PALOTEADO
PALOTEADO
Baile de palos también llamado dance, que fue muy popular en la Ribera Tudelana. Es en realidad el epílogo a una representación religiosa-dramática en la que diversos personajes recitan diálogos y monólogos. Consta su existencia en varias localidades hasta finales del siglo pasado, y el que mejor se conserva en el dance y la danza de San Miguel de Cortes.
La danza de San Miguel se ejecuta en la procesión del 29 de septiembre, día del patrón de la localidad. Los personajes que intervienen son: el mayoral, que es el director del grupo, un ángel, un diablo, el rabadán, o jefe de pastores, y los ocho danzantes. El mayoral viste un chaleco negro sobre la camisa y el ángel es un niño o niña vestido de primera comunión con alas y llevando una corta espada. El diablo actúa de rojo con cuernos y cola y lleva una horca, y el rabadán un palo con flores en la punta. Los danzaris visten camisa, pantalón y chaquetilla blancos, esta última adornada con pasamanería verde, faja y boina rojas, alpargatas con cintas cruzadas de color rojo, como tocado un pañuelo de colores y un gran pañuelo cruzado del hombro izquierdo al costado derecho. Los instrumentos musicales son la gaita acompañada del tambor.
La actuación de este grupo comienza en el inicio de la procesión en la puerta de la iglesia. Los danzantes, al final de la melodía llamada Cortesías hacen tres reverencias al santo, viene el cambio de filas, avanza el cortejo con el mayoral en cabeza seguido de los danzantes en dos filas, detrás y juntos el ángel y el diablo y al final el rabadán y la imagen de San Miguel.
Después de una especial entrada comienza el pasacalles que se repite cuantas veces se quiera y que consiste en un solemne paloteado en que golpean fuertemente unos palos verdes de puntas rojas que llevan cada uno de los danzantes colgados de las muñecas. Los demás personajes no actúan, pero el diablo a lo largo de la procesión además hace gestos y muecas e incluso dice malas palabras contra el ángel y contra San Miguel y amenaza a todos con la horca.
El simbolismo es claro; la inocencia personificada por el ángel es protegida por el arcángel, otrora vencedor de Satán. En el fondo se trasluce un viejo rito para simbolizar la victoria del bien sobre el mal. Este significado se aprecia mejor en el acto de la tarde.
El mismo día a las cinco de la tarde sobre un escenario elevado en la plaza comienza el acto folklórico en el que intervienen los doce personajes antedichos. En una primera parte el mayoral saluda al ángel y a la concurrencia y recita versos sobre acontecimientos locales; después el rabadán fustiga jocosamente los vicios de sus paisanos, mozos, mozas, viudos y casados, y tampoco falta el discurso del diablo que amenaza a todos los presentes. La escena termina con la victoria del ángel sobre el diablo.
A continuación también los danzantes recitan sus versos en forma humorística, el mayoral y el rabadán les replican, y una vez finalizados, comienza el vals con música de gaita y los golpes secos y sonoros de los paloteadores, al que sigue el trenzado sencillo y doble y la jota. A principios de siglo se hacía un castillo humano y el rabadán en la cúspide gritaba: ¡viva San Miguel!
En Murchante y en Ribaforada intervenían en la danza dos personajes más: el ángel y el diablo. El primero, que simboliza a San Miguel, perseguía al segundo y acababa por vencerle. En Cascante solían actuar una docena de bailarines vestidos de traje blanco y con unos pañuelos de seda en la cabeza, y en Buñuel se bailaba en las fiestas de San Antón.
Los paloteadores de Fustiñana trajeados a la antigua usanza con sayales vistosos, justillos fantásticos, calzas con cintas y cascabeles y otros adornos, acompañaban al ayuntamiento, tanto en la iglesia como en la calle, distinguiéndose en la procesión, en la cual, formando entre filas de los devotos avanzaban y retrocedían periódicamente, danzando y paloteando con dirección hacia los santos, saludándoles y reverenciándoles. El paloteado se verificaba en la plaza mayor, ante las autoridades y el pueblo, y después de realizar todos con los palos variados y complicados ejercicios, concluían con el precioso trenzado, terminaba el espectáculo con la despedida. Se celebraba el día 6 de agosto, día de los patronos Santos Justo y Pastor e intervenían cuatro parejas de danzantes, el mayoral y el rabadán. Finalizada la misa recitaban versos en honor de los santos y otros de carácter jocoso.
En Murchante después del trenzado había una danza de arcos y al final, formaban todos una torre en cuya cúspide se colocaba el rabadán para echar los últimos versos.
El de Monteagudo lo componían estos personajes: ocho danzantes y un reserva, el mayoral, rabadán, ángel y diablo. Actuaban en las fiestas importantes de la localidad y en pueblos cercanos. Es interesante el que se representó en 1894 en defensa de los Fueros y de los valores tradicionales de Navarra. También hay algunas referencias de que hubo paloteado de moros y cristianos en Fitero y en Corella.