ARQUITECTURA POPULAR
Como el conjunto del arte popular, responde generalmente a las necesidades vitales del hombre, fundamentalmente el rural, artífice, él mismo, de las creaciones. En consecuencia, se plasma, casi exclusivamente, en las viviendas y dependencias anejas -almacenes-; la vocación agrícola del pasado navarro se proyectó en la distribución interior de las residencias, acomodadas a las necesidades impuestas por los modos de vida.
Aunque los tipos son muy variados, en función de las características geográficas -suelo y clima- y el tipo de hábitat, existen características generales aplicables al conjunto del territorio. Con predominio de las líneas rectas, presentan una fuerte imagen de austeridad, con escasa ornamentación, limitada apenas a remarcar puertas, ventanas y esquinas. Sólo los casos con mayores pretensiones ofrecen algunas columnas o aleros decorados. Se busca, en cualquier caso, la mayor perfección técnica de que el artesano es capaz, y el resultado ofrece sensación de solidez.
En función de los materiales, pueden distinguirse dos grandes grupos (piedra y tierra), con sus correspondientes variantes geográficas y tipológicas.
Casas de piedra
De difusión general en la región.
Pirenaica
Con cubierta a cuatro aguas, de teja plana, alero no muy pronunciado y paredes blanqueadas con sillarejo descubierto en jambas y esquinas. Se extiende desde Burguete a Roncal. En cada valle suelen introducirse algunas características propias (falta de esquineras o blanqueo, balcón-secadero, etc).
Subpirenaica septentrional
Alcanza grandes dimensiones y presenta cubierta a dos aguas con caballete perpendicular a la fachada y teja roja curva. Las paredes se encalan, excepto jambas y esquineras, cuyos sillares se dejan al descubierto. Son habituales los balcones-secadero y los entramados de madera. Se extienden por la vertiente atlántica, fundamentalmente el valle de Baztán.
Subpirenaica meridional
Es la más extendida, aunque su estado más puro aparece en la zona de Leiza, Larráun y Barranca. Presenta tejado a dos aguas, con caballete paralelo o perpendicular a la fachada, pared de mampostería revocada y encalada -salvo jambas y esquinera-; las ventanas son más habituales que los balcones.
Ajemezadas
Tiene ventanas en ajimez (arco curvo con parteluz). Las paredes son de sillar y las puertas con arco. El escudo nobiliario habitual alude a antiguas residencias nobiliarias. Se extiende por toda Navarra; en el sur aparece combinada con el ladrillo.
Casas de tierra
Menos habitual que las anteriores, que se consideraban más sólidas. Se extiende por las zonas meridionales de Navarra y, fundamentalmente, las riberas de los cursos inferiores del Ega, Arga y Aragón y la del Ebro.
Ladrillo
De tamaño menor que las de piedra, ofrecen también un menor valor estético; las más interesantes presentan tejado a cuatro aguas, aleros decorados y balcones o galerías. En ocasiones introducen la piedra.
Tierra cocida
De aspecto muy pobre, emplean adobe o tapial; son propias de la Ribera, aunque en algunos lugares de la zona Media aparece combinada con piedra.
Cuevas
Construidas en desniveles de cerros y acantilados, todavía se utilizan, esporádicamente, en algunos pueblos cercanos a la Ribera del Ebro, donde han sido más frecuentes, por grupos o familias generalmente marginales.
Aparte las viviendas, se conservan todavía 18 ejemplares de hórreos, manifestación singular de esta arquitectura popular. Aunque con características más o menos peculiares, aparecen, en general, sobre columnas de piedra, con planta rectangular y tejado a dos aguas; los muros son de piedra e incorporan decoración muy esquemática en alguna ocasión. El más antiguo conservado es el de Iracheta, en Leoz, del siglo X aproximadamente.
Bibliografía
L. Urabayen. De arquitectura popular, La Casa navarra, Madrid, 1929; F. J. Zubiaur Carreño, Arte popular de Navarra, Pamplona, 1980; J. Caro Baroja, La casa en Navarra, Pamplona, 1982, 4 vols.