ALARCÓN Y ARIZA, PEDRO ANTONIO DE
ALARCÓN Y ARIZA, Pedro Antonio de
(Guadix, Granada, 1883-Madrid, 1891). Novelista cuya obra ofrece flancos costumbristas y realistas y cuya fama primera se asentó sobre su Diario de un testigo de la guerra de Africa (1859). Influenciado por Balzac y Georges Sand, Alarcón evolucionó del cuadro de costumbres -De Madrid a Nápoles pasando por París, Ginebra, etc. (1861), excelente libro de viajes; Cosas que fueron (1871)- a obras de buen pulso narrativo y caracteres bien trazados, como El sombrero de tres picos (1874), El niño de la bola (1880) y La pródiga (1882) o El escándalo (1875).
El sombrero de tres picos, novela corta enraizada en la tradición popular -El molinero de Alarcos es romance que oyó de niño en su lugar de origen-, se subtitula Historia verdadera de un sucedido que anda en romances, escrita ahora tal y como pasó. Alarcón cambia la época -siglo XIX en lugar del XVIII- y el final del argumento. En el romance, el corregidor, enamorado de la molinera, detiene al molinero y acude de noche al molino; cae al caz y tienden a secar las ropas; el molinero logra zafarse, corre a casa, ve las ropas del corregidor, se las pone, va disfrazado a casa del corregidor y devuelve a éste la afrenta que le ha propinado. Alarcón deja a salvo el honor de la molinera y de la corregidora, embrolla el argumento y logra uno de los mejores tipos femeninos de la literatura española: la señá Frasquita, la mornera, navarra de Estella, ciudad en la que la conoció el molinero, el tío Lucas, murciano “más feo que Picio”. El capítulo cuarto, “Una mujer vista por fuera”, dibuja el tipo y la etopeya de la estellesa protagonista: “Tenía más de dos varas de estatura, y era recia a proporción, o quizás más gruesa todavía de lo correspondiente a su arrogante talla. Parecía una Niobe colosal (…). Pero lo más notable en ella era la movilidad, la ligereza, la animación, la gracia de su respetable mole (…). Se cimbreaba como un junco, giraba como una veleta, bailaba como una peonza. Su rostro era más movible todavía y, por tanto, menos escultural”. La “pulcra, hacendosa, fuerte y saludable navarra” no había adquirido hábitos andaluces y ante las insinuaciones iniciales del corregidor “hubiera podido comparársela con Pamplona esperando un bombardeo”. Y cuando, más adelante, el hombre del sombrero de tres picos insiste y promete darle cuanto pida, ella pide la secretaría de Guadix para un sobrino suyo que tiene en Estella “y que así podrá venirse de aquellas montañas donde está pasando muchos apuros”.
Alarcón no conocía Navarra, si bien parece que pasó por ella. Llamar Frasquita a una Francisca estellesa, a la que supone ducha en tañer guitarra, es un dato erróneo. Pero, según resumía J.M.ª Iribarren, el novelista debió de pensar que una navarra podía ser la mujer graciosa, honrada y fuerte, capaz de defenderse sola, incluso trabuco en mano.
La fuerza de los personajes y la plasticidad dramática de la historia ha merecido atención de Hugo Wolf, que compuso su ópera en cuatro actos, Der Corregidor (1895), sobre libreto de R. Mayreder-Obermayer, según el texto de Alarcón; y de Manuel de Falla, que escribió El corregidor y la molinera (1917), cuya versión definitiva, el ballet El sombrero de tres picos, fue presentada por los ballets de Diaghilev en Londres (1919) y avaló la fama mundial del músico. En los apuntes, Falla destaca desde el primer momento el carácter de la navarra, cuyo retrato musical es la jota final, uno de los números más célebres y celebrados de la partitura.
Bibliografía
Pedro Antonio de Alarcón, El sombrero de tres picos, edición de V. Gaos, Clásicos Castellanos, Madrid 1975; J.F. Montesinos, Pedro Antonio de Alarcón, segunda edición, Castalia, Madrid 1977, cap. IV, “El sombrero de tres picos”, pp. 185-207; En Xerez de la Frontera, romance, en Paz y Melia, Papeles de Inquisición, 2.° edición, Madrid, 1947, n.º 371, pp. 130-133; El molinero de Arcos, romance en Durán, II, n.º 1.356; Bonilla, Los orígenes de “El sombrero de tres picos”, RH, 1905, XIII, 5ss.; R. Foulché-Delbosc, D´où dérive “El sombrero de tres picos”, RH, 1908, XVIII, 468-487; E.B. Place, The antecedentes of “El sombrero de tres picos”, PhQ, 1929, VIII, 39-42; J. A. van Prag, Un precursor holandés de “El molinero de Arcos”, “Clavileño” n.º 18 (1953), pp. 7-9; S. Demarques, Manuel de Falla, París, 1963; E. Decsey, Hugo Wolf, 2.ª edición, Berlín y Leipzig, 1919.