AGRUPACIÓN FOTOGRÁFICA Y CINEMATOGRÁFICA DE NAVARRA
AGRUPACIÓN FOTOGRÁFICA Y CINEMATOGRÁFICA DE NAVARRA
Fundada en agosto de 1955. Su nacimiento, obra de un grupo de fotógrafos aficionados, obedece a inquietudes similares a las experimentadas en otros lugares. El artículo tercero de los estatutos de la recién fundada sociedad, decía textualmente: “La A.F.C.N. tiene por objeto utilizar todas las posibilidades que estén a su alcance para fomentar el arte fotográfico y cinematrográfico en sus aspectos científico y artístico, y en sus derivados”.
Existía, con anterioridad a 1955, inquietud entre los fotógrafos no profesionales; ya en los años 1949 y 1950 se celebraron sucesivas ediciones de un Concurso Internacional de Fotografías que tuvieron repercusión en la prensa del momento. En sus declaraciones de aquellas fechas, Pedro María Irurzun*, -uno de los socios fundadores de la A.F.C.N.-, hace notar la influencia que tuvo, de cara a lograr una agrupación, la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa, con sede en San Sebastián. Hubo una serie de reuniones previas, tendentes a la formación de la sociedad, que cristalizaron, “gracias al dinamismo de Manuel María Castells, quien, en menos de dos meses, logró preparar los estatutos y legalizarlos”.
Una vez aprobados los estatutos, la Agrupación inició su andadura con una asamblea en los locales del Casino Eslava, cedidos al efecto, reunión en la que se acordó iniciar las gestiones para conseguir un local y enviar a los asociados una copia de los mencionados estatutos.
La primera junta directiva, bajo la presidencia de Julio Medrano Ciracos, estuvo compuesta por B. Soteras, Manuel M. Castells, F. Sanz, E. Olaz, J. Cejuela, J. Arazuri, F. Matossi, F. El Busto, B. del Cerro y J. Ibarrola. Pronto se organizó la Primera Exposición de Fotografía Artística en los locales de las Escuelas de San Francisco, cedidas por el Ayuntamiento de la ciudad. Se inauguró el 24 de diciembre de 1955. Constaba de 108 obras, todas ellas de los socios.
A partir de 1956, La Agrupación dispuso de un local en alquiler situado en la calle Zapatería, número 29. Años más tarde, en 1974, se situará en el número 42 de la misma calle. La existencia de un local supuso la apertura de una nueva vía para los asociados, en especial por la existencia de unos laboratorios.
Mención especial merecen las diversas referencias que, en los primeros boletines, se hace de la revista “Arte Fotográfico” (Madrid), que actuaba como un motor en la vida de las agrupaciones, ya que fomentaba la creación de las mismas y estimulaba su desarrollo posterior. Durante algún momento de la existencia de la revista, llegó a ser verdadero órgano de comunicación entre las diversas agrupaciones, si bien la idea de formar una Federación de agrupaciones fotográficas no llegó a cristalizar hasta 1983.
En abril de 1956 se convocó el I Salón Nacional de Fotografía Artística; en sucesivas ediciones, el “Salón San Fermín*”, como fue rebautizado, pasó a ser internacional. Esta fiesta de la agrupación ha representado, durante mucho tiempo, el punto culminante de la vida social de la entidad. En julio del mismo año se publicaron también las primeras bases para un denominado “Concurso social anual por puntuación” que pretende estabilizar la actividad de los socios y dinamizar su interés por la fotografía.
Planteada ya la mecánica de las exposiciones y concursos, faltaba cubrir un aspecto esencial para la vida de una agrupación: la didáctica. La A.F.C.N., desde sus comienzos, se preocupó siempre de los primeros pasos de quienes se asomaron al medio, pero hay que añadir, a renglón seguido, que lo que se hizo apenas sí sirvió para cubrir el expediente. Las enseñanzas impartidas fueron escasas, referidas siempre a un cursillo de iniciación y de índole técnica. Ningún aspecto histórico, crítico, y mucho menos semiótico o filosófico, fue abordado más allá de lo puramente ocasional. El programa de los citados cursillos de iniciación se copiaba del año anterior. Sólo a partir de 1980 se registró un avance en lo que a enseñanzas de profundización se refiere. Por otro lado, como descargo, hay que hacer constar que las clases quedaron siempre en manos de socios voluntariosos y altruistas, lo que excluye cualquier profesionalidad en un tema tan delicado como éste. Ese altruismo fue mucho más patente en los primeros tiempos de la sociedad.
También el boletín de la agrupación se preocupó con alguna regularidad de la divulgación de aspectos didácticos aunque, por lo general, tal divulgación obedeció más a la necesidad de cubrir huecos que a un programa coherente. Pese a todo, el boletín fue ganando en densidad y en interés a lo largo del tiempo, todo ello ligado siempre a la persona encargada de la dirección. Los directores de la revista mensual han sido Gómez Alonso, Manuel M. Castells, J. Cejuela, J. M. Nebreda Urdíroz, J.A. Munárriz, F. Aliaga, C. Cánovas, J. Larrión y P. Ocaña. Una experiencia interesante fue la habida en 1983, cuando un grupo de cinco fotógrafos, Cánovas, Guerendiáin, Lizoáin, López y Ocaña, planteó la necesidad de dar un giro total a la publicación, que adquirió carácter bimestral, y buscó los temas de interés. El prestigio que tuvo la entidad se debe, sobre todo, a los éxitos que sus socios alcanzaron en los concursos. Entre los nombres a señalar, conviene citar a P.M. Irurzun Irurzun*, J. Cejuela, N. Ardanaz Piqué* (no tan vinculado al salonismo), F. Galle Zumealde, F. El Busto Vicente y J.L. Bayona, en una etapa inicial.
Respecto a las presidencias el primero fue Julio Medrano Ciracos, que falleció mientras ejercía el cargo; su sucesor, Baltasar Soteras Elía, ocupó su lugar hasta 1976, año en que tomó el relevo Pío Guerendiáin Castañón. Desde 1982 continuó la labor presidencial José Torregrosa García. Con excepción de P. Guerendiáin, ninguno de ellos pareció nunca dispuesto a abordar excesivas reformas. A comienzos de los años ochenta se había producido un sensible deterioro de la imagen de la Agrupación, en parte por los continuados abandonos y en parte por la incapacidad para abordar el cambio profundo que los nuevos tiempos parecían exigir. A partir de 1986, sin embargo, la A.F.C.N. inició un cambio de rumbo espectacular. La presidencia se encomendó a socios históricos nuevamente, como Manuel María Castells y Rafael Rodríguez Tirado quienes, inspirados por Pío Guerendiáin, impulsaron, con decidida vocación didáctica, cursos y talleres que, sin el esplendor de otras épocas, parecen tener un éxito mucho más real. El programa de enseñanzas ha venido ampliándose desde entonces sin interrupción. La falta de una estructura profesionalizada, no obstante, condiciona el futuro.
Aún desde una perspectiva crítica, sería absolutamente injusto no hacer constar la gran importancia que ha tenido la entidad va que ha actuado como verdadero catalizador de sucesivas promociones de fotógrafos aficionados, bien conocidos hoy, que dieron allí sus primeros pasos.