TORCAZ, PALOMA
TORCAZ, paloma
Es una de las piezas cinegéticas más importantes de Navarra. A partir de finales de septiembre, comienzan a llegar los contingentes de torcaces procedentes de los países de Europa central y septentrional en dirección al suroeste peninsular. Una parte importante de estas aves atraviesa el Pirineo por el tercio occidental, de menor altitud, pero es necesario señalar que también el Pirineo oriental, y aún los puertos centrales de esta cadena montañosa son atravesados por numerosos bandos.
De forma mayoritaria, la paloma se caza desde puestos de tiro a vuelo situados en collados de montaña o en zonas de crestas. Lugares que los bandos se ven obligados a rebasar a altitudes bajas sobre todo en situaciones de viento sur.
El número de puestos de tiro a vuelo ha experimentado en Navarra un aumento muy importante pasando de 4.344 en 1981 a 5.334 en 1985. Se puede cifrar aproximadamente en unos 8.000 cazadores de paloma los que se sitúan en los puestos durante la pasa.
Existen afamados frentes en Navarra, se puede mencionar los puestos de Orhi; Guibelea y Guibelaga en Irati; algunos puestos de Valcarlos: Gabarbide, Txirriski, Sastra y Olatrane; los puestos de Quinto Real. El coto de Baztán cuenta con un número importante de puestos para la caza de la paloma, se pueden mencionar como los mejores: Olari, Los Cables y Eskisaroi. Son también importantes los puestos de Echalar; los de Ekaitza en Aranaz; Bojeral, Mugakosoro y Latargui en la Regata de Ezcurra; Usoteguieta en Leiza; los de Areso, Arriba-Atallo, Gorriti, Beruete, Baráibar; más al sur tienen renombre los del Perdón; los de la Sierra de Izco y los de La Costera en Lumbier.
En otros tiempos, no era raro que en estos frentes se cazaran cantidades superiores a las 100 o más palomas por temporada y puesto, habiendo púlpitos que en una sola temporada han conseguido cifras cercanas a las 600 torcaces, en la actualidad estos números sólo son alcanzados excepcionalmente.
En Tierra Estella y en varios pueblos de la Barranca – Burunda, todavía se caza la paloma desde chozas atrayéndolas por medio de cimbeles; esta modalidad de caza se ejecuta llamando la atención de los bandos mediante palomas ciegas que se hacen aletear por un sistema de plataformas móviles hasta conseguir que el bando salvaje se pose en las cercanías de la choza en donde están apostados los cazadores. Se trata de una actividad en regresión, debido a que el creciente número de puestos de tiro a vuelo interfiere y no permite la tranquilidad suficiente para que los bandos salvajes desciendan y se posen. Por otro lado, es un tipo de caza que exige una infraestructura relativamente compleja: preparación y montaje de las plataformas, mantenimiento de los cimbeles, construcción de la choza y una carga de sabiduría cinegética importante que no es necesaria para ejercitar la caza desde los puestos a vuelo que, por otra parte, tienen el atractivo de disparar sobre blancos móviles.
Antiguamente, las palomas se cazaban en los pasos Pirenaicos mediante redes verticales colocadas en pasillos abiertos en el arbolado de los puestos de montaña, en los cuales, por medio de trapos que se agitaban en el extremo de un palo o lanzándoles diversos objetos tales como paletas de madera o virotes y flechas con ballesta, se dirigían los bandos hacia las redes. En la actualidad, este sistema de caza se mantiene en Echalar aunque su productividad hoy día dista mucho de la de épocas pasadas.
En Navarra hay 179 cotos que dedican su actividad cinegética primordialmente a la caza de la paloma, de ellos 75 comparten esta caza con la del jabalí.
Existen distintas opiniones acerca de la evolución de las poblaciones de paloma torcaz; algunos opinan que se encuentran en regresión, mientras que otros sostienen que esta especie se encuentra en una situación estable o aún en ligero crecimiento.
Se puede calcular en 10 – 12 millones el capital de aves migrantes que se desplazan hacia sus cuarteles de invierno; de ellos, más de la mitad son abatidos antes de su llegada a los pasos pirenaicos, por lo que se puede calcular en unos 5 ó 6 millones las palomas que vienen a invernar a la Península Ibérica, a los que se añaden aproximadamente 1 millón más, que constituyen la población de palomas residente en España.
En contra de lo que se pudiera pensar, el paso de los bandos a través de los puestos de caza pirenaicos, no supone una pérdida importante para las poblaciones de estas aves. A partir de observaciones realizadas en diversos frentes, se puede deducir que el número de bajas causado en los bandos que los atraviesan, es cercano al 1,5% en los mejores frentes. En Navarra se ha estimado el número de palomas capturadas durante la pasa en 70.000 aproximadamente.
Así como la pasa otoñal es llamativa y atrae a un contingente muy numeroso de cazadores, la pasa primaveral o “contrapasa” es poco señalada en nuestro territorio y son también escasos los cazadores que acuden a los puestos en esta época.