ZÚÑIGA, FRANCESILLO DE
ZÚÑIGA, Francesillo de
(?, ca. 1490-Béjar, Salamanca, 1532). Bufón de Carlos I. Las noticias ciertas sobre su vida son pocas. No consta quiénes fueron sus padres, ni el lugar ni fecha de nacimiento; tampoco su apellido original. Parece fuera de duda que era judío converso, porque se aplicaba chistes y referencias en ese sentido. La más clara, “una herida que tuve cuando niño en el prepucio”. Era bajo y gordo y casó con Isabel de la Serna, que le dio dos hijos: Álvaro de Zúñiga y Mariana de la Serna. Antes de bufón imperial fue sastre de Béjar y bufón de Álvaro de Zúñiga, segundo duque de Béjar, al que llama “mi amo” en repetidas ocasiones. A lo que parece, ya estaba en la corte en agosto de 1524.
No debe la fama ni al atrevimiento de su lengua ni a la agudeza de sus sarcasmos, sino a la Corónica istoria o Crónica burlesca del Emperador Carlos V, que no ha llegado en el manuscrito original, pero sí en abundantes copias, con atribuciones varias, que durante siglos han enmarañado su autoría. Tampoco se sabe cuándo la compuso.
La Crónica se abre con la muerte de Fernando el Católico en Madrigalejo (1516) y termina cuando el Emperador embarca rumbo a Italia, donde le coronará el Papa (1529). El texto evoca los hechos más notables, pero el autor no quiere pasar por historiador, sino como “chismógrafo oficial de la corte española”. Echa mano de unos pocos acontecimientos, conocidos por los lectores contemporáneos, no ya en la superficie oficial, sino en el envés personal y con ellos urde su burla mordaz. Ejemplos de sus silencios pueden ser el Tratado de Madrid (1526), la muerte del señor de Chièvres, el canciller piamontés Gattinara, que ni siquiera aparece, y aún la guerra de Italia que apenas merece atención hasta que llega la victoria de Pavía. Se ha indicado que “No le interesaba lo abstracto, sino lo concreto; no lo nacional, sino lo personal; no lo político, sino lo humano”. Su obra, que no es picaresca, sino ejemplo español único de la literatura burlesca, refleja poco la sociedad de su tiempo y adelanta técnicas literario-burlescas de gran calado posterior (léase Quevedo y, siglos después, Valle-Inclán). No obstante, la Crónica no funda su valor literario en la sátira, sino “en el continuo alternar entre relato cortesano y fantasía totalmente desenfrenada, de altos quilates de ingenio”, pese al descuido y tosquedad de la prosa.
No consta que fuera navarro y hoy es opinión extendida que no lo fue. No parece descaminado sostener que, siendo bufón del duque de Béjar, Álvaro de Zúñiga, tomó este apellido, con lo que su autodenominación “Conde Don Francés” no pasa de ser parodia del heredero de Álvaro, Francisco de Zúñiga y Sotomayor. El apellido Zúñiga, Eztúñiga o Stúñiga, navarro en origen, estaba afincado en Extremadura-Salamanca desde hacía generaciones.
En la Crónica hay alusiones a personajes navarros y recoge hechos como Antonio de Leiva [un tal Juan de Arellano, alcalde de Los Arcos, y don Francés de Viamonte (Beaumont)] y recoge hechos como el asalto al castillo de Amayur -en que yerra sobre el comportamiento del conde de Miranda-, y el viaje de Carlos V a Pamplona (1523), mientras el ejército ocupaba San Juan de Pie del Puerto y Fuenterrabía.
Francesillo de Zúñiga cayó en desgracia del emperador, por culpa de un chiste excesivo y terco. Carlos V lamentaba tener que aceptar como combatientes contra el turco (1529) a muchos que se le ofrecían y a la vez reclamar a quienes preferían no salir de casa. Zúñiga lo interpretó: “Quiere a los que no le quieren y no quiere a los que le desean servir”, “amáis a quien no os ama y lanzáis de vos a los que os quieren servir”. Desfavorecido, dejó la corte, volvió a Béjar, “pensando de lograr un mayorazgo grueso que había ganado por sus gracias, siendo un pobre sastre remendón”. No tuvo mucho tiempo, pues “un señor de Castilla le hizo dar de puñaladas por las malicias graciosas que le había dicho, cuando estaba favorecido y pujante, delante del Emperador”.
Fue Francesillo de Zúñiga, bufón del Emperador en una corte severa, cristiano nuevo en una sociedad que cotizaba lo contrario, y navarro, real o ficticio, en tierras de Castilla.
Bibliografía
La edición crítica de la Crónica es de Diane Pamp de Avalle-Arce, (Barcelona, 1981). Las cartas inéditas las publicó Juan Menéndez Pidal, en RAMB, XX (1909) p. 182-199, XXI (1909), pp. 72-95. Fernando Videgáin Agós, Francesillo de Zúñiga, bufón del Emperador, n.° 183.