TURUJÉN, CASTILLO DE
TURUJÉN, castillo de
Situado al noroeste de Fitero, cerca de los baños, “en una altura muy elevada por cuya banda septentrional pasa el río Alhama, que servía de foso al castillo y le hacía inaccesible, así como la aspereza del camino”.
En 1157, el castillo y la villa que existía al amparo de sus muros fueron donados por Sancho III de Castilla al monasterio de Fitero. Durante mucho tiempo fue objeto por su situación fronteriza de disputas y litigios entre los monarcas navarros y castellanos. Al fin, Carlos II Evreux y Enrique II de Castilla sometieron el contencioso al juicio del cardenal Guido de Bolonia, legado apostólico, quien declaró en 1373 que el castillo debía pertenecer a Navarra. En consecuencia, Carlos II nombró alcaide el año siguiente a Pero Sánchez de Monteagudo, escudero, con una retenencia de 8 libras y 40 cahíces anuales.
Pero Ximénez de la Figuera, alcaide a la sazón, recibió en 1379 50 florines para reparar el aljibe del castillo. En 1381 tenía a su cargo la guarda Miguel García de Arteiz, al cual sucedió en 1388 Ferrán Sánchez de Oquina. Carlos III nombró en su lugar el caballero Rodrigo de Esparza en 1394; tuvo también a su cargo el alcaidío de Cintruénigo. Le sustituyó Fortuño de Aibar, que murió al empezar el año 1404.
El tesorero requirió en 1405 a los arrendadores de los tributos, para que diesen al nuevo alcaide, Lope Sánchez de Urdániz, 130 florines para reparar el castillo. Tres años después, como no se hallaba persona dispuesta a habitar en él, por ser fronterizo con Castilla, confió su guarda el rey al abad de Fitero, concediéndole a la vez cierta remisión para que pudiese repararlo. En 1410 la reina Leonor nombró alcaide a Juan de Paganduro, escudero de Tudela, y dos años después, Carlos III puso en su lugar a Per Arnaut de Sant Per, llamado también Petrico y Perucho. Se hicieron obras de reparación en los años 1424-25, siendo alcaide el ujier de armas Per Arnaut de Ganaverro.
La reina Blanca comunicaba al recaudador de cuarteles en 1429, que había perdonado al abad de Fitero los que debía pagar, en atención a que guardaba el castillo, manteniendo varios hombres en él. Al año siguiente, con ocasión de la guerra con Castilla, lo defendió Fortuño de la Quebrada, con otro hombre de armas y 8 ballesteros; a pesar de ello, según dicen las cuentas de esos años, “en la dicha guerra fue preso el dicho castieillo por los casteillanos, et lo tienen et posieden por suyo el día de oy”. Posteriormente sería restituido a la corona de Navarra.
En 1443 fue nombrado alcaide Pero Subiza, escudero de Tudela, y al año siguiente fue designado en su lugar fray Juan de Peralta, abad de Fitero, previo pleito-homenaje y juramento de fidelidad. Posteriormente, ocuparon fugazmente el alcaidío: Miguel de Zabalza en 1449, Juan de Caparroso en 1450, Lope de Gamarra en 1451, Juan de Santa María en 1453, Juan de Gamboa en 1461 y Juan de Sola en 1464. Posteriormente, dejan de aparecer en la documentación referencias al castillo.
En 1800 aún existían vestigios de la fortaleza.