ANCHIETA, JUAN DE
ANCHIETA, Juan de
(Azpeitia, ca. 1540-1588). Es el escultor más importante de las escuelas del Romanismo norteño y uno de los más destacados de la escultura hispana del último tercio del siglo XVI. Extendió su influencia por Burgos, País Vasco, Navarra y Aragón, regiones en donde desarrolló su actividad creando a su alrededor numerosos discípulos y seguidores.
Nacido en Azpeitia, según él mismo declara en los documentos, no se sabe con certeza dónde tuvo lugar su formación, aunque resulta problemática la supuesta estancia del escultor en Florencia. Con más probabilidad el escultor se habría formado en Valladolid donde se encontraba en 1565, permaneciendo en esta ciudad hasta 1570. Allí debió sostener relación estrecha con el gran escultor Juan de Juni de quien debió ser colaborador suyo, ya que este artista en su testamento lo enjuicia de manera muy elogiosa señalándolo como la persona idónea para continuar el retablo inconcluso de Santa María de Medina del Rioseco.
Las vinculaciones del arte de Anchieta con el de Juni son evidentes lo que no excluye otras relaciones como las establecidas con el círculo astorgano formado en torno a Gaspar Becerra. La intervención de Anchieta en el retablo de Santa Clara de Briviesca parece fuera de duda pese a que es el escultor López de Gámiz el que figuró al frente de la obra. Los grupos de la calle central del retablo de Briviesca, obra de importancia capital dentro del Romanismo escultórico descubren la mano de Anchieta por su parecido con la obra posterior del artista.
Coincidiendo con la contratación del retablo de San Miguel de Vitoria obra que dejó sin terminar, inició el retablo de Cáseda a partir de 1577 que sería su primera obra en Navarra seguida por los retablos de Aoiz (1580) y Tafalla (1587). A partir de la fecha de la primera obra el escultor se hizo vecino de Pamplona y abrió un taller en la calle de la Navarrería desde donde atendió otros encargos procedentes de las regiones limítrofes. Así, realizó el retablo de Zumaya contratado en 1577 y al año siguiente esculpió los grupos de la Asunción y Coronación del retablo de la catedral de Burgos, ejecutando también esculturas para el retablo de Las Huelgas. El año de 1578 figura grabado en el retablo de la Trinidad de la catedral de Jaca que se atribuye tradicionalmente al escultor de quien se documenta otra obra en tierras aragonesas, el retablo de San Miguel de la capilla Zaporta de la Seo de Zaragoza.
En el contexto de esta actividad desbordante Juan de Anchieta realizó el retablo de Cáseda, dedicado a la Virgen, teniendo como ayudante a Pedro de Contreras. Fueron los tasadores Juan Rigalte, vecino de Zaragoza y Pedro de Arbulo, importante personalidad de la escultura romanista riojana quienes estimaron el valor del retablo en 4.200 ducados. La viuda de Anchieta, Ana de Aguirre, recibía todavía, en 1582, 200 ducados que se le debían por la obra. Consta el retablo de banco, dos cuerpos y un ático culminado por un calvario exento entre otras figuras. Columnas de fuste estriado con el tercio inferior decorado con guirnaldas y niños, de exquisito gusto, y capitel corintio articulan los cuerpos, a excepción de ático donde son sustituidas por machones. Frontones triangulares o curvos con mancebos recostados a la manera miguelangelesca cubren las calles laterales mientras en la calle central se abre un hueco palladino para albergar al grupo de la Asunción. Se desarrolla en él amplio programa doctrinal que comprende escenas en relieve de la Pasión, Infancia de Cristo y Pentecostés destacando por su poderoso volumen y grandiosidad la figura de Nuestra Señora del Rosario, la Asunción y la coronación de la Virgen que ocupan la calle central. El retablo fué policromado en 1601 por Juan de Landa pero recibió un nuevo dorado en el siglo XVIII.
