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TOROS DE BANDERA

TOROS DE BANDERA

Así se llaman taurinamente a los toros de bravura excepcional, que se crecen con el castigo y cuya resistencia les permite llegar a la muleta con embestida pujante. La mayoría pasaron al anonimato, sin apenas conservar su recuerdo, salvo entre escasos espectadores y los libros-registro del ganadero, también porque hasta avanzado el siglo XIX las reseñas de los lidiados suelen brillar por su ausencia, mas a partir de estas fechas se abre la lista de los toros de bandera y, aunque siempre quedará incompleta, conserva páginas en blanco para rellenarlas y donde se inscriben los nuevos ejemplares que, de tarde en tarde, se lidian en los incontables cosos. Las citas siguientes corresponden, exclusivamente, a toros de bandera de casta navarra encuadrados dentro de su hierro ganadero y expuestos en orden a la antigüedad de la vacada.

Zalduendo. Sillero, lidiado en Barcelona el 18 de septiembre 1851, mató en los corrales a otro toro, aguantó 28 puyazos con gran bravura. Ligero, al que cuentan se le perdonó la vida al correrse en el ruedo pamplonés el 8 de julio de 1858, por su bravura y pelea con los picadores a los que mató ocho caballos. Peres de Laborda. Saltador, lidiado en Barcelona el 12 de septiembre de 1851, mató siete caballos y demostró extraordinaria bravura. En Huesca, el 10 de agosto de 1862, dos toros merecieron reseñarse: Nevao, que tomó veinte varas y pasaportó ocho jacos; Caimán, sólo recordable por matar al picador Juan Martín el Pelón. Lizaso, generoso, corrido en cuarto lugar en Cartagena, el 6 de agosto 1876, tomó veinticinco puyazos. Zafranero, en Pamplona 8 de julio 1889, “rojo claro, cari-anteado, ojo de perdiz, bien armado y de 4 años. Salió bravo y de intención, rematando en tablas, ocho veces atacó a los caballos administrando cinco buenos tumbos y dejó dos jacos fuera de combate” (El Eco de Navarra n.° 1060), cogió en el antebrazo al entrar a matar a Frascuelo, quien lo degolló. Hojeando a los tratadistas taurinos las citas son interminables, al considerarlos como toros de bravura sin igual, baste citar uno solo: Llavero, corrido en Zaragoza el 14 de octubre de 1880, tomó cincuenta y tres varas sin volver la cabeza y se crecía con el castigo de tal manera que los espectadores, levantados de sus asientos, consiguieron su indulto; vuelto a los corrales murió a consecuencia del castigo inflingido. Figura entre los toros célebres Mainete, por luchar con el elefante Pizarro, en Madrid el 25 de marzo de 1865, al que atacó y corneó varias veces. Zamarro, lidiado el 7 de julio de 1868 en Pamplona, mató nueve caballos, mandó a la enfermería a tres picadores y fue uno de los artífices para que otorgaran el premio, pitillera de plata, a la mejor corrida de la feria de San Fermín. Cabrero, en Soria, el 3 de octubre de 1881, recibió veintiún puyazos, ocasionó diez tumbos y mató siete caballos. Lazarillo, el 17 de julio de 1891 en Tudela aguantó once varas, derribó seis veces y mató siete caballos. Sandino, lidiado en Pamplona el 9 de julio de 1891, “coloradomeano, carinegro, 5 años”, aguantó diez puyazos, derribó ocho veces y mató cinco caballos, lo lidió Mazzantini.

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