SAN VICENTE DE LA SONSIERRA, CASTILLO DE
SAN VICENTE DE LA SONSIERRA, castillo de
Perteneció a la corona de Navarra hasta pasada la primera mitad del siglo XV. En tiempo de Sancho el Fuerte, hacia 1220, estaba a cargo de Diego Álvarez; más tarde, con Teoblado I, por los años 1235-38, era su gobernador Pero Martínez de Subiza. En 1276, consta como tal Ruy Díaz de Oyón. Los techos de las casas del recinto se reparaban en 1291, a la vez que se hacían escaleras nuevas en la torre. En estos últimos años del siglo XIII aparece como alcaide Guillén de Aubariba.
En los primeros años del siglo XIV, hacia 1305, llevó a cabo obras de carpintería un tal maestro Arnaldo; se hicieron grandes arcas para el trigo y la harina, y también una chimenea y trabajos de cubrimiento en algunas casas.
Carlos II confió la guarda del castillo en 1351 a Gil García de Aniz, con 8 libras y 40 cahíces de retenencia anual. Ese mismo año tuvo que ir a Francia al servicio del rey, quedando en su lugar Martín Martínez de Guevara. En 1364 mandó el rey al recibidor ir personalmente a visitar la fortaleza y ordenar las reparaciones necesarias. En 1366, a causa de cierta demanda puesta por don Juan Corbarán de Leet, le fueron embargados los bienes al entonces alcaide Gonzalo Fernández de Frango. Ese mismo año, el castillo fue ocupado por algunos caballeros bretones y otras gentes, en nombre de Beltrán Duguesclin y del rey Enrique de Castilla. En 1367 se rindió al recibidor, que fue a liberarlo con 11 lanceros y 40 ballesteros. Hacia 1370 consta como alcaide Lope Ruiz de San Vicente. En 1371 aparece en su lugar Gómiz González de San Vicente, al cual le fueron pagadas el año siguiente 205 libras por haber levantado un torreón nuevo y haber construido un nuevo portal cerrando el viejo; también se le dieron 11 libras por unas barreras con sus puertas y reparar los terrados.
En 1375 tenía a su cargo el castillo Fernando Díaz de Muga. Tres años después, con motivo de las hostilidades con Castilla, se emplazó en la barbacana un gran cañón, que costó 100 florines. Carlos III confió la guarda en 1387 a su chambelán Remón de Esparza, caballero, que puso de lugarteniente a Juan de Esparza.
El rey concedió en 1407 a la villa una gracia de 105 florines, con obligación de gastarlos en la reparación del castillo. Otros alcaides de tiempo de Carlos III fueron Juan Sánchez de Azcona, en 1412, Sancho Sánchez de Medrano, en 1414 y Sancho de Esparza, en 1423, que fue mantenido en el puesto por Blanca y Juan de Aragón. En 1430, con ocasión de la guerra con Castilla, se aumentó la guarnición de la villa con considerable número de ballesteros, algunos de ellos roncaleses. Ese mismo año se dio el alcaidío a Pero Zuasti, que llevó a cabo obras en la sala que había a la entrada, la capilla y la gran torre, en la que se rehizo la “garlanda”. Por entonces se hizo cargo del alcaidío Borchea de Aguirre, con 2 hombres de armas y 4 ballesteros.
En 1441, los jurados de la villa certificaban haberse realizado obras en el castillo, por valor de unos 50 florines, a cargo de Juan de Oreja, Diego de Pangua, y otros mazoneros.
En 1444, Juan II nombró alcaide a Lope Álvarez de Dávalos, por fallecimiento de Aguirre. El mismo rey mandó rehacer las puertas del castillo en 1450 al entonces alcaide Juan Ruiz; costaron más de 7 libras. A partir de 1455 tuvo el alcaidío Diego Martínez de Pecina o Peciña, posiblemente el último que lo ejerció en nombre del rey de Navarra, ya que en 1461, la villa y su castillo cayeron en poder del rey Enrique IV de Castilla, junto con otras plazas y fortalezas de esta zona fronteriza.