El retablo de Aoiz ha llegado a nuestros días transformado ya que en el siglo XVIII se rearmó con una mazonería barroca aprovechándose en ella los relieves de Juan de Anchieta, entre los que destacan santos emparejados que siguen las composiciones difundidas desde El Escorial. Quedan fuera del retablo una Virgen con el Niño en pié cuya cabeza, de matrona romana y la monumentalidad de sus formas están inspiradas en fórmulas miguelangelescas, y un Crucifijo de cuidada anatomía.
En 1581 contrató el sagrario de Santa María de Tafalla que realizó en forma de templete de estilo purista de dos cuerpos con remate poligonal adornado con bellos relieves. Una vez terminada esta obra para 1585 pasó a ejecutar el retablo mayor de la misma iglesia que está considerada como su mejor obra y que no llegaría a terminar al sorprenderle la muerte. La traza original, dada por el propio Anchieta constituye una arquitectura monumental de estilo manierista que acumula soportes, frontones de tipología diversa, frisos y otros elementos que unidos a la escultura de relieves y bultos compone un conjunto en donde, a pesar de la complejidad impera un orden racional. Se estructura con un doble banco, dos cuerpos divididos en cinco calles y un ático decreciente de complejo diseño, que culmina con una cala rectangular sobre la que se eleva el grupo de la Trinidad. La calle mayor presenta un tratamiento especial coronándose su caja inferior con un frontón triangular con mancebos desnudos en sus derrames y la superior con una cornisa en forma de arco triunfal de manera semejante al retablo de Cáseda. En lo que respecta a la escultura la mano de Juan de Anchieta se distingue en los relieves del banco inferior referentes a la Infancia de Cristo con delicados pasajes de la Anunciación y de la Adoración de los Pastores y del banco superior referidos a la Pasión de Cristo destacando por su belleza y corrección técnica las escenas del Entierro de Cristo y la Piedad. En ellos muestra el escultor sus orígenes junianos y sobre todo su inspiración constante en Miguel Ángel. En los cuerpos del retablo continuan desarrollándose ambos ciclos en relación con las figuras de Cristo Resucitado y de la Asunción de la calle central pero todo este conjunto escultórico es ya obra de Pedro González de San Pedro, discípulo de Anchieta a quien su viuda traspasó la obra, junto a las trazas que debió seguir con fidelidad. Una cuidada policromía contrastada por Juan de Landa en 1599 cubre el retablo y contribuye al espléndido efecto final de esta obra considerada como antología dentro del Romanismo hispano.
En la misma parroquia de Tafalla se conserva otra obra del maestro vasco. Se trata del Cristo del Miserere, figura de anatomía apolínea y dramática cabeza tocada de equilibrado clasicismo. Un crucificado de menor tamaño debido al mismo escultor se encuentra en el convento de Recoletas de Pamplona. Obra muy relacionada con Anchieta hasta el punto que puede considerarse suya es el retablo de Añorbe. La fecha de 1577-1578 y la intervención del ensamblador Pedro de Contreras ayudante del maestro vasco en Cáseda un año antes, vienen a corroborar este hipótesis, a lo que se añade la calidad excepcional de su escultura, especialmente de la Virgen con el Niño, imagen erguida de particular calidad, el San Miguel, y los relieves de los Evangelistas del banco.
Juan de Landa fué también el autor de la policromía del retablo de Añorbe como lo fué de los de Cáseda y Tafalla, tanto del mayor como del Cristo. Muerto Anchieta, su viuda traspasó las obras que había dejado sin terminar en Tafalla a Pedro González de San Pedro. Tuvo el maestro vasco numerosos discípulos y seguidores que difundieron su estilo hasta formar en estas tierras norteñas, una de las escuelas de miguelangelismo más grandes de Europa.
Bibliografía
J. Camón Aznar, El escultor Juan de Anchieta (Pamplona 1943). J. Cabezudo Astrain, La obra de Anchieta en Tafalla P. de V. (1947), p. 277. A. San Vicente Pino, La capilla de San Miguel del Patronato Zaporta en la Seo de Zaragoza A.E.A. (1963), pp 98-118. M.C. García Gainza, La escultura romanista en Navarra. (Pamplona 1969), pág. 59.