CANTABRIA
CANTABRIA
Relacionada con territorios históricamente navarros, consta en varios textos de época hispano-visigoda (como la crónica de Juan de Bíclaro, la Vida de San Millán de San Braulio de Zaragoza y la Historia de la rebelión del duque Paulo de San Julián de Zaragoza) y, posteriormente (año 976), en la adición pamplonesa de la Crónica Alberdense. En esta última se narra que el rey Sancho Garcés I, después de atravesar Cantabria (per Cantabiam), conquistó todas las plazas riojanas del área najerense. Los cronistas bajomedievales y la historiografía moderna han interpretado esta Cantabria como un corónimo o nombre de región, presuntamente desplazado desde las orillas del Cantábrico hasta tierras riojanas. Cabe, sin embargo, entenderlo como un núcleo concreto de población, formado quizá en época romana con gentes deportadas a raíz de la sumisión militar de los Cántabros por el emperador Augusto. Así se explicarían con mayor congruencia y precisión los referidos textos. En todo caso, entre las villas que el senior Fortún Ochoiz tenía hacia 1039-1044 “por mano” del monarca pamplonés García Sánchez III el de Nájera, figura la de Cantabria. Y todavía en 1132 expedía Alfonso I el Batallador un documento en la “población de Cantabria”. El lugar estaba situado probablemente sobre el actual cerro de Cantabria y a la vista de la sierra de igual nombre, dominando la orilla del Ebro frente a Logroño, justo hasta donde entonces era navegable el curso del río. El crecimiento de la vecindad logroñesa, aforada en 1095, debió de contribuir al eclipse definitivo y abandono de la localidad que, con el nombre exótico de Cantabria, había organizado aquellos contornos desde época romana hasta el siglo XI; y poco después se frustró el proyecto de repoblación aludido en otro diploma del citado monarca navarro-aragonés.