AGOTES
Grupo social marginado históricamente acerca de cuyo origen se han dado varias opiniones: godos (agote sin la primera y última vocales got = godo, refugiados arrianos; sarracenos (resto de ejército derrotado por Carlos Marte); cristianos primitivos (encerrados y asilados en las montañas); albigenses (restos del ejército albigense refugiados en el Pirineo); seguidores de Carlomagno (godos, moros o hispanos); descendientes de leprosos; gente víctima de la ignorancia separada de los demás debido al temor de una falsa lepra; y grupo de marginados que abarca también a brujos y gitanos, pero que se relaciona con la lepra.
Posiblemente se trata de grupos extranjeros, herejes de origen franco y religión cristiana, refugiados en los valles pirenaicos principalmente. El núcleo más significativo quedó en tierras de la familia Ursúa cerca de Arizcun en el Baztán en relación de censatarios. El riesgo propagador de las creencias heréticas pudo ser la causa de su asimilación a la lepra contagiosa por lo que se les limitaron sus derechos de convivencia con el resto de habitantes.
Anteriormente se les denominó mesillos, mesegueros, chistrones, cristianos de San Lázaro, etc. La primera mención conocida del término corresponde al agote enviado por el caballero León de Garro a la villa de Monreal, bajo la obediencia del príncipe de Viana, Carlos. Junto a los propiamente agotes, figuran los denominados cristianos (de San Lázaro), prácticamente lo mismo, procedentes en buena parte de Ultrapuertos. Esta tierra, Labourd y Bearne aportaron un contingente elevado de agotes desplazados hacia Navarra. Los gafos, citados en el fuero de Peralta (1144), se mencionan también con los epítetos de cornudo y sodomítico. El Fuero General de Navarra prevé la confinación de los gafos, tanto infanzones corno villanos, en gaferías; si querían permanecer en su villa, debían instalarse fuera del núcleo de población y de sus eras. Las ordenanzas de Lesaca (1429) contenían varios preceptos discriminatorios para la minoría agote. En 1321 se hizo una gran redada de leprosos y se les encerró en el castillo de Estella.
Iniciado el siglo XVI, agotes de la diócesis de Pamplona y Bayona sobre todo, pero también de Huesca-Jaca y Dax, instaron al papa León X (1513) la equiparación de derechos porque, reconociendo su pasado algisense hacían profesión de fe católica. Consta hacia entonces su presencia en Maya, Elizondo, Elvetea, Irurita, y Arizcun; a ésta última villa pertenecía el barrio de Bozate, famoso por la permanencia del grupo social marginado. Existían otros focos, por ejemplo en Lanz y en Larrasoaña (aquí con una llamada “casa de agotes”). En el mencionado siglo y en cl siguiente abundaron los procesos, unos relacionados con los epítetos de agote, “christón”, “mesillo”, “ladre” y otros, proferidos como insulto; otros, sobre preeminencias en los asientos de la iglesia, recepción de sacramentos, derechos de vecindad y actividades profesionales. Pero los componentes de la minoría discriminada ejercían los oficios de carpinteros, cuberos, molineros, cerrajeros y afines, y por supuesto el de labradores. Y en momentos críticos disfrutaron de la protección, por ejemplo, de los palacianos de Ursúa. Un agote de Isaba, carpintero distinguido protagonizó un proceso (1558) poniéndose en evidencia humillaciones tales como la de reservar a los agotes el último asiento de la iglesia, junto al aguabenditera, y que incluso el abad y los beneficiados no aceptaban la oblada clásica, alegándose en general que “tenía un sentar malo” y se temía el contagio. En un gran proceso de 1718 se recogieron todos los precedentes, pero todavía en 1811 se consideraba en Barañain que la expresión de agote era “de las más injuriosas en el concepto del país”. Las Cortes plantearon poco después (1816) el problema del trato social y civilmente injusto de que eran víctimas aquellas gentes, a quienes se despreciaba y se les vedaban los oficios públicos. La Ley de 1817, decretada por el virrey Conde de Espeleta, significó la redención del grupo agote, cuyos representantes -de Bozate y también Ulzama, Monreal y otros lugares- quedaron equiparados a los demás navarros. No obstante, ha existido recelo con ellos hasta el siglo XX.