BEARNE
BEARNE
Pequeña región histórica francesa que conforma actualmente el sector oriental del departamento de los Pirineos Atlánticos. Su núcleo originario fue el distrito o Civitas Benarnensium, con centro de convocatoria en Lescar, sede episcopal desde el siglo IV; perteneció a la provincia romana de Novempopulania y, luego, al extenso condado o ducado franco de Gascuña, comprendido a su vez en el ducado feudal de Aquitania desde mediados del siglo XI. En esta época se había configurado ya sólidamente el vizcondado bearnés; quedaron integrados en él, primero, el antiguo vizcondado de Oloron (hacia 1030) y luego, sucesivamente, las comarcas de Montaner (hacia 1090) y de Onthez (1193). El centro político, ubicado tradicionalmente en Morlaas, se desplazó a Orthez a finales del siglo XIII y, de manera definitiva, a Pau a mediados del XV. Dentro siempre de la órbita soberana de Francia, los vizcondes fueron vasallos directos del duque de Aquitania, título vinculado a la corona inglesa durante tres siglos, hasta mediados del XV.
Los pasajeros lazos de dependencia feudovasallática establecidos con la monarquía aragonesa hacia el siglo XII reforzaron coyunturalmente las solidaridades familiares y ciertas líneas concretas de interés político común: no afectaron, sin embargo, a la inscripción oficial del vizcondado en el reino francés a través del ducado aquitano. Sólo en la complicada madeja política de la guerra anglo-francesa de Cien Años formuló el vizconde Gastón Febo (1343-1391) el mito de la presunta soberanía inmemorial de Bearne. El territorio fue regido hereditariamente, al menos desde el siglo X, por un mismo linaje de magnates locales, aunque las diversas interrupciones en la línea de sucesión directa por vía masculina permiten distinguir sucesivas dinastías vizcondales: Los Céntulos (hasta 1134), los Gabarret (1134-1173), los Moncada (hasta 1290). El matrimonio de la heredera Margarita (1290-1302) con Roger Bernardo III de Foix significó la unión dinástica -declarada indisoluble- entre el vizcondado de Bearne y el condado de Foix. Las relaciones familiares y políticas con Navarra habían comenzado con Gastón IV (1090-1131), casado con Talesa, hija del “conde” Sancho Ramirez, hermano bastardo a su vez de su homónimo el rey Sancho Ramirez de Aragón y Pamplona; el mismo vizconde, curtido militarmente en la primera cruzada a Tierra Santa, colaboró en la reconquista de Zaragoza y otras empresas de Alfonso I el Batallador. No tuvieron especial trascendencia política y dinástica los matrimonios de Gastón V (1153-1170) con Sancha, hija del monarca navarro García Ramirez; de Gastón Febo X de Bearne y III de Foix (1343-1399) con Inés, hija de Juana II y Felipe III de Evreux; y de Juan I de Foix-Bearne con Juana, hija de Carlos III. En cambio, la boda de Gastón XI (IV) (1436-72) con Leonor, hija de los monarcas navarros Blanca y Juan II, condujo a la unión dinástica del vizcondado bearnés y el reino de Navarra bajo el soberano Francisco Febo (1472-1483) y su hermana Catalina (1483-1516).
Amparado en sus antiguos fueros (fors) y sus “estados” o asamblea representativa y convertido en bastión del protestantismo, el vizcondado defendió luego ardorosamente sus singularidades y su legendaria soberanía hasta que Enrique III de Navarra (Baja Navarra) se convirtió al catolicismo y fue reconocido como rey de Francia (1589). Su hijo Luis XIII presente en Pau con fuertes contingentes militares, declaró la plena incorporación de Bearne y la Baja Navarra a la monarquía francesa. El país conservó, sin embargo, hasta la Revolución sus peculiaridades forales y cierta autonomía administrativa y judicial.