AZNAR ZUBIGARAY, MANUEL
(Echalar, 1894-Madrid, 1975). Periodista y Diplomático. Cursó estudios de humanidades, griego, latín, filosofía en los seminarios de Pamplona y Madrid; y los de Derecho en la Universidad Central y en la de Valladolid.
Inició su carrera periodística en Pamplona, en el año 1912, como crítico musical. Poco después se trasladó a Bilbao y colaboró, en el diario Euzkadi, fundado en febrero de 1913, donde con el seudónimo “Imanol” firmó una columna titulada “Mis crónicas”, muy popular. En diciembre de 1914 estrenó en el teatro Campos de Bilbao su obra El jardín del Mayorazgo, obra que, en opinión de Gregorio Morán era “furibundamente antiespañola”. Dice Morán: “Fue carlista-tradicionalista, nacionalista vasco, republicano radical, azañista, anarquista y biógrafo de Franco”. En su época de residencia en Bilbao, participó en la tertulia del Lyon d’Or, a la que acudían Unamuno, Zuloaga, Sánchez Mazas, Ramón de Basterra, Mourlane Michelena, Areilza, José Félix de Lequerica, entre otros escritores, periodistas y políticos de relevante presencia en la vida política y literaria de España en la primera mitad del siglo XX.
Durante la Primera Guerra Mundial, en “Euzkadi”, Aznar publicó sus crónicas de la guerra en el frente franco-británico con el seudónimo “Gudalgai”, con las que el periódico logró doblar su tirada habitual de 8.000 ejemplares. Es fama que esas crónicas se leían y comentaban hasta en la Sala de Banderas del cuartel de Garellano, admirando la precisión técnica de los conceptos tácticos y estratégicos que manejaba. Enseguida rebasaron el plano regional ganando la atención de toda España.
Según algunos testigos, “Gudalgai utilizaba, como auxiliares de su trabajo, un mapa Stieler y una gigantesca lupa con la que estudiaba minuciosamente los movimientos de avance y retroceso de los ejércitos”. Como resultado de esta labor de informador y cronista de los frentes de combate, Manuel Aznar fue condecorado por los gobiernos de Inglaterra, Francia y Bélgica. Aznar siempre destacó en esta faceta de cronista bélico.
Con el seudónimo “Imanol”, Aznar colaboró desde su primer número en la revista “Hermes”, de Bilbao, con la sección “De las ciudades y de los pueblos”. Así mismo colaboró en la revista “Cosmópolis” y fue uno de los fundadores del diario “Excelsior”.
En 1918, fue nombrado director de “El Sol”, de Madrid. Aznar dio a este periódico un notable impulso tanto en el aspecto literario, incorporando las firmas más avanzadas y prestigiosas de la época (Sánchez Mazas, Unamuno, Valle Inclán, Ledesma Ramos, Cipriano Rivas Cherif, Mourlane Michelena, Giménez Caballero… ), como en el aspecto informativo, dándole un giro progresista y social.
En 1921 visitó, junto con otros directores de periódico, invitados por el ministro de la Guerra Juan de la Cierva, la zona de Melilla y escribió crónicas sobre la situación política y militar de Marruecos. También, en su etapa de director de “El Sol”, promovió la creación de la “Hoja Oficial del Lunes”.
En 1922, Manuel Aznar se trasladó a Cuba para dirigir “El País”. Fue director técnico del “Diario de la Marina”, de La Habana (1926-1928) volvió posteriormente a dirigir “El País”, hasta mayo de 1931. También volvió a dirigir durante una corta etapa “El Sol”, participó en la Liga de la Libertad de Prensa y a partir de 1932 se dedicó preferentemente a trabajos de colaboración periodística y literaria.
Miembro del partido republicano conservador, Manuel Aznar dirigió la campaña electoral de 1933, y, al parecer, tuvo una participación muy destacada, en el mes de junio de 1936, en un plan político encaminado al establecimiento de lo que el propio Maura calificó de “dictadura nacional republicana”.
Durante la guerra civil, escribió para el “Diario de la Marina” de La Habana, del que era corresponsal en Madrid, y para “La Nación”, de Buenos Aires. En enero de 1939 le fue otorgado a Aznar el premio Francisco Franco por su colaboración como cronista militar de la campaña, según unos, y, según Gregorio Morán, por un artículo publicado en “El Heraldo de Aragón”, del que era director, titulado: “Carretera de Ejulve a Cantavieja, Evocación y retorno. La batalla de Franco prosigue y amplía su vuelo”.
En la revista de la Falange “Vértice”, dirigida en San Sebastián durante la guerra por Manuel Halcón, publicó algunas de estas crónicas bélicas, como la titulada “Pirineo arriba con las tropas de Navarra” o las que relataban los avances del ejército del general Franco en Cataluña, escritas en un tono épico lleno de entusiasmo que en ocasiones resulta francamente excesivo.
Además de dirigir “El Diario Vasco” de San Sebastián, Aznar, al terminar la guerra (1939), fundó en Madrid, con Manuel Halcón, la revista “Semana” y la dirigió durante varios años.
