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NUPCIALIDAD

Las tasas brutas de nupcialidad -número de matrimonios por mil habitantes- oscilaban entre 10 y 12 por mil en el siglo XVII. La soltería definitiva, incluyendo a los que se casaron con más de 50 años, se sitúa en torno al 4%-6% en Cirauqui en el siglo XVIII. Ahora bien, probablemente en este punto hubo sensibles diferencias entre Montaña y Ribera, con un mayor porcentaje de solteros en la primera que en la segunda.

Entre 1640 y 1819, la edad media de las primeras nupcias fue de 24,7 años los varones y de 22,5 años las mujeres. Las edades mínima y máxima: 14 y 45 años. Sólo un 10% de los hombres se casó sin tener 20 años, mientras que exactamente la mitad lo hizo entre los 20 y los 24; muy pocos tomaron estado sobrepasada la barrera de los 30 años (el 11%). Las novias, que tenían de promedio dos años menos que sus novios, se casaron en un 29% antes de cumplir 20 años, mientras poquísimas (4,5%) lo hicieron con más de 30. En tan largo período de tiempo se advierte cómo los matrimonios tienden a retrasarse en las épocas de dificultades económicas, mientras que en las expansivas se adelantan.

Probablemente, en la Montaña la edad media de matrimonio fue siempre algo más elevada que en la Ribera. En Irurzun, entre 1650 y 1849, los hombres y las mujeres se casaron con uno o dos años más que en Ciraugui (26 años los novios, 23 las novias). Basta con comparar las pirámides de edades de 1786: el porcentaje de casados entre 16 y 25 años es sensiblemente menor en los valles montañeses que en las villas ribereñas. Esta pequeña diferencia se explicaría, lo mismo que la distinta tasa de soltería definitiva, por el sistema hereditario: la emancipación económica era más difícil y tardía en la Montaña (salvo para los emigrantes) que en la Ribera, donde había más posibilidades de fundar nuevos hogares sin tener que esperar que los padres repartiesen la herencia.

La elección de la fecha de la boda, como en nuestros días, se hacía teniendo en cuenta los períodos de trabajo y de descanso del año agrícola. También pesaban consideraciones religiosas: el carácter, penitencial o festivo, de los tiempos litúrgicos. El máximo de matrimonios es de febrero, mientras que el mínimo es de agosto; los meses de trabajo más intenso -siega, trilla, vendimia y siembra llenaban los meses de julio a noviembre- tienen muy pocas bodas, que se retrasaban al invierno. Los meses de marzo y de abril, coincidiendo con los tiempos de recogimiento de la Cuaresma y la Semana Santa, acogen muy pocas bodas.

La tasa de nupcialidad se mantiene cerca de 7 en los períodos 1941-1960 (6,64) y 1961-1980 (6,8), para situarse a principios de los ochenta en un escalón más bajo (5,57 y 5,29 en 1981 y 1982). La tasa navarra registra el mismo cambio de tendencia que experimenta la nacional durante el nuevo ciclo demográfico iniciado a mediados de los setenta (7,64 en 1975 y 4,97 en 1982, la media nacional). En números absolutos, el total de matrimonios fue en 1975 de 3.777 y en 1979 de 3.290. La edad del matrimonio ha registrado en lo que va de siglo cambios sensibles. En la primera década de siglo la edad del matrimonio se concentra entre los 20 a 25 años en los varones (43,44%) y sobre todo en las mujeres (61,34), descendiendo el porcentaje entre los 26 y 30 años (34,63 v y 20,93 m) y más todavía entre los 31 y 35 años (10,28 y 5,61). En el período 1961 a 1970, la edad del matrimonio aumenta entre los varones (un 46,26 de 25 a 29 años, un 25,25 de 30 a 34 años y un 12,74 de 20 a 24). Lo mismo ocurre entre las mujeres. Desciende notoriamente el porcentaje de las mujeres que se casan entre los 20 y 24 años (40,95 siempre por mil), aunque sigue siendo ésta la edad de matrimonio más frecuente. Después vienen las edades entre 25 a 29 años (35). Durante el segundo quinquenio de los años setenta, la edad de 25 a 29 años sigue predominando entre los varones, aunque con tendencia a descender en el siguiente quinquenio (47,68 a 1975 y 41,93 en 1979) a la vez que aumenta la de 20 a 24 (29,49 y 36,48) por lo que respecta también a los hombres. En este último quinquenio la juvenilización del matrimonio femenino aumenta considerablemente respecto a los períodos anteriores (52,29 y 56,54 en 1975 y 1979), seguida de los 25 a los 29 años (27,15 y 23,36 por mil).

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