RONCESVALLES, CANTAR DE
RONCESVALLES, Cantar de
Así se denomina el fragmento de un cantar de gesta, conservado en dos hojas que se guardan en el Archivo General de Navarra. Los cien versos, anisosilábicos, del fragmento, escritos en letra que corresponde a los años iniciales del siglo XIV, refieren el dolor de Carlomagno lamentándose desgarradoramente ante los cadáveres de Turpín, Oliveros y Roldán. A propósito de este último, el rey quando lo vido, oit lo que faze:/ arriba alçó las manos por las barbas tirare;/ por las barbas floridas bermeja sayllía la sangre./ Exa ora el buen rey oit lo que dirade./ Diz: “Muerto es mío sobrino, el buen don Roldane,/ Aquí veo atal cosa que nunca vi tan grande,/ jo era pora morir e vos pora escapare. Tras exclamar: Pues vos sodes muerto, Françia poco vale, quiere enterarse de la suerte de los demás guerreros, pero, abrumado del pesar, Carlomagno cayó esmorecido. El duque de Aymón, que lloraba ante el cadáver de su hijo, acude en compañía de otros caballeros a socorrer al emperador. En este punto termina el texto conservado, cuyo contenido queda así resumido.
Pese a la brevedad del fragmento, se observan en él varias circunstancias diferenciales respecto de la Chanson de Roland, las cuales apuntan hacia una versión española de la misma, al mismo tiempo que muestra coincidencias con otra provenzal.
Es unánime la creencia de que el manuscrito actual se debe a copia de otro más antiguo, un original que Menéndez Pidal data en el primer tercio del siglo XIII y supone compuesto en astilla, pues “se desconocen hasta meros relatos en prosa navarra acerca de la leyenda de Roncesvalles”, mientras que la épica castellana, a propósito de este asunto llegó a crear un nuevo tema, el de Bernardo del Carpio. Por otra parte, salvo la grafía, “el fragmento presenta pocos dialectalismos propios de la región oriental”.
El estudio más completo sobre Roncesvalles, el del hispanista belga J. Horrent, no cree que el cantar sea anterior a fines del siglo XIII, es decir, lo separa pocos años de la copla conocida. Atribuye los dialectalismos a la acción del copista, “ninguno de ellos es susceptible de atribución al autor del cantar”.
A mi parecer, en la caracterización lingüística de la obra reside la clave para juzgar sobre su procedencia. Ahora bien, la imagen del dialecto navarro que poseían Menéndez Pidal y Horrent difiere sensiblemente de la establecida hace poco tiempo, más compleja, pero más acorde a la que muestran los textos medievales de esta procedencia, apenas analizados cuando aquellos estudiosos se ocuparon del cantar. Constituyen en verdad rasgos navarros los que ellos señalan como dialectalismos, pero no resultan menos característicamente navarros otros que, por coincidir con el castellano, estiman, indebidamente, como castellanismos. Como la grafía responde también a procedencia navarra, no encuentro motivo para que ésa sea también la de composición del cantar.
Bibliografía
R. Menéndez Pidal, “Roncesvalles”. Un nuevo cantar de gesta español del siglo XIII. (RFE,1917), 4,105-204. J. Horrent, Roncesvalles, Etude sur le fragment de cantar de gests. (París, 1951). González Ollé, Evolución y castellanización del romance navarro. (, 1983), 44,173-80.