ARALAR, SAN MIGUEL DE
Antiguo santuario y casa emplazado en una eminencia -“in Excelsis”- de la sierra de Aralar, en término de Huarte-Araquil, Merindad de Pamplona. Nombre relacionado con los “Aracelitani” mencionados por Plinio*, y por el que discurría la vía romana de Burdeos a Astorga. Aunque no aparece en la documentación antes de 1032, la restauración llevada a cabo por F. Iñiguez Almech permitió comprobar la probable existencia de un templo prerrománico del siglo IX, al que pertenecería el aparejo de la parte inferior del ábside mayor. Destruido por un incendio en fecha imprecisa del siglo X, fue reconstruido posteriormente y ampliado con dos naves laterales.
El rey Sancho Garcés IV el de Peñalén y su esposa Placencia lo dotaron generosamente con motivo de la consagración de la iglesia (1074). Por entonces dependía de la decanía de Santa María de Zamarce (Huarte-Araquil), vinculada a la catedral de Pamplona. El “Liber miraculorum” (siglo XIII) cuenta que Pedro I, rey de Aragón y Pamplona, fracasado en su intento de obtener la curación de sus dolencias en Roma y Salerno, subió penitencialmente al Monte Excelso y recobró su salud. Según A. Ubieto Arteta, la visita pudo tener lugar entre mayo de 1090 y junio del siguiente. El hecho debió de contribuir al auge devocional, convirtiendo a San Miguel en uno de los centros religiosos más concurridos del reino, atendido por una comunidad regular de “fratres” sacerdotes, presidida por un abad, y una cofradía de clérigos y laicos, a la cual el obispo Pedro de París dio para sus reuniones “aquella casa grande que hay a la parte austral de la iglesia de San Miguel de Excelso” (1191). Las donaciones, incrementadas con motivo de la dedicación del templo (1141), hicieron que el patrimonio del santuario se extendiera por toda Navarra y aun fuera de sus límites. El obispo Juan de Tarazona, que había sido abad de San Miguel, creó en la catedral pamplonesa la dignidad de chantre (1206), dotándola con las rentas del santuario aralarense. La casa tenía 9 habitantes en 1887; 10 en 1910; 14 en 1920; 8 en 1930 y 1940, 5 en 1950 y 1960; 6 en 1970 y 4 en 1981.
Arte
El santuario de San Miguel de Aralar presenta una planta basilical de tres naves casi de la misma altura, divididas en cuatro tramos, que rematan en triple cabecera. Los tres ábsides son semicirculares, si bien el central adopta forma poligonal al exterior. Esta planta corresponde a sucesivas reedificaciones románicas realizadas sobre un modelo prerrománico, conocido por restos arqueológicos, que entronca con el de la iglesia del Monasterio de San Salvador de Leire, y cuya reconstrucción encierra numerosos problemas arqueológicos. La obra carolingia sería la de la cabecera, correspondiendo el resto al siglo XII.
Los apoyos son pilares de tipo cruciforme, excepto el segundo del lado de la epístola que es de sección circular. El sistema de cubiertas empleado es de bóveda de horno en las capillas de la cabecera y de bóveda de cañón jalonada por arcos fajones para las naves. En el tramo anterior a la capilla mayor se alza una linterna octogonal sobre trompas, de ladrillo, fruto de la última restauración, que sustituye a la original románica desaparecida, Constituye ella el foco más importante de luz, siendo escasa la iluminación interior del templo. El conjunto está totalmente desprovisto de ornamentación.
En el interior destaca la presencia de un pequeño pórtico o nártex a los pies del templo, que consiste en una simple nave transversal a modo de crucero con bóveda de cañón corrido; tres puertas abiertas a las tres naves lo comunican con la iglesia. Asimismo es sobresaliente la existencia de un pequeño santuario interior de planta rectangular, con cubierta a dos aguas, situado en el tercer tramo de la nave central. Se levanta sobre la gruta en la que según la tradición, se apareció San Miguel. Su cronología es posterior a la del templo y atendiendo a la decoración de los capiteles e imposta que sigue al cimacio en una de sus puertas, puede ser fechado a finales del siglo XII.
Pertenece al tesoro de esta iglesia el frontal de San Miguel “in excelsis”, una de las obras más importantes de la esmaltería europea. Este bello antipendio de altar presenta en una superficie rectangular, una singular colección de esmaltes que dibujan personajes acogidos bajo arquerías. Preside el retablo una imagen de la Virgen con el Niño en mandorla, flanqueada por el tetramorfos. Su estructura decoración y temas entronca con lo silense, pero el esmalte, de suave y brillante colorido, se halla más cerca de lo limosín. Las piezas han sido fechadas por Marie-M. Gauthier entre 1175 y 1185. Fueron robadas en octubre de 1979 y posteriormente recuperadas.
La pequeña imagen del titular guarda bajo el caparazón barroco (1756) de plata dorada los restos de la primitiva talla de madera y una reliquia del “Lignum Crucis”, sostenido en alto sobre la cabeza. Recorre los pueblos durante la primavera bendiciendo los campos en flor.
El “Libro de los milagros” recoge la leyenda del noble García Arnaut, penitente solitario fundador del primer templo en tiempo de Sancho Ramírez, y del dragón aumentándose habitaba en una sima próxima, alimentándose con animales y hombres. Estos y otros elementos contribuirán a recrear el relato de la aparición del Arcángel a Teodosio Goñi, parricida y penitente.
Bibliografía
P. de Burgui, San Miguel de Excelsis (Pamplona 1774); M. Arigita y Lasa, Historia de la imagen y santuario de San Miguel de Excelsis (Pamplona 1904); T. Biurrun Sotil, El arte románico en Navarra (Pamplona 1936), p. 101-108; F. Íñiguez y J.E. Uranga, Arte Medieval Navarro II (Pamplona 1973), pp. 41-55; L.M. Lojendio, Navarra románica (Madrid 1973) p. 377-386 y 414-415; M. Gauthier, El retablo de Aralar y otros esmaltes navarros (Pamplona 1982); M.C. Lacarra Ducay, Navarra. Guía y Mapa (Pamplona 1986), p. 124-125.