TEMPLARIOS
TEMPLARIOS
Miembros de la Orden militar fundada en 1119 por el noble champañés Hugo de Payens (m. 1136) junto al templo de Jerusalén, para encargarse de la defensa de los peregrinos. La militia o caballería del Temple, extendida rápidamente por la Cristiandad occidental, contó con el apoyo entusiasta de San Bernardo de Claraval, autor de su regla. El conde barcelonés Ramón Berenguer III, cofrade de la Orden, le hizo donación (1130) del castillo de Grañena de Cervera (Lérida), y el magnate aragonés le ofreció sus heredades de la comarca tudelana (1133). En su célebre e inviable testamento (octubre 1131), Alfonso I el Batallador, embriagado por el espíritu de cruzada, instituyó al “Templo de Salomón”, conjuntamente con el Santo Sepulcro y el Hospital de Jerusalén, “heredero y sucesor” de su reino, Pamplona y Aragón, tanto en el dominio de la tierra, dominatum, como en el gobierno de los hombres, principatum et ius. Seguramente por su carácter acusadamente militar, distinguió a esta Orden legándole su caballo y sus armas, como a un primogénito. Fallecido el monarca (1134), las tres instituciones eclesiásticas no tardaron en concertar con Ramón Berenguer IV (1140-1143) la renuncia de sus derechos sobre Aragón a cambio de ulteriores compensaciones en castillos, villas y tierras. No cabía en el caso de Navarra un acuerdo semejante, pues la Curia romana no reconoció el título de rey al nuevo soberano ni a su sucesor. Sin embargo, tanto García Ramírez como Sancho VI el Sabio favorecieron generosamente al Temple, en una especie de transacción implícita, avalada por el curso del tiempo y la discreción de ambas partes. Al núcleo dominial ya existente en la ribera tudelana añadió García Ramírez la almunia de Almazara (1146); había precedido la donación de una heredad en Funes (1140) y siguieron las de la “población vieja” de Puente la Reina (1146) y una heredad en Los Arcos (1148). Sancho VI el Sabio entregó un viñedo en Tidón (1155), la villa de Desojo (1157), un término situado entre Fontellas y Ribaforada (1157) y la villa de Aberin (1177). Siguiendo el ejemplo del monarca, bastantes miembros de la nobleza contribuyeron a incrementar el patrimonio de la Orden que, sin embargo, no se desarrolló tanto como el de los Hospitalarios. En Navarra, carente de frontera con los musulmanes, el Temple no podía prestar servicios militares. Debió, pues limitarse a la protección de peregrinos, incluidas seguramente las operaciones de crédito como en otros lugares. Suprimida la Orden por el papa Clemente V (22 marzo 1312), sus bienes fueron entregados sin demoras a los Sanjuanistas (julio 1313). Bajo la dependencia del maestre de la corona de Aragón, las encomiendas de Aberin y Ribaforada y el potente centro de Puente la Reina organjizaban las heredades que se ceñían al camino de Santiago (Sagüés, Astráin, Zariquiegui, Undiano, Obanos, Estella, hospital de Echávarri de la Solana), se apretaban en la ribera tudelana (Estercuel, Buñuel, Cortes) y se extendían hasta Sada, Eslava y Artieda.
Bibliografía
S.A. García Larragueta, El Temple en Navarra, “Anuario de Estudios Medievales”, 11 (1981), p. 635-661. A. J. Martín Duque, La restauración de la monarquía navarra y las Órdenes Militares (1134-1194), ibid., p. 59-71.