BIDARTE, DOMINGO DE
BIDARTE, Domingo de
(1561-ca. 1632). Ensamblador del taller de Pamplona que gozó de gran prestigio en su tiempo, siendo favorecido por el obispo Antonio de Zapata, quien le hizo diversos encargos. Fue aprendiz de Bernabé Imberto y después ayudó al escultor Juan Ximénez de Alsasua, de Olite, durante seis meses de 1590. Luego tuvo taller abierto en la “subida de la Seo” y colaboró con artistas importantes como Ambrosio de Bengoechea y Pedro González de San Pedro, a quienes ayudó en la ejecución del retablo mayor de Cascante en 1596 y de igual manera con el último artista citado intervino como ensamblador en el retablo mayor de la Catedral de Pamplona. Bidarte tuvo el honor de realizar por encargo del Municipio de Pamplona el túmulo para las exequias de Felipe II que se levantó en la catedral. En 1559, en dura competición con los Imberto, consiguió con apoyo del obispo Zapata la adjudicación de la sillería de Sesma que el maestro llevó a cabo.
Su hija María Bidarte y Monreal casó con el escultor Domingo de Lussa quien se convirtió a partir de entonces en su colaborador.
En 1660 se fecha el contrato del retablo de la Piedad de la girola de la catedral de Pamplona, que hicieron Bidarte y Juan Claver, pintor de Pamplona por encargo del capellán real Yelz de Monreal aprobado por el virrey Don Juan de Cardona. Se trata de una sencilla arquitectura, aunque con empaque y austeridad escurialense, de una sola caja con encuadre de columnas estriadas, rematada por frontón abierto en cuyo centro se halla un escudo. El relieve de la Piedad sigue una composición miguelangelesca tanto en la monumentalidad de María como en la característica postura del cuerpo de Cristo. La calidad del relieve parece denotar la mano de Lussa.
El ensamblador de Pamplona realizó un buen número de retablos entre los que se cuentan el mayor, dedicado a San Martín, y los colaterales de Sarasa. En 1617 trabajaba en el mayor de Barasoáin en el que a pesar de lo avanzado de los elementos arquitectónicos -columnas entorchadas con el tercio inferior con estrías en sentido contrario- muestra en lo escultórico clara dependencia del retablo de Santa María de Tafalla. Conserva la policromía original con abundante oro. También es obra de este maestro el retablo de San Bartolomé (1616) de la misma parroquia. Se relaciona estilísticamente con el altar mayor de Barasoáin el de Biurrun, aunque éste es superior en calidad. Bidarte corrió a cargo del ensamblaje y Lussa de la escultura, lo que repercutió en una mayor finura de los relieves y en la apostura de las santas Águeda y Bárbara, así como de la Virgen con el Niño, favorecidos por la conservación de la policromía primitiva. Fue tasado en 1627 por Juan Imberto en la elevada cantidad de 2.645 ducados. No se sabe si esta cifra comprende los tres colaterales que hicieron también los artistas para la misma parroquia.
El retablo mayor del convento de Santa Engracia de Pamplona fue obra de Bidarte y Lussa que desapareció en la francesada, pero algunas hermosas esculturas de la Immaculada, de Santa Engracia y otras que se conservan en las Clarisas de Olite deben proceder de este retablo y fueron llevadas por la comunidad en su traslado. Obras también de colaboración entre suegro y yerno es el retablo de Larumbe y los de Ardanaz y Subiza, aunque tienen la arquitectura muy reformada. En cambio el retablo mayor de San Adrián, obra temprana de Domingo de Bidarte, destaca por la armonía entre su arquitectura y la calidad de la escultura, en la que destacan escenas de la vida de San Adrián que parecen de otra mano diferente de la de Domingo de Lussa.
Se documentan además otras obras menores del artista como el Sagrario de Uterga, los colaterales de Esparza de Galar y el retablo mayor y los colaterales de Arriba. Se ocupó también de la realización de Pasos Procesionales, tipología que culminará en el Barroco pleno.
Bibliografía
J. R. Castro, “Cuadernos de Arte Navarra. Escultura”. (Pamplona, 1949), pág. 149. M. C. García Gainza “La escultura romanista en Navarra”, (Pamplona, 1969), págs. 121-131, T. Biurrun La escultura religiosa y Bellas Artes era Navarra durante la época del Renacimiento, (Pamplona 1935), págs. 361-367.