ALMOHADES
ALMOHADES
Seguidores de un movimiento musulmán rigorista cuya proyección política les llevó a mediados del siglo XII a la creación de un imperio que desde Marruecos se extendió hasta al-Andalus, donde el declive de los almorávides había provocado una nueva fragmentación en reinos de taifas. Aunque en este período (1147-1160 aproximadamente) de la expansión almohade, el reino de Navarra no tenía ya frontera directa con el Islam, esto no impidió que caballeros navarros, como los Azagra, e incluso los monarcas participaran en los enfrentamientos y las negociaciones con los nuevos dueños del territorio musulmán. Así, Sancho VI el Sabio prestó su colaboración (1162) a Ibn Mardanish, el rey “Lobo” de Murcia, que intentaba contener el empuje almohade. Sancho VII el Fuerte acudió (1195) en apoyo de Alfonso VIII, pero no llegó a tiempo de evitar la derrota castellana en Alarcos a manos del califa al-Mansur Yacub. Al año siguiente los soberanos cristianos, reunidos cerca de Agreda, fracasaron en su intento de coalición, hasta el punto de que el soberano navarro pactó con el enemigo su neutralidad, e incluso se desplazó a Marruecos en busca de ayuda cuando luego (1198) fue atacado por el propio rey castellano. Las dificultades del califa al-Na?ir impidieron la llegada de tales socorros. Finalmente y a instancias del papa Honorio III, navarros, castellanos y aragoneses formaron una alianza (1212 que condujo a la victoria de las Navas de Tolosa, a raíz de la cual se inició el declive almohade. Más tarde, Sancho VII el Fuerte aún envió caballeros a la campaña contra Alcacer do Sal (1217) y organizó probablemente su propia expedición por tierras levantinas.