OIDOR DE COMPTOS
OIDOR DE COMPTOS
Denominación de cada uno de los cuatro componentes de la Cámara de Comptos que, de acuerdo con los estatutos fundacionales de este tribunal, fiscalizaban las cuentas de ingresos y gastos que presentaban todos los recaudadores y en general los funcionarios que manejaban fondos públicos. Como en el período de unión con Francia (1274-1328) las cuentas de Navarra fueron examinadas por la Chambre des Comptes de los reyes en París, no hubo en Navarra oidores hasta que, al recuperarse la independencia política en 1328, la administración financiera recobró también su autonomía. Pero en el período (1328-1365) no hubo todavía oidores permanentes. Se trataba sólo de clérigos de diversos organismos de la administración central, principalmente notarios de la Corte, que sólo auditaban cuentas cuando eran requeridos expresa y ocasionalmente para ello, y en estrecha dependencia del tesorero.
Sólo desde 1365, cuando Carlos II fundó la Cámara de Comptos a imitación de su homónima francesa, puede hablarse de la existencia de maestros oidores de comptos como funcionarios permanentes, en número fijo (4), con atribuciones bien delimitadas (independientes del tesorero y con funciones fiscalizadoras sobre él), con retribución también fija (8 sueldos diarios, además de 20 cahíces de trigo y 10 libras para ropa al año). Designados y cesados por el propio monarca, solían acceder a este cargo después de haber demostrado su competencia y haber adquirido experiencia en otros puestos de la administración (recaudador de merindad, clérigo ayudante del tesorero, secretario del rey, notario de la Cámara de Comptos, etc.). Algunos de ellos desempeñaron la función de oidores durante muchos años bajo Carlos II o Carlos III.