SARASATE NAVASCUÉS, PABLO
(Pamplona, 10.3.1844 – Biarritz, 20.9.1908). Violinista y compositor. Bautizado con los nombres de Martín Melitón, los sustituyó por el de Pablo poco después de salir del Conservatorio de París, que le extendió los títulos a nombre de Martín. En la partida de bautismo aparece una nota marginal de 1878 que registra el nombre de Pablo, con el que ya era conocido.
Hijo del músico Mayor Miguel Sarasate Juanena, dio pruebas de precocidad sorprendentes y superó pronto las enseñanzas paternas. La familia se trasladó a Valladolid, Santiago y La Coruña; en Santiago dio breves clases de violín con José Courtier; en La Coruña, con Blas Álvarez, concertino de la orquesta del teatro, en el que protagonizo su primer recital público a los diez años de edad. Entre el público se hallaba la condesa viuda de Espoz y Mina.
Luego actuó en Ferrol y Vigo. Con apoyo económico de la condesa y de la oficialidad militar, pasó a Madrid acompañado por su madre. La fama corrió pronto y Martín actuó en el Teatro Real (marzo de 1856) y en palacio (mayo). La reina Isabel II le concedió una ayuda. Martín y su madre decidieron ir al Conservatorio de París. Pasaron por Pamplona, donde hizo la Primera Comunión y actuó en veladas familiares. Al llegar a Bayona, donde debían encontrar a Delfín Alard, la madre murió.
El cónsul español en Bayona era un pamplonés, Ignacio García y Echeverría, que gestionó becas -entre ellas, una de la Diputación de Navara, de mil francos anuales- y lo llevó a la capital francesa; allí quedó instalado en casa de M. Lassabathie, administrador del Conservatorio. De éste obtuvo el primer premio en 1857.
Su carrera internacional se inició en 1861. Frente a los deseos paternos de que volviera a España y ganase una cátedra de violín, decidió permanecer en París, poseído de su valía y seguro de su porvenir internacional. Comenzó su actividad como concertista, que pronto le dio fama y relumbrón. En esa carrera hay una fecha importante, 1877, cuando conoció a Otto Goldschmidt, alemán de Maguncia, residente diez años en México, pianista, que al principio ejerció de acompañante y pronto pasó a agente y administrador del violinista. Luego fue la esposa de Otto, Berta Marx, la pianista inseparable de Pablo.
Sarasate recorrió América del Norte y Europa y su fama fue amplia. Los testimonios de oyentes y críticos coinciden en las cualidades sonoras de su ejecución: limpieza impecable, afinación segura, color y timbre excepcionales y eso en todos los ataques y posiciones. Fue un virtuoso. En algunos ámbitos se le discutió su condición de intérprete: el repertorio de sus conciertos no busca la gran música clásica, ni las formas grandes, y prefiere sus propias obras, fantasías sobre temas operísticos, arreglos de temas populares y adaptaciones. Las críticas más ásperas, recibidas por Sarasate al otro lado del Rhin, tal vez fueran las de E. Hanslick, fervoroso partidario de Brahms y enemigo cerrado de Wagner y de la música programática. El gran crítico checo-vienés llegó a decir que Sarasate era “un español de sangre fría, todo suspiros, ronroneos y melindres”, cuyos efectos paganinianos en la cadencia del concierto de Beethoven “denunciaban su insensibilidad artística”. Aun con esa sombra, también advertidos por los críticos cispirenaicos, Sarasate es uno de los grandes instrumentistas románticos y figura señera de la escuela violinística francesa, como discípulo de Alard, que lo fue de Habeneck, formado por Baillot, alumno a la vez de Viotti.
Obras
Sarasate comenzó muy pronto a escribir sus composiciones de concierto. El catálogo suma 54 títulos, cuya numeración es esta:
Opus 1, Fantasía sobre La forza del destino.
Opus 2, Homenaje a Rossini.
Opus 3, Fantasía sobre La Dame Blanche.
