BALANCE HÍDRICO
BALANCE HÍDRICO
La distribución anual de la precipitación en Navarra presenta un claro descenso estival, que, unido a la máxima evapotranspiración potencial de esta época, produce una falta de humedad precisamente en los meses de máximo calor. No ocurre así en la parte septentrional más lluviosa, pues, aunque experimente un ligero descenso durante la época cálida, la precipitación es suficiente para suplir las exigencias de la evapotranspiración en los meses en que ésta incrementa. En el período 1930-1960, los valores extremos oscilan entre un déficit superior a 400 mm anuales en el extremo sur de Navarra y un superávit de hasta 1200 mm en las montañas de la divisoria atlántico-mediterránea. Entre ambas cifras se escalonan el resto de las zonas que paulatinamente van pasando de superávit a déficit conforme desciende la altitud y se acorta la distancia a la cuenca del Ebro, en donde las precipitaciones son cada vez más escasas y la evapotranspiración potencial cada vez mayor.
La Navarra Húmeda de NW y cabeceras de los Valles Pirenaicos occidentales, excluyendo las zonas de mayor altitud, presentan un superávit de más de 650 mm anuales, que se incrementan notablemente con la altitud y mejor exposición a los vientos húmedos (vertiente cantábrica): 658 mm en Alsasua, 776 mm en Lecumberri, 1.087 mm en Santesteban y 1.391 mm en Burguete. A pesar de este superávit anual, la zona no está exenta de un teórico déficit correspondiente a los meses en que la precipitación puede ser insuficiente: julio y agosto en Santesteban y Burguete, de junio a agosto en Lecumberri y Alsasua. En las dos primeras localidades se suple con las reservas acumuladas en el suelo, mientras que en las dos últimas se genera un ligero déficit real durante el mes de agosto.
En la Cuenca de Pamplona el balance anual sigue siendo positivo (405 mm) y se enmarca dentro de un gradiente de disminución de la humedad que de W a E afecta al corredor del río Araquil, a la Cuenca de Pamplona y a la de Aoiz-Lumbier. Esta última (Artieda) con un superávit anual de ya sólo 40 mm. En la de Pamplona el déficit teórico abarca de julio a septiembre, con uno real durante agosto y septiembre debido a que el de julio es suplido por las reservas del suelo acumuladas durante la primavera. La de Aoiz-Lumbier, por su posición más oriental, recibe menor precipitación a la vez que se ve afectada por mayor calor estival. En consecuencia, a pesar de su superávit anual, su época deficitaria teórica ya se inicia en junio y dura hasta septiembre. Dado que las reservas del suelo se agotan en junio, el déficit real afecta al periodo que va de julio a septiembre.
Similar comportamiento a la Cuenca de Aoiz-Lumbier tienen la mitad meridional de los Valles Pirenaicos, especialmente los orientales. Sus periodos de déficit son prácticamente iguales si bien el balance anual presenta un mayor superávit (244 mm en Ustés). En las cabeceras de los orientales cabe intuir un comportamiento intermedio entre los valores que caracterizan sus mitades meridionales y los que se dan en las cabeceras de los occidentales. Las sierras prepirenaicas que marcan el límite meridional de las Cuencas se comportan como islotes de menor déficit, tanto por el mayor incremento de las precipitaciones como por la reducción de la potencial debido a sus temperaturas más frías. Por estas razones constituyen un límite de humedad muy claro, en relación al sur de Navarra donde se generalizan los déficits anuales.
En la Navarra Media occidental es de unos 100 mm anuales (107 en Estella), con valores estivales de hasta 150 mm. En la oriental se superan los 200 mm anuales (227 mm en Olite) y en los meses de verano puede ser de hasta 250 mm. En esta zona media el déficit teórico va de abril a septiembre, con uno real que ya se inicia en julio.
En la Ribera, el déficit anual supera los 300 mm (320 en Tudela), con un período de mayo a octubre en que se produciría déficit real si las reservas del suelo no compensaran la falta de humedad de mayo y junio. Dentro de esta comarca destaca el curso inferior del río Aragón donde se registran déficits anuales superiores a 400 mm (417 en Caparroso) debido a los fuertes valores de evapotranspiración potencial que allí se registran. El déficit teórico ya se inicia en marzo, el real en mayo y acaba en octubre. Durante los meses estivales (junio, julio y agosto) la falta de agua puede superar la respetable cifra de 300 mm/m2. Aunque bastante localizada, es la zona de mayor y más amplio déficit de toda Navarra.