CHACOLÍ O CHACOLÍN
CHACOLÍ o CHACOLÍN
Eran las tabernas o bodegas en las que los pocos cosecheros pamploneses o de su Cuenca que continuaron trabajando sus viñas tras la catástrofe que supuso primero el “mildiu” y sobre todo la posterior “filoxera”, vendían su vino ligero, afrutado, un poco ácido y de poco grado, que era el chacolí*. Era mayor la producción del llamado “chacolingorri” o chacolí ligeramente tinto, que la del blanco.
Cuando en una bodega de chacolí* se abría una pipa, se anunciaba colocando en la puerta de la calle un lienzo blanco que avisaba su venta.
Si la cuba se abría en época de verano, era frecuente echarle una porción de nieve helada, que se llevaba de Casa Puyada, que aunque rebajaba el poco grado natural del chacolí, le prestaba frescura del gusto de los consumidores.
Algunos chacolines fueron famosos, como el de Culoancho, ubicado en un caserón de la calle Tecenderías de Pamplona, y cuya bóveda gótica se trasladó luego al Baluarte del Redín, para hacer el actual Mesón del caballo Blanco; el de Sanz en la calle San Nicolás, que ocupa actualmente los números 16 y 18, que fue el último en Pamplona en tener en su puerta el letrero de “Vinos del cosechero”, hasta su reforma actual, en que lo reemplazaron por el de “Vinos El Cosechero”. El de Aldaz en la Curia, con salida a la Navarrería, el de Doroteo Moral y Beltrán en la calle del Carmen, los de Galbete, Iribarren, el Sastrico y algunos más en la calle Jarauta.