Opus 4, Rèverie.
Opus 5, sobre Romeo y Julieta.
Opus 6, Capricho sobre Mireille. Hommage à Charles Gounod.
Opus 7, Confidentes.
Opus 8, Souvenir de Domont.
Opus 9, Les adieux.
Opus 10, Serenata andaluza.
Opus 11, Sommeil.
Opus 12, Moscovienne.
Opus 13, Souvenirs de Fausta.
Opus 14, Fantasía sobre Freischütz.
Opus 15, Mosaique de Zampa.
Opus 16, Mignon, Gavotte.
Opus 17, Prière et berceuse.
Opus 18, Aires españoles.
Opus 19, Fantasía sobre Martha.
Opus 20, Aires bohemios.
Opus 21, Danzas españolas. Primer cuaderno: Malagueña y Habanera.
Opus 22, Danzas españolas. Segundo cuaderno, Playera, Zapateado.
Opus 24, Capricho vasco.
Opus 25, Fantasía de concierto sobre Carmen.
Opus 26, Vito, Habanera.
Opus 27.- Jota Aragonesa.
Opus 28, Serenata andaluza.
Opus 29, El canto del ruiseñor.
Opus 30, Bolero.- Opus 31, Balada.
Opus 32, Muñeira.
Opus 33, Navarra. Jota para dos violines y piano (título primero, desechado, San Fermín).
Opus 34, Aires escoceses.
Opus 35, Peteneras.
Opus 36, Jota de San Fermín.
Opus 37. Danza española. Adiós montañas mías. Célebre zortzico de Joaquín Larregla.
Opus 38, Viva Sevilla.
Opus 39, Zortzico de Iparaguirre.
Opus 40, Introducción y fandango.
Opus 41, Introducción y capricho, Jota.
Opus 42, Miramar (zortzico).
Opus 43, Introducción y tarantela.
Opus 44, La caza.
Opus 45, Nocturno. Serenata.
Opus 46, Gondoliera veneciana.
Opus 47, Melodía rumana.
Opus 51, Fantasía sobre Don Juan de Mozart.
Opus 52, Jota de Pablo.
Opus 53, Le rêve.
Opus 54, Fantasía sobre La flauta mágica de Mozart.
Salvo excepciones, como la n.º 50, en castellano y la 46, en italiano, las obras fueron tituladas en francés. La n° 20 la tituló en alemán, Zigeunerweisen, que se ha dado en traducir Aires bohemios, cuando sería más propio hacerlo como Aires gitanos o cíngaros.
Sarasate dedicó sus obras; algunas a otros violinistas eminentes, como J. Joachim y E. Ysaje, las número 21 y 34, respectivamente, personas ilustres o de su entorno familiar y afectivo, como las señoras Lassabathie o la señorita Marie Lefébvre-Wely, cuyo nombre figura en la opus 9: era una parisién de quien anduvo enamorado y cuya negativa parece haberle afectado.
El violinista escribió las orquestaciones de algunas obras, así como los acompañamientos de piano. A veces hay titubeos en la numeración del catálogo, cuyas fechas de composición van de 1856 a 1908. Sin número existen algunos títulos, como una infantil Mi primera inspiración, de 1852, que desdeñaba, También editó cuatro cuadernos de Les vieux maîtres français du violon au XVIIIeme siècle (movimientos de sonatas de Guignon, Mondonville y Senaille, y dos piezas de Leclair) y una versión del aria de la Suite en re de J. S. Bach. Entre sus papeles hay esbozos, apuntes y borradores de otras obras.
Fue destinatario de obras para violín, de las que las más notorias son las que le dedicaron Sannt-Saëns, Lalo, Bruch. En ellas, hechas a su medida y gusto, no es difícil adivinar la mano de Sarasate.
