ACADEMIAS DE MÚSICA
ACADEMIAS DE MÚSICA
Según la definición del diccionario de la lengua, son los establecimientos en que se instruye a quienes van a cursar la carrera y profesión de músicos. En la historia de la enseñanza musical, cubrieron el vacío dejado por las capillas de música*. Pero junto a esa definición académica hay que recordar que las academias fueron también las reuniones de aficionados o los certámenes en que se practicaba un arte. De modo que, a partir del siglo XVII, las academias dieron lugar a dos instituciones diferentes: la sociedad de ópera y concierto y el centro de enseñanza musical. Como ejemplos destacados, cabe aducir que la Academia Real de Música de Estocolmo, establecida en 1771, generó el Conservatorio Superior de la capital sueca, o el de la Akademie der Künste berlinesa, organizada en 1832, en cuyos cursos de composición tomaron parte J. Meyerbeer, M. Bruch, R. Strauss, E. Humperdinck, F. Busoni y A. Schönberg, entre las figuras más descollantes.
La Academia de Música de Pamplona la abrió Mariano García Zalba*, ex-alumno de la capilla catedralicia en la que había ingresado, como H. Eslava* en 1817. Pero el ayuntamiento pamplonés se hizo cargo pronto de la iniciativa y ya en 1856 acordó mantener la Escuela de Música, con clases de solfeo, canto, piano e instrumentos de viento y nombró director a M. García con un sueldo de 6.000 reales al año, y a Mauricio García Martínez*, hijo del director, ayudante, con 2.000 reales. El Ayuntamiento sostuvo la Escuela con limitaciones, pero acaso con la generosidad que le permitía el presupuesto. Todavía en 1873, la matrícula se formalizó en casa de Mauricio García. Y en 1874, año en que la matriculación se llevó a cabo en la misma academia, los profesores insistían en la conveniencia de adquirir más instrumentos (6 clarinetes, 4 cornetines, 2 trompas, 2 ó 3 trombones y algún bombardino), además de abrir clase de Armonía, para cuyo profesor piden 500 pesetas anuales. La matrícula, para niños de 8 años que supieran leer y escribir, era gratuita, previa instancia, salvo en clases altas, como la citada de Armonía. La Escuela de Música prestaba a los alumnos los instrumentos mientras durase el aprendizaje. Así estudiaron música muchos de los instrumentalistas de la época, como Miguel Astrain Remón*, autor del vals sanferminero que ameniza el “Riau-Riau”, y que se inició en la banda de la propia Escuela o Academia. La relación entre el centro de enseñanza y la práctica de ensayos y las actuaciones en público fue tan estrecha que en el lenguaje de la época, celebrar o tener academia equivalía a ensayar o tocar en actos públicos.
En la Escuela de Música de Pamplona enseñaron, en diversas épocas, además de los citados, Miguel Sarasate Juanena*, Sebastián Cantera, Lucio García, Juan Francisco Lazcorreta, Martín Dendariarena, Juan Bonet, Francisco Larrañaga, Fermín Ichaso, Jose y Estanislao Luna, José Samaniego, José Ezcurra, José Lacunza, María del Hoyo, Tomás Moya, Avelina Izco, Ángel Lostao, Vicente Azoz, Emiliana Zubeldía Inda*, Gumersindo Bravo*, Felipe Aramendia*.
Dirigieron la Academia de Música tras Mariano García, Mauricio García* (1884-1893), Joaquín Maya* (1893-1914), Santos Laspiur* (1914-1940) y Miguel Echeveste* (1940-1957).
La Academia pamplonesa, que logró la validez oficial de sus enseñanzas el 20.4.1951, desapareció al fundarse el Conservatorio Pablo Sarasate*. La Escuela Municipal de Música de Pamplona sirvió de referencia a las abiertas en Navarra y aún fuera de ella. Así, en 1892, el Ayuntamiento de Santander pensó abrir una academia de música y fundar una banda y acudió a Pamplona en busca de sugerencias y de profesionales. El reglamento aprobado por la corporación cántabra siguió de cerca el aplicado en Pamplona desde 1885, reeditado en 1889.