RIBAGORZA
RIBAGORZA
Comarca histórica del alto Aragón, de configuración geográfica un tanto compleja. Comprendía el curso alto del río Noguera Ribagorzana, los valles medio y superiores del Esera, incluidos los de Sos (vallis Sositana) y Benasque (vallis Benascutana), y casi todas las tierras del Isábena; en éstas se emplazó a mediados del siglo X la catedral de Roda, sede del obispado ribagorzano, creado entonces y trasladado, conforme avanzó la reconquista, a Barbastro (1100) y Lérida (1149) sucesivamente. Junto con la vecina región de Pallars debió de sustraerse de la dependencia tributaria del Islam hispano hacia el año 800, como consecuencia de una acción expansiva del condado de Tolosa (Toulouse) a través del Pirineo. Salvo el paréntesis de la usurpación del conde Galindo Aznar (ca 835-848), siguió vinculada a dicho condado franco-carolingio hasta que, igualmente con Pallars, conformó un condado aparte (ca 872) bajo el conde Raimundo I, oriundo quizá de Bigorra. Separada de Pallars en la generación siguiente, tuvo en adelante su propia dinastía condal hasta comienzos del siglo XI. Los lazos de parentesco establecidos con el linaje de los condes de Castilla propiciaron la intervención del monarca pamplonés Sancho Garcés III el Mayor, quien entre los años 1018 y 1025 se hizo cargo del antiguo condado, tanto en defensa de los presuntos derechos de su mujer, la castellana Mayor, como para la reparación de los estragos causados por las incursiones musulmanas en la zona nuclear de Roda. Después del gobierno de Gonzalo, “rey de Sobrarbe y Ribagorza” (1035-1045), el territorio pasó a manos de Ramiro I y en adelante quedó definitivamente integrado en la monarquía aragonesa. Conservó, sin embargo, cierta impronta social de su antigua adscripción al reino franco. El soberano Jaime II de Aragón recreó (1322) el título formal de conde de Ribagorza para su hijo Pedro.