ABRAHAM BEN MEÍR IBN ‘EZRA
ABRAHAM BEN MEÍR IBN ‘EZRA
(Tudela, 1089-Londres, 23.1.1164) Escritor, y tratadista judío, figura destacado en el flujo de saberes de la civilización musulmana hacia la cristiandad europea desde la encrucijada del antiguo reino taifa de Zaragoza-Tudela a raíz de su incorporación a la monarquía navarro-aragonesa. Se definió sefardí, pero en el acróstico de una poesía dejó testimono de su cuna: Abrabam ben ‘Ezra de la ciudad de Tudela. En cuanto a la fecha de su muerte, consta por un copista: El martes día uno del primer Adar del año cuatro mil novecientos veinticuatro (23 de enero de 1164) falleció Ibn ‘Ezra, a los setenta y cinco años de edad.
En su vida hubo dos etapas, la española, hasta 1140, y la europea. En la primera, residió en Córdoba, Lucena y Sevilla y su fama llegó lejos: Moshe ben Ezra lo cita entre los poetas contemporáneos y David ben Yosef de Narbona le dirigió (1138) una consulta matemática. Pero la importancia literaria arranca de su período europeo, caracterizado por su itinerancia (Roma, Luca, Pisa, Mantua, Verona Bèziers, Narbona, Burdeos, Angers, Dreux, Londres) y su producción en las disciplinas más diversas.
No se conocen las causas que le forzaron a abandonar España. Dice en una poesía: Yo, Abraham ben Meír, de tierras lejanas, fui expulsado de España por el furor de los opresores, que ciertamente no podían ser los almohades. Algunos han querido explicarlo por su pobreza. El mismo aludió con humor a su mala estrella: Si fueran velas mi mercancía, de seguro que el sol no se pondría hasta mi muerte… Pero si vendiera mortajas, de cierto que los hombres no morirían durante toda mi existencia. En torno a la fecha en que salió de España, sufrió mucha pesadumbre por la conversión de su hijo Isaac al Islam.
Conocedor del árabe, hebreo y latín, Ibn Ezra fue uno de los últimos polígrafos medievales e hizo llegar la ciencia española de expresión árabe a las comunidades centroeuropeas, askenazis.
Como poeta, dejó varios cientos de poemas, sagrados y profanos, en los más diversos géneros: poesía didáctica, enigmas, epigramas, elegías, poemas de destierro, de amor, religiosos, filosóficos. Practicó llamativos efectos acústicos y ópticos -así, el poema puede presentar forma de árbol- y algunos de sus textos son célebres: la elegía por las aljamas judías andalucíes destruidas por los almohades o el poema didáctico sobre las edades de la vida o el ?ay ben meqi?, pieza filosófica en el estilo de las macamas. También es el primer preceptista que escribe en hebreo un tratado de métrica hebrea (el célebre capítulo del Sefer ?a?ot).
Trabajó cuatro gramáticas de lengua hebrea (Sefer ?a?ot, Sefat Yeter, Safa Berurá, Sefer ha- Yesod;esta última perdida); un tratado de terminología gramatical (Sefer Moznayim); una monografía en torno a los numerales (Sefer Yesod Mispar) y dos acertijos sobre las letras débiles y las nasales mem-nun, aparte de algunos excursos largos en otras obras Sefer ha-Shem, Yesod Mora, Perush ha-Tora) y la traducción al hebreo de los escritos árabes más importantes de ?ayyug. El Moznayim destaca por su historia sucinta de los primeros gramáticos hebreos, el Sefer Sa?ot por su capítulo del metro hebreo, la Safa Berurá por la diatriba contra lospay?anim.
Como exegeta comentó todos los libros de la Biblia hebrea a excepción al parecer de Ez., Prov., Esd., Neh., y Cron. De algunos preparó incluso varias recensiones (introducción al Comentario del Pentateuco, comentarios de Gen., Ex., La., Cant.). Algunos comentarios fueron retocados por sus discípulos, lo que plantea un problema crítico. Su exégesis es la del pesha?, esto es, la de la fidelidad al texto, su comentario gramatical estricto.
