SAN ANTÓN
SAN ANTÓN
(17 de enero). Abogado protector de los animales, titular de cofradías de arrieros y carreteros. Su estampa era colocada en bordas, establos y cuadras. En su festividad los animales de labor debían descansar, so pena de ser castigados por el Santo. Pueden asociarse en dos grupos los numerosos ritos populares tendentes a bendecir los ganados durante este día.
Bendiciones. La costumbre de llevar a las iglesias trigo, cebada, avena, alholva, esparceta y otros “piensos”, para darlos después de bendecidos, a caballerías, bueyes, cerdos, gallinas y conejos, estuvo muy generalizada, por lo menos en la Navarra Media. Antiguas fueron las bendiciones de animales por los clérigos, incluidas las “dulas” y cabrerías concejiles, llevados a determinado punto (el atrio parroquial o una ermita del Santo). Los monjes de Azuelo pasaban agua por la reliquia de San Jorge “para echar a los ganados concexiles”.
Ritos de pasaje. Práctica extendida por la Ribera de Estella fue hacer hogueras en las calles la noche del día 16 con pellejos, odres viejos y cueros inservibles; se hacía pasar a las caballerías sobre las cenizas durante la madrugada del 17 (Mendavia). Más general en la Cuenca de Pamplona y parte de la merindad de Estera fue colocar el “tizón” de navidad, encendido previamente, en el umbral de la puerta de la cuadra o de la casa, haciendo que el ganado pasara por encima. Variante del rito fue el que practicaban en Goñi; ponían el tizón navideño en un calentador, echaban sobre el fuego “sanjuan berrales” (hierbas de San Juan) y ahumaban con él las ubres del vacuno, repitiendo la legaria “San Antón te guarde”. Característicos de la Meridad de Sangüesa, incluida su capital, fueron los ritos de pasaje por debajo de una estola, tendida sobre una calle, de balcón a balcón o entre dos paredes, con ayuda de cuerdas supletorias. Los animales pasaban por debajo, mientras el sacerdote los bendecía con agua bendita y recitaba las preces rituales. “Las revueltillas”, fueron practicadas en amplias zonas de la Navarra media y la Ribera. Consistían en hacer dar a las caballerías tres vueltas en torno a una ermita (Allo y otros), un “pilar” del Santo (Artajona, Barillas, Tulebras, etc.) o una cruz colocada con este fin en la plaza (Tudela y villas comarcanas), mientras el conductor rezaba un padrenuestro.
La fiesta iniciaba el carnaval, según dicho castellano recordado en la Ribera: “San Antón, carnestolendas son”. Los jóvenes de Urdiáin vestían de forma estrafalaria durante la tarde del 17 y realizaban una cuestación de nueces por las casas.