VASCONES
VASCONES
Pueblo prerromano situado en la Navarra actual. En el momento de su mayor extensión (siglos I a. C. y I y II d. C.) se prolongaba por el noroeste hasta el Cantábrico, por Irún; al sur incluía la Rioja Baja, desde Calahorra hasta Alfaro; por el sureste llegaba hasta Alagón (Zaragoza); por el este incluía las Cinco Villas de Aragón, y por el noreste, toda la Canal de Berdún, hasta Jaca. Limitaba, por tanto, al oeste con los várdulos, al sur con los berones, al sureste con los sedetanos, y al este con los ilergetes, llegando a abarcar una pequeña parte del territorio várdulo (entre Irún y Oyarzun), parte del celtibérico (zona de Calahorra), todo el suessetano (Cinco Villas) y todo el jacetano (Canal de Berdun).
A lo largo del siglo II a.C. debieron tener lugar los primeros contactos entre las tropas romanas y los habitantes de esta zona, sobre todo a raíz de las actuaciones de Catón en el 195 a.C. y de la toma de Corbio, capital de los suessetanos, por el pretor A. Terencio. Pero las noticias seguras corresponden a partir del año 76 a.C. con motivo de las guerras sertorianas. Así, Tito Livio describe el itinerario de Sertorio que, remontando el Ebro, alcanza Calagurris y, atravesando el Vasconum agrum, acampa junto a los berones, mientras que Pompeyo, a finales del año 75 a.C., se retira al territorio de los vascones para conseguir provisiones para su ejército (Salustio). Sobre este tema aparecen alusiones en Juvenal, Valerio Máximo, Floro y Orosio.
En Estrabón se encuentran numerosas referencias cuando describe las costumbres de los diferentes pueblos que ocupaban el norte peninsular, el Pirineo y el Ebro, o la vía que, partiendo de Tarragona, llegaba hasta los vascones del borde del océano. También menciona Pompelo como ciudad de Pompeyo o Pompeiopolis.
Para Plinio, los vascones, que habitan en el Pirineo Occidental hasta el océano, se encuentran a continuación de los cerretanos. Enumera entre ellos once localidades, con su estatuto jurídico correspondiente, que pertenecen al convento jurídico cesaraugustano. Pero quien ofrece una relación más detallada de las “ciudades” vasconas es Ptolomeo.
Gracias a este geógrafo se conocen un total de dieciséis, de la mayoría de las cuales puede establecerse su identificación. Son las siguientes: Alauona (Alagón), Andelos (Andión), Bitouris (¿Vidaurreta?), Calagorina (Calahorra), Casconton (Cascante), Cournonion (?) Ergaouina (?), Graccurris (Alfaro), Iacca (Jaca), Iturissa (Espinal), Muscaria (?), Nemanturista (?), Oiasso (Irún), Pompelo (Pamplona), Setia (Ejea de los Caballeros) y Tarraga (¿Los Bañales?).
Hay numerosos testimonios sobre la presencia de vascones en el ejército romano. Tácito menciona las cohortes vasconas reclutadas por Galba, con ocasión de su sublevación contra Nerón (año 69 d.C.). Al siglo II d.C. pertenecen seis inscripciones, encontradas en muy diversos lugares del Imperio, como Sydenham (Inglaterra), Budapest, Mauritania Tingitana (Marruecos), Alcalá del Río (Sevilla) y Nimes (Galia Norbanense). En todas ellas se alude a la Cohors II Hispanorum Vasconum. Ésta habría sido destinada primero a Germinia y muy posiblemente llevada después por Trajano a Britania, para ser trasladada más tarde a Mauritania.
Otra inscripción del siglo II d.C., de carácter no militar, que fue hallada en Roma, menciona a vascones y várdulos.
Referencias más tardías (siglo IV d.C.) se encuentran en Aelio Lampridio, que alude a las artes adivinatorias de los vascones. Su carácter primitivo y un tanto rudo se refleja en la correspondencia intercambiada entre Ausonio y su discípulo Paulino. El poeta Prudencio, con ocasión del canto a los mártires Emeterio y Celedonio (en Calahorra), alude a la Vasconum gentilitas de otro tiempo.
