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BETIZU, RAZA VACUNA

BETIZU, raza vacuna

Ascendiente del actual vacuno Pirenaico. El origen del término vasco “betizu” parece ser la palabra “behi-izu” (vaca arisca o salvaje) en contraposición al de “Etxe-behi” (vaca mansa que permanece en la cuadra). En el País Vasco recibe también los nombres de “Betiso basidi”, “Basa-behi”, “Betisoa”, “Behi-betizu” o los equivalentes “Mendi-behi” (vaca de monte) y “Larra-behi” (vaca de pastizal).

La raza ofrecía como principales características: escaso desarrollo (1,17 m de altura a la cruz y 1,36 m de longitud escápulo-isquial), cabeza fina y más bien corta, con buenas encornaduras dirigidas hacia adelante y hacia arriba, pecho estrecho y profundo, gran papada, dorso ensillado, grupa muy estrecha, nalga fugitiva, esqueleto muy fino y peso vivo (hembras) alrededor de los 325 Kg en los animales adultos, cifra que bajaba a 220 en años de gran escasez de pastos por sequía otoñal. Ubre reducida a la mínima expresión con abundantes “pelos largos de lobo”.

Estos animales hacían vida ambiental, en ocasiones durante todo el año, por lo que su carácter era huidizo y con indicios de bravura y acometividad, lo que era aprovechado en algunos pueblos en fiestas (Goizueta) para montar encierros.

Su sistema endocrino está orientado hacía la producción de hormonas corticoides (eje defensivo hipofiso-anterrenal) necesarias en situaciones de alarma o stress: temperaturas disgenésicas, baches nutricionales con largos períodos de penuria alimenticia, etc, razón por la que estos animales sacrifican el normal desarrollo en aras a la conservación de la especie.

En los “betizuek” se lleva a cabo una selección natural o darwiniana. Los partos tienen lugar en mayo-junio, el primero alrededor de los tres años y los siguientes cada uno o dos años. Cuándo llega el parto, tras gestación de nueve meses largos, la hembra se aísla de la manada y durante cierto tiempo permanece vigilante para defender a su cría de posibles peligros.

Después de haber ocupado probablemente toda la zona de montaña navarra y constituir una de las bases de la economía de sus pobladores, ante los cambios en las técnicas ganaderas y la sustitución por otras razas más selectas, este ecotipo zootécnico está al borde de la extinción. Las zonas que conservaron betizus hasta épocas bastante recientes en cantidades apreciables son Leiza (Leizalarrea), Goizueta, Arano, Vera de Bidasoa (Ibardín) y Baztán (Gorramendi). Debe quedar algún grupo en Goizueta y Maya-Errazu (Baztán).

En la primavera de 1975 la Dirección de Montes de la Diputación Foral de Navarra, a instancias de la Sociedad proteccionista ANAN, compró varios ejemplares (por lo menos un toro, tres vacas y dos terneros) en Goizueta, que fueron liberados en los montes del Patrimonio de Aoiz y Valle de Lónguida. Desde entonces se han criado de forma totalmente salvaje y un decenio después había un rebaño de unos 20 animales. Utilizan como albergue la iglesia del despoblado de Zariquieta (al NE de Aoiz).

ANAN adquirió en Urnieta (Guipúzcoa) en 1974 otro grupo de betizus, que se mantienen desde entonces en la finca Echaide, de Olagüe (Valle de Anué). Se han criado en libertad, pero con algún complemento alimenticio invernal. A primeros de 1986 este rebaño contaba con 9 ejemplares.

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