La carrera diplomática de Manuel Aznar se inició en 1945, cuando fue nombrado ministro plenipotenciario en Washington. En 1948 se le designó embajador en la República Dominicana. Y cuatro años más tarde pasó a representar a España en la República Argentina.
Regresó a España en 1954 y reemprendió sus actividades periodísticas en diversas publicaciones. “Blanco y Negro” entre ellas, especialmente como comentarista de política internacional. Un año después fue elegido presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid.
Entre los años 1957 y 1958, Aznar asistió como representante español a la XIX Asamblea General de la ONU, y de 1960 a 1962 fue director de “La Vanguardia” de Barcelona; cargo en el que cesó al ser nombrado embajador en Rabat, donde permaneció hasta 1964, año en el que pasó a ser delegado permanente y jefe de la misión española en las Naciones Unidas. Abandonó este puesto en 1967 y emprendió, además de numerosos viajes por Oriente Medio, una intensa labor como conferenciante.
En 1968, Aznar presidió la delegación española en el Congreso Eucarístico Internacional de Bogotá y en las tomas de posesión de los presidentes Stroessner de Paraguay y Velasco de Ecuador. Este mismo año fue nombrado, a instancias del académico de la Lengua Manuel Halcón, presidente de la agencia de noticias EFE. Recibió, en 1973, el premio Rodríguez Santamaría de la Asociación de la Prensa de Madrid y el premio Gacela en Barcelona. Ese mismo año fue condecorado con la orden de Carlos III.
Aunque sus publicaciones no dejen de ser abundantes, en el caso de Manuel Aznar, “maestro de periodistas” pasa muchos y “escritor de buenas letras” para otros, sucede como con otros escritores que dedicaron fundamentalmente su quehacer al periodismo; la mayor parte de su obra permanece dispersa en periódicos y revistas de España y América.
Aún así, entre su obra publicada cabe destacar La España de hoy (1928), colección de sus crónicas periodísticas en La Habana e Historia militar de la Guerra de España (Madrid. 1940) -sin duda, su obra más importante-, donde, además del relato pormenorizado, a veces enfático, de las operaciones militares de la guerra civil española, con especial atención a las llevadas a cabo por el ejército del general Franco, el libro contiene un análisis de Aznar sobre la posición del ejército y de los partidos nacionales antes del 18 de julio de 1936, titulado Acción y reacción del ejército nacional, que con la apariencia del examen histórico objetivo de la situación política de España, viene a ser una justificación del alzamiento militar.
Deben señalarse, además, Política de Inglaterra y de España (Madrid, 1940); Historia de la Segunda Guerra Mundial (San Sebastián. 1941), tomos 2.º y 4.°; Antecedentes diplomáticos de la Segunda Guerra Mundial (Madrid, 1943); Guerra y victoria de España (1936-1939) (Madrid. 1942); La batalla de Francia y el armisticio de 1940 (Madrid. 1944); Historia de la Cruzada (1943-1944), tomos 28 a 36; El Alcázar no se rinde (Madrid. 1957, 2.ª edición), réplica a unas páginas del libro del escritor norteamericano Herbert L. Mattews; Tres actitudes de hoy ante la Barcelona de mañana (Barcelona, 19621, obra escrita junto con Laureano López Rodó y José M.ª de Porcioles; Primer curso de radiodifusión para las fuerzas aristadas, (Madrid, 1968); Canciones del mañana y del mediodía, crónicas del País Vasco; Un joven de 1915 ante José Ortega y Gasset (Madrid, 1970) y Franco, biografía, (Madrid, 1975).
Además de obras de carácter militar y político, Manuel Aznar fue autor de numerosos prólogos entre los que destacan los escritos para las siguiente obras: “Emociones de un sitiado”, de Emilio Oliver Ortiz; Diario de una bandera, del Comandante Francisco Franco; Europa en llamas, de José María Mundet; La isla de la Tortuga, de Peña Batlle; La revolución de la flor, de César de la Lama, y Los gallos, de Emilio Romero. También dirigió el libro colectivo, Un siglo en la vida del Banco del Bilbao (Bilbao, 1957) y tradujo del italiano la obra de Roberto Cantelupo La clase dirigente.
También son destacables sus lecciones y conferencias, El corresponsal en el extranjero (1967), El pensamiento de Balmes en el mundo actual (1968) y Las islas inútiles, así como sus pregones en las fiestas de la Merced de Barcelona.
Bibliografía
Alfonso Carlos Sainz Valdivieso. Triunfo y Tragedia del periodismo vasco. Prensa e Política. Ed. Nacional, Madrid, 1977, Pedro Gómez Aparicio Historia del periodismo español. De la Dictadura a la Guerra Civil. Tomo IV, Ed. Nacional, Madrid, 1981; Dámaso Santos. Generaciones juntas, Ed. Bullón, Madrid, 1962; Gregorio Morán, Los españoles que dejaron de serlo, Euskadi 1937-1981, Ed. Planeta, Barcelona, 1982; César González-Ruano, Las palabras quedan, Ed. Taurus, Madrid, 1965.