VADOLUENGO
Antiguo lugar próximo a Sangüesa, junto al río Onsella. Se cita ya como límite occidental de la masa territorial cuyas rentas entregó (1035) el rey Sancho Garcés III el Mayor a su hijo Ramiro. Fue escenario (enero 1135) del intento de acuerdo entre el monarca pamplonés García Ramírez y Ramiro II de Aragón. Su palacio y su iglesia de San Adrián fueron legados (1134) por Fortún Garcés Gajal al monasterio de Leire, pero fallecida la esposa del donante éste entregó finalmente (1145) ambos a San Pedro de Cluny. El término, ya despoblado, pertenecía en 1802 a los señores de Góngora. En su emplazamiento se alza la ermita de Santa María Magdalena.
Arte
La iglesia románica de San Adrián, pese a su pequeño tamaño, es interesante, en función de su pertenencia a una categoría de edificios sumamente originales como son las iglesias cementeriales. Este tipo de construcciones se define por su finalidad cementerial y por la presencia de un elemento característico: la llamada linterna de muertos, especie de torre destinada a contener una llama. Parece ser que en el caso de San Adrián se daban ambos rasgos y de hecho la torre subsiste en la actualidad (1990). Con relación a otras iglesias navarras del mismo tipo -Santo Espíritu de Roncesvalles, Eunate y Torres del Río- difiere en planta, ya que ésta es longitudinal y no central como en los casos mencionados.
Por lo demás San Adrián de Vadoluengo parece situarse a la cabeza de un tipo de iglesia que alcanzó gran difusión en el medio rural; la iglesia de nave única con ábside semicircular y torre encima de la propia construcción. Ejemplos de este tipo se ven en Olleta, Arce, Zolina, Berrioplano, Artaiz y Aberin entre otros lugares.
San Adrián consta, pues, de una nave rectangular dividida en dos tramos, una cabecera semicilíndrica ligeramente más estrecha que la nave y torre; esta última carga sobre el tramo más occidental, es cuadrada y presenta en cada una de sus caras un vano de arco de medio punto con el trasdós ornado con ajedrezado y en su interior una ventanita doble. La portada, que se localiza en el lado sur de este mismo tramo, está formada por un tímpano, decorado con crismón y tres arcos, dos de ellos apoyados sobre pies derechos y el tercero sobre columnas rematadas por capiteles, decorados el uno con dos leones afrontados y el otro con follaje. Todo el alero del edificio está sostenido por modillones con los temas habituales, monstruos, figuras acurrucadas, etc., todo ello de sabor popular. En el interior el ábside se cubre con bóveda de horno y la nave con medio cañón, marcándose la separación entre los dos tramos por medio de un arco fajón apoyado sobre columnas, cuyos capiteles presentan pájaros y decoración vegetal.
En cuanto a la cronología, se supone construida en las primeras décadas del siglo XII; en todo caso debía estar terminada para 1133, momento en que el noble Fortún Garceiz la donó a Santa María de Nájera, o para 1141, fecha de su consagración por el obispo de Pamplona, Sancho Larrosa.
Bibliografía
J. M. Azcárate, Sincretismo de la escultura románica navarra, “” XXXVII, 1, (1976), p. 143; T. Biurrun, El arte románico en Navarra, (Pamplona, 1936), p. 402-404; J. E. Uranga y F. Iñiguez, Arte medieval navarro, (Pamplona, 1973), vol II, p. 22, 159, 161, 329 y 330 y V. Villabriga, Sangüesa, ruta compostelana. Apuntes medievales, (Sangüesa, 1962), p. 63-65.
Tratados
En esta iglesia nobles pamploneses y aragoneses intentaron poner fin (enero 1135) a las querellas derivadas del testamento de Alfonso I. Manteniendo cada uno el control de su territorio, Ramiro de Aragón tendría el principado conjunto y García Ramírez de Pamplona el mando militar. Se fijaron igualmente los límites entre los dos reinos, siguiendo el curso de los ríos Salazar, Irati, Aragón y Ebro. El rey pamplonés prestaría homenaje a Ramiro y le cedería las tenencias de Roncal, Villafranca, Cadreita y Valtierra. El acuerdo, sin embargo, quedó pronto sin efecto.
También en el mismo lugar los reyes Alfonso II de Aragón y Sancho VI el Sabio de Navarra acordaron (19.12.1168) realizar conjuntamente una incursión en las tierras del rey Lobo de Murcia, y un reparto de las zonas que ocupasen.