regio añadían el de condes palatinos de Champaña y Brie; el epíteto “palatino” pudo representar originariamente una especial vinculación al monarca francés y, luego, un timbre de superioridad honorífica sobre los titulares de un simple condado. Los condes-reyes recorrieron con frecuencia el largo trayecto entre sus tierras navarras y champañeses, pero en sus 41 años de reinado sólo sumaron unos 12 años todas sus estancias en navarra, seis de Teobaldo I, otras seis de Teobaldo II y tres de Enrique I. Las principales residencias condales estaban en las ciudades de Provins y, sobre todo, Troyes. La corte champañesa se asemejaba a la francesa con sus altos dignatarios, senescal, condestable, botellero y mariscal, e incluso un séquito ocasional de “siete pares”, los siete vasallos directos con título condal. También conforme al modelo francés, el régimen del espacio champañés, se había reorganizado desde finales del siglo XII en varias grandes circunscripciones, que llegaron a ser diez, gobernadas por “baillis”, cada una de ellas comprendía a su vez varias castellanías, hasta medio centenar en total, a cargo de sus respectivos “prebostes”. Igual que en Navarra, bajo Teobaldo I se perfeccionó el sistema de exacción de gravámenes públicos y señoriales mediante “recibidores”; las rentas champañesas parece que llegaron a cuadruplicar el importe total de las navarras. Constituían en ellas capítulo importante las tasas devengadas por las transacciones mercantiles de las célebres ferias anuales, celebradas escalonadamente en las localidades de Lagny, Bar-sur-Aube, Troyes (para San Juan y Saint-Remi) y Provins (Saint-Quiriace y Saint-Ayoul). El conde, que podía llegar a movilizar 2.000 caballeros, tenía bajo su protección, con distintas modalidades jurídicas, los obispados de Troyes y Meaux y otros muchos establecimientos religiosos, como las grandes abadías de Luxenil, Molesmes, Clairvaux y Morimond. Se hallaba, sin embargo, sumido en una maraña de lazos feudovasalláticos entre los que, en todo caso, debía prevalecer el homenaje debido al soberano francés. Las vicisitudes sucesorias ocurridas tras la muerte de Enrique I (1274) y la consiguiente instauración en Navarra y Campaña de la dinastía real capeta, determinaron la incorporación del próspero condado a los dominios directos de la Corona francesa. Aunque la heredera Juana II de Navarra y su esposo Felipe III de Evreux habían renunciado oficialmente a sus derechos sobre Champaña a cambio de los condados de Angulema y Mortain (tratado de Villefranche-les Avignon, 14 marzo 1336), Carlos II esgrimió las reivindicaciones champañesas como una de las bazas de su tortuosa política en Francia. Pero la región permaneció vinculada definitivamente al patrimonio de aquella monarquía y así lo declaró oficialmente el soberano Juan II el Bueno (noviembre 1361). En el siglo XVI conformaba uno de los “gouvernements” del reino y, en el XVII, una de sus “intendencias”.
Bibliografía
A.J. Martín Duque, El condado de Champaña “Gran Atlas de Navarra. II. Historia” (Pamplona, 1986), p. 81-84, con la información bibliográfica fundamental.