Violines
Corren leyendas sobre los instrumentos que Sarasate poseyó y sobre la forma en que llegaron a sus manos. En toda su vida tuvo cinco: el stradivarius 1724, que compró en 1866 por cinco mil francos más el violín italiano que usaba; el Stradivarius 1713, “el rojo”, que adquirió en 1886 por veinte mil francos, y que nunca tocó en público; un “Villaume” considerado como el mejor de la lutería: un “Gaud et Bernadel”, copia exacta del obtenido como primer premio del Conservatorio de París (1857), que Sarasate prestó a un amigo y desapareció en un incendio (1874); el quinto no era un incremento, sino una copia del de Paganini, en miniatura de seis centímetros: se lo regalaron los Goldschmidt y lo llevaba en el bolsillo del chaleco, con estuche de oro. El Stradivarius de 1724 lo legó al Conservatorio de París; el 1713, al de Madrid; los otros dos, a Pamplona y pertenecen a su museo.
Pamplona
La leyenda también ha adornado la relación de Sarasate con su ciudad natal, de la que salió cuando tenía dos años de edad y a la que volvió a visitar esporádicamente: en el viaje de ida a París y en sus estancias sanfermineras, que inició más tarde, a partir de 1878 (aunque también vino en 1872). La versión popularizada habla de recibimientos apoteósicos, de multitudes enfebrecidas y delirios artísticos. La verdad es que Sarasate era el hijo triunfante, que tenía en la ciudad amistades influyentes, que gozaba de aplausos nutridos y también de grupos adversarios. Sarasate pretendía llegar de incógnito, aunque no lo consiguiera, y en 1902, por ejemplo sólo acudieron a recibirle unos ediles y sobrinos; y en 1900 se fue por sorpresa, sin despedirse de nadie, por evitar más conflictos de los que ya se habían registrado, incluso con reyertas callejeras. Ese mismo año un periódico había opinado que el violinista “venía a Pamplona a regar su amor propio”.
De 1878 a 1908 -sólo faltó en 1884, por miedo al cólera- Sarasate dio en Pamplona 93 conciertos en los que era la gran estrella y que, según sus amigos, en cualquier lugar le hubieran reportado unas 250.000 ptas, y aquí le costaron más de 125.000. Impulsó la fundación de la Orquesta Santa Cecilia* y propició las reuniones sanfermineras de músicos y artistas.
El Ayuntamiento de Pamplona le declaró hijo predilecto en 1902; en 1903 le dedicó el Paseo de Valencia; en 1918, un monumento en la Taconera, existente hasta 1964, en que se inauguró el levantado en la Media Luna. El Conservatorio de Pamplona lleva el nombre del violinista.
Sarasate fue donando en vida a Pamplona diversos objetos y a su muerte, dejó a la ciudad, además de los dos violines reseñados, su biblioteca, sus fondos musicales, más algunos instrumentos, el mobiliario y variadas joyas y utensilios de uso personal, con todo lo cual se constituyó el Museo de Sarasate.
Muerte
Sarasate murió en su “Villa Navarra” de Biarritz, de un enfisema pulmonar diagnosticado tiempo atrás. Cuatro días antes tocó por última vez, en su “Stradivarius” el adagio de la Sonata n° 16 de Mozart. Embalsamado la misma noche y leído el testamento el 23, el cadáver llegó a Pamplona el 25 y quedó en la Casa Consistorial. El 26, pasó al cementerio, en cuya cámara quedó hasta el 3 de octubre, fecha en que se le dio tierra. Los funerales oficiales se celebraron en la catedral el domingo, 27 de septiembre. Los restos fueron trasladados al mausoleo, costeado por la familia, a la que no dejó nada en su testamento.
Bibliografía
J. Altadill, Memorias de Sarasate, (Pamplona, 1909).- F. Pérez Ollo, Sarasate, (Pamplona, 1969).- C. Nanquette, Les grands interprètes romantiques, (París, 1982). Joseph Szigeti, Szigeti on the Violin, (New York, 1969). P. Lalo, De Rameau à Ravel, (París, 1947).- C. Flesch, The memoirs of Carl Flesch, (Londres, 1957).