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ARGAMASILLA DE LA CERDA Y BAYONA, JOAQUÍN

ARGAMASILLA DE LA CERDA Y BAYONA, Joaquín

(Madrid, 1870-1940). Marqués de Santacara. Estudió Derecho y Filosofía y Letras. De ascendencia navarra -sus padres contrajeron matrimonio en Corella-, Argamasilla de la Cerda residió frecuentemente en Navarra y buena parte de sus trabajos históricos y literarios están dedicados o inspirados en temas navarros, cuando no son el tema central de los mismos. Tuvo relación de amistad con Ramón María del Valle Inclán, quien le prologó una de sus novelas. En 1903 figuraba como presidente de la juventud jaimista de la capital de España.

En 1886 publicó una colección de versos bajo el título Vibraciones y años más tarde, en 1892, obtuvo con su Plegaria a Cristo un premio en el Certamen que se celebró en Madrid para conmemorar el descubrimiento de América y la Flor Natural por su oda A Colón.

Es autor de las siguientes obras: Nobiliario y Armería general de Navarra (Madrid 1899-1902); De tierras altas, bocetos de paisajes y novelas (Madrid, 1907); El yelmo roto, novela, prólogo de Valle Inclán (Madrid, 1913); Pidiendo luz, algunas observaciones sobre el equívoco jaimista y varias preguntas sin contestación (Madrid, 1916); La explosión de la mentira, un aspecto de la guerra actual (Madrid, 1917) y La cimera de hielo, novela.

Así mismo publicó trabajos de investigación histórica entre los que destacan: Notas sobre la batalla de las Navas (RHGE y , 1912), Don Tiburcio de Redín y Cruzat (, 1925) y los marqueses de Falces en Navarra (RHGE, 1928).

Valle Inclán, en el prólogo a El yelmo roto, calificó a esta novela de moderna, en la visión mundana y en el estilo, aunque en su fondo reflejara “la amargura infinita de todos los desengaños”. Vio en ella nada menos que “la conciencia de un momento angustioso, el más angustioso de nuestra Historia, está el desengaño de la raza que siente la inutilidad de su esfuerzo para ser eterna”.

La historia narrada en El yelmo roto es la de un aristócrata español que desengañado de la vida, tras su participación en la guerra de Cuba y tras una decepción amorosa, marchó a París decidido a “engolfarse cuanto pueda en la gran vida (…), lleno de una noble sed de ciencia positiva y de placeres exquisitos y en busca de un ambiente cosmopolita”.

No es difícil advertir en esta novela, y acaso por eso Valle Inclán la saludó como moderna, caracteres de la estética modernista: atracción por ambientes exóticos o lujosos; rechazo de la zafiedad y de lo vulgar; incomodidad frente a la realidad político social del mundo al que pertenecen los personajes; exaltación de la libertad sexual; seducción por lo raro, las drogas, lo prohibido; cosmopolitismo -París 1900 como objeto del viaje-; desarraigo de los personajes, búsqueda de una expresión refinada, aunque en este caso concreto ese refinamiento de expresión sea en ocasiones bastante desmañado y suene a falso… Pero junto a estos caracteres se encuentran otros costumbristas, moralizantes y hasta propios del folletín de principios de siglo.

Con anterioridad a esta novela, Argamasilla de la Cerda había publicado De tierras altas (1907), un conjunto de narraciones breves y de descripciones de paisajes e impresiones de viaje por tierras navarras. Irati, Aézcoa, Roncesvalles, Roncal, Rala y las cumbres de los Pirineos orientales navarros, son los lugares y paisajes que Argamasilla visita y describe con un tono lírico e impresionista con algunas referencias a leyendas navarras. Algunos de estos textos reproducidos posteriormente en la revista “Euskal Erria”.

Entre las narraciones breves contenidas en este volumen, inspiradas en el mundo rural navarro, del que Argamasilla de la Cerda pone de relieve su pobreza, su aislamiento y su apego a las tradiciones, merece destacarse el relato titulado Los últimos. El tema de la decadencia de la aristocracia, como clase social poseedora de un singular estilo de vida y de unos códigos éticos propios, que luego volvería a tomar en El yelmo roto, está tratado en este relato oponiendo dos concepciones de la vida dentro de la misma clase social. Tanto si trata del mundo rural o de la vieja nobleza, el mundo descrito por Argamasilla de la Cerda, es un mundo desolado al que literalmente podía haberle sacado más partido, bien entrando en las causas de su desolación, bien describiéndolo en toda su crudeza, sin caer en la elegía y en el sentimentalismo fácil.

Bibliografía

Manuel Iribarren, Escritores navarros de ayer y de hoy, (Pamplona, 1970), Ed. Gómez.

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