En el territorio de los vascones se acuñó moneda (no ocurrió lo mismo entre otros pueblos de la Península Ibérica), tanto denarios como ases, y en alfabeto ibérico. En todos ellos aparece en el reverso la leyenda Bascunes o Barscunes, y en todos los anversos Bengoda, con algunas variantes. Cronológicamente, podrían corresponder a la segunda mitad del siglo II y primera mitad del siglo I a.C. Es de destacar el significado de Bar(s)cunes que parece llevar implícito el nombre del antiguo pueblo de los vascones. Para A. Tovar, sería un nombre celta de tipo indoeuropeo, mientras que para J. Untermann sería ibérico o celtibérico.
En cuanto a los nombres de persona en la zona ocupada por el pueblo vascón, resulta difícil identificar los antropónimos vascos o euskéricos. Éstos se encuentran de forma aislada y muy escasa. Se conocen los casos de la estela de Lerga en la que aparecen Ummesahar, Narhunges y Abisunhar, caracterizados por la partícula -har. Ésta se halla también en el bronce de Contrebia (Botorrita, Zaragoza) en el nombre de un saluiense que está incompleto: -eihar. En una inscripción de Sofuentes se leía Fabia Ederetta, que podría ponerse en relación con la palabra eder (hermoso en vasco). Y en la estela de Oyarzun en la que se menciona a Vel(erius) Beltesonis, relacionado con el vasco beltz (negro). Aparecen, por tanto, nombres eúscaros al este y al noroeste del territorio vascón, mientras que la toponimia parece indicar una fuerte presencia indoeuropea, alcanzando zonas tan septentrionales como Ulzama (en el valle del mismo nombre). Procedería de Uxama, nombre atestiguado también en tierras autrigonas (Álava), caristas (sureste de Vizcaya) y arévacas (Soria).
En un primer momento de la presencia romana en la Península Ibérica, debió de existir, por parte de Roma, una cierta indiferencia hacia este pueblo que, además de no causarles problemas (contrariamente a otros pueblos como celtíberos, ilergetes, suessetanos, jacetanos, cántabros, astures, lusitanos, etc.), ocupaba una posición marginal en sus planes de conquista. No obstante, muy pronto se integrarían en el nuevo estado como lo demuestran los siguientes hechos: en primer lugar, la fundación más antigua llevada a cabo por los romanos en la Península Ibérica fue Graccurris (Alfaro), en el 179 a.C., ciudad que toma el nombre de su fundador, Tiberio Sempronio Graco. Más de un siglo después, en el 75 a.C., Pompeyo el Grande funda Pompelo, dándole su nombre a la manera de Alejandro y de los monarcas helenísticos. Su padre, Cn. Pompeyo Estrabón, había concedido años antes (en el año 98 a.C.), la ciudadanía romana a algunos de los habitantes de la ciudad vascona de Segia, por su actuación en la toma de Ascoli (Italia). Un dato importante a tener en cuenta, es la existencia de acuñaciones en plata en territorio vascón, siendo éste, además, el límite de las acuñaciones de moneda ibérica e ibero romana. Por otra parte, no se conserva ninguna noticia ni referencia que aluda al enfrentamiento entre romanos y vascones, siendo éste uno de los motivos por los que pudieron mantener su lengua, cosa que no ocurrió con las demás lenguas prerromanas peninsulares, que han desaparecido. Esta actitud no beligerante debió de favorecer la expansión de su territorio en detrimento de otras etnias más combativas.
En cuanto a los principales hallazgos de época romana localizados en el territorio de los vascones, destacan los siguientes: las ciudades de Pamplona, Andión, Santacara, Calahorra y Alfaro; las villas de Liédena, Arellano, Falces, Villafranca y Soto del Ramalete; el poblado y las necrópolis de Irún y Espinal; las termas de Fitero; los tramos de vía de Velate, Erro y Guirguillano; el acueducto de Alcanadre-Lodosa; las minas de Lanz; las estelas de Gastiáin y Aguilar de Codés; miliarios; etc., además de gran número de hallazgos sueltos repartidos por todo el territorio navarro.
Bibliografía
G. Fatás, Aproximación al estudio de la expansión vascona en los siglos II y I antes de Cristo, “Estudios de Deusto” 20, (1972), p. 382-390. M.A. Mezquíriz, La huella romana en Navarra, (Pamplona, 1980). M.J. Perex, Los Vascones, (Pamplona, 1986), 357 pág. J. J. Sayas, El poblamiento romano en el área de los vascones, “Veleia” 1, (1984), p.289-310.