BERROETA, JUAN DE
BERROETA, Juan de
Escultor de Sangüesa, cuya actividad se documenta a lo largo de cincuenta años (1589-1639). Cuñado del escultor Jorge de Flandes, su obra es muy amplia. Se inició, al parecer, junto a su suegro Nicolás de Berástegui. Simultáneamente realizó otras obras en aquella ciudad aragonesa como un retablo para la iglesia de San Lorenzo (1590) y otro para San Pedro el Viejo, terminado ya en 1601 en el que desarrolló escenas de la vida del santo apóstol conservando la tipología de retablo custodia, probablemente por sugestión de Forment, autor del retablo de la Seo oscense
Más tarde, Berroeta centró su actividad en Navarra, colaborando en repetidas ocasiones con el escultor Juan de Allí y el ensamblador Juan de Echenagusia. Fruto de esta relación fue el retablo del Santuario de Ujué, que se incendió y del que no quedan más que algunas figuras, y el retablo de San Salvador de Sangüesa, obra importante que dio lugar a un largo pleito. El retablo se inscribe dentro del Romanismo imperante en Navarra por esto años, pero presenta en su traza la peculiaridad de utilizar estípites estriadas en el primer cuerpo cuyo empleo está bastante difundido entre los maestros del taller de Sangüesa-Lumbier. Desde el punto de vista escultórico, está patente en esta obra la influencia de Juan de Anchieta y concretamente del retablo de la próxima villa de Cáseda. Así lo manifiestan los relieves de la Quinta Angustia y el Entierro del banco del retablo como también algunas esculturas de bulto buena prueba de la calidad de Berroeta como escultor.
La última fase de la actividad del artista de Sangüesa viene definida por la colaboración con el ensamblador de Lumbier Juan de Huici, que fructificará en los retablos de Sada de Sangüesa, Liédena, Gallipienzo y Uztarroz, terminados antes de 1630. El retablo de San Vicente de Sada tiene una correcta traza arquitectónica de banco, dos pisos y ático rematado por tres frontones. La multiplicación de molduras y recuadramientos evidencian lo avanzado de la fecha. La escultura sigue mostrándose deudora de Juan de Anchieta, especialmente los temas de La Pasión, si bien las escenas de los martirios de San Vicente y San Lorenzo así como la figura de San Francisco muestran un nuevo aliento naturalista. El retablo de Liédena fue reformado en el siglo XVIII pero conserva dentro del armazón barroco algunos relieves y figuras algo más flojas de ejecución que parecen obras de taller. También el retablo de San Pedro de Gallipienzo ha llegado modificado pero en él se aprovecha la escultura de Juan de Berroeta, en la que destaca La Asunción, San Pedro en cátedra y la Entrega de las llaves, cuya iconografía se relaciona con el retablo del mismo apóstol en Huesca.
Finalmente, el retablo de Uztarroz (Roncal) fue realizado para 1635, año en el que Berroeta y Huici aparecen como acreedores de dos mil ducados en las rentas de la primicia de la iglesia. Esta obra ha llegado en su integridad a nuestros días e impone por la monumentalidad de su arquitectura, formada por un banco, dos cuerpos y remate, estructurados por columnas estriadas en formas diversas y superposición de órdenes jónico y corintio. La decoración es abundante, a base de casetones, perlas que alternan con rosetas y follaje no naturalista. A ello hay que añadir la multiplicación de molduras en cajas y frontones, lográndose con ello una profusión ornamental propia del primer Barroco. Propio también de este momento es la escasez de los relieves, prácticamente reducidos al banco, en favor de la escultura de bulto que ocupa todo el retablo. Destacan las figuras de San Andrés, San Roque y San Pedro de amplios volúmenes y expresivas cabezas, además de otras esculturas de santos.
La obra extensa de Juan de Berroeta no se agota con los retablos referidos pues hay noticias de su participación en el mayor de la parroquia de Elduayen (Guipúzcoa) y de otras intervenciones en la propia Navarra, como los retablos de monasterio de Leire sin mencionar su amplia labor como tasador. Berroeta forma parte de esa generación puente de escultores que formados en el Romanismo de fines del siglo XVI avanzaron hacia el Naturalismo imperante en el Barroco.
Bibliografía
M.C. García Gainza, La escultura romanista navarra. (Pamplona, 1969) págs 176-192. T. Biurrun Sotil, La escultura y Bellas Artes de Navarra durante la época de Renacimiento (Pamplona 1935) págs 381-382. G. Weise, Die Plastik Der Renaissance und des Frühbarock im Nordlichern Spanien. Tomo I, Die Romanisten, (Tubingen 1959)