Spinoza dijo de él que fue el primero en advertir el “prejuicio” de la autenticidad mosaica del Pentateuco. Su estilo es escueto, parco, telegramático, lo que origina a veces dificultades de interpretación. El prestigio de sus comentarios los incluyó en la Biblia rabínica.
Como filósofo, es autor del ?ay ben Mequi? y el ‘Arugat ha-?okma (esta última de paternidad controvertida) y de otras dos obras con mucho argumento filosófico, pero también místico y cabalístico, el Sefer ha-Sem y el Yesod Mora. Por otra parte, en los comentarios bíblicos y en los poemas incluye frecuentemente consideraciones filosóficas. El ?ay ben mequi? se inspira en la obra similar de Avicena, el ?ay ibn Yaqzan.
En él describe la ascensión del alma, desde el mundo inferior al mundo superior, al mundo de la inteligencia, a través de las esferas, hasta alcanzar la propia esfera del ser divino. En términos generales, su filosofía se sitúa dentro del neoplatonismo donde adquieren suma importancia los problemas del origen y significado de la materia y el de las relaciones entre Dios y la materia.
Se conservan al menos ocho obras astrológicas, casi todas escritas en la etapa de Verona-Bèziers (1148): Reshit ?okma, Sefer ha-?e ‘amim, Sefer ha-moledot, Sefer ha-she elot, Sefer ha-Mib?arim, Sefer ha-Meorot, Sefer ha-‘Olam, Mishp?e ha-Mazzalot. El prestigio de las obras se evidencia en las traducciones antiguas. Hagin las vertió al francés en 1273, Pedro de Albano al latín en 1293, precedido en algunas por Enrique Bate.
Como matemático, escribió el Sefer ha-Mispar y el Sefer ha-e?ad. Empleó por primera vez las letras como cifras con valor de posición, es decir, haciéndolas valer por unidades, decenas, centenas, millares… según el lugar que ocupan. También llama la atención la insistencia con la que demuestra la necesidad lógica del sistema decimal. Debido a que sus dos escritos matemáticos fueron traducidos al latín (por Bate y Albano) su influjo perduró por toda la Edad Media.
Como astrónomo, tradujo el comentario de A?mad ben al-Mu?anna ben ‘Abd al-Jwarizmi sobre las tablas astronómicas, el tratado de al-Masalla sobre los eclipses de luna (Qadrut) y las cuestiones del mismo autor (She ‘elot). La obra de al-Mu?anna tiene máximo interés por cuanto que el original árabe está perdido. Como autor, dedicó sus esfuerzos a la clarificación del astrolabio, del que se ocupan las siguientes obras: el Sefer Keli ha-Ne?oshet, De forma astrolabii(escrita probablemente en latín) y las Tablas pisanas; estas últimas con doble recensión, habiéndose transmitido la segunda sólo en latín. Esta obra, que trata con particular detalle las controversias entre los astrónomos, es una fuente inapreciable para el estudio de la ciencia medieval. Las Tablas pisanas contenían una parte teórica en la que el autor explicaba el uso de las Tablas e ilustraba sus principales aplicaciones. A continuación seguían las Tablas propiamente tales, pero, mientras que la parte teórica se ha conservado y transmitido muy completa, de la parte práctica sólo se han salvado restos.
Su información en el terreno de la astronomía está basada no sólo en el estudio de los astrónomos, sino también en la propia observación de los fenómenos celestes. En el hebreo introdujo una nueva terminología científica astronómica. Su influjo como astrónomo, entre los autores posteriores, singularmente cristianos, fue considerable hasta el Renacimiento, en parte por haber sido redactadas o traducidas estas